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Bañistas en la playa de El Sable. D. Pedriza
Cuando baja la marea

Cuando baja la marea

RINCONES DE SIETE VILLAS ·

La playa del Sable, en Isla, con su arena «dorada y fina» es una especie de piscina natural protegida por una lengua de rocas de los vaivenes del mar

Emérito astuy

Arnuero

Lunes, 23 de noviembre 2020, 13:53

Es una playa pequeña. Una de esas playas del norte en las que, cuando toca marea baja, te lo piensas un buen rato, tumbado en la toalla, antes de darte el paseo de camino al agua. Eso es: esperas a que el sudor corra libre por tu frente antes de darte por vencido al calor y te levantas, quizá algo mareado, pero con la promesa de un buen baño asegurado a los pies de la arena mojada.

Sin embargo, el paseo merece la pena. Porque la arena es dorada y fina y lo que tienes ante los ojos, quizá un poco lejos, cierto, pero lo que queda ante tus ojos no es un Cantábrico al uso. En absoluto. Lo que te espera cuando termines esa caminata desde la toalla al agua es una especie de piscina natural protegida por una lengua de rocas de los vaivenes, del carácter, de nuestro mar.

Lleva toda mi vida ahí. Haciendo de escenario perfecto. Una postal que dejas de mirar con asombro porque está frente a ti cada día, pero en la que te gustaría sumergirte, en la que piensas con dejes de añoranza cuando te alejas durante un período relativamente largo de tiempo.

La playa de El Sable es uno de los rincones más especiales de Cantabria para mí. Y como está a dos pasos de mi casa puedo presumir de haberla disfrutado desde niño, de guardar de ella buenos recuerdos de salitre y sol. Desde los primeros chapuzones en esta balsa de agua salada, perfecta para que los más pequeños jueguen en la orilla o exploren entre las pozas y las rocas en busca de fauna marina, hasta los partidos de fútbol de los domingos por la mañana.

Siempre es un placer descubrir la sorpresa que provoca este arenal en los ojos de quien observa, por primera vez, el repliegue del mar. Cuando toca retirada y, seis horas más tarde, parece que alguien haya abierto el tapón y se haya escapado el agua, tal es la extensión de arena que queda a la vista cuando baja la marea.

Y en verano, el paseo que la rodea hace de Isla un rincón perfecto para perderse, para disfrutar de la noche tranquila y de las terrazas que bordean esta playa de aguas mansas y cristalinas, que parece extrapolada de otro lugar del mundo y que invita a disfrutar de un relax infinito.

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