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La escena solo con verla da miedo. Una bandada de buitres, formada por cerca de 300 ejemplares, desciende en tromba hasta una ganadería, ubicada en San Miguel de Meruelo, para devorar una vaca muerta junto a la estabulación.
Ocurrió en la mañana del pasado ... domingo. Y el video, grabado por el responsable de la explotación de leche, Higinio Ruiz, es la mejor prueba de su relato. El hombre cuenta que el día anterior, al atardecer, se le murió una de las vacas y cuando eso ocurre «hay que sacar al animal a una zona donde esté accesible para que cuando acuda el camión de la recogida pueda cargarle». Y así lo hizo.
La sorpresa llegó el domingo, poco antes del mediodía, cuando le llamó un vecino para avisarle de que el tejado de la nave estaba tomado por decenas y decenas buitres. Enseguida, le vino a la mente que las aves carroñeras habían acudido al acecho para alimentarse de la res muerta. «En esta época, con temperaturas tan altas, el animal muerto desprende un olor muy fuerte y los buitres enseguida lo detectan por el olfato».
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Al llegar a la explotación se encontró, calcula, con «cerca de 300 buitres e igual me estoy quedando corto». Y pasa a describir la desagradable estampa. «Unos 50 buitres estaban comiendo a la res, otros pocos se encontraban sobre el tejado y la gran mayoría estaban posados en los rollos de forraje almacenados en campo para alimentar a las vacas». Desde el coche que iba conduciendo, tocó el claxon para intentar ahuyentar a la ingente cantidad de aves.
El ganadero, acostumbrado por desgracia a estas escenas por los reiteradados ataques causados por esta especie protegida, reconoce que lo que vio no le causó ningún temor. De hecho, no dudó, vara en mano, en subirse a la pila de los rollos para tratar de espantar a los buitres - luchaban entre sí para intentar comer del animal- y que se marcharán de una vez. Y es que, impotente, veía que estaban destrozando a base de picotazos todo el forraje de siega que «es la comida de todo el año para vacas y de lo que depende que produzcan mejor leche».
Higinio lamenta que los buitres le han destrozado en torno a un centenar de silos. «Son unos daños muy grandes». Al romperse el plástico, les ha entrado el aire y «van a tener una mala fermentación por lo que no van a servir». Haciendo números, calcula que cada rollo está valorado en torno a 50 euros, debido a los altos costes de producción de los químicos, lo que supone que las aves carroñeras le han provocado unas pérdidas económicas por valor de 5.000 euros. «Me han hecho una chapuza muy grande».
Ahora, dice, quiere informarse para reclamar una indemnización. «Los ganaderos no podemos asumir unos daños que no nos corresponden a nosotros. Si los protegen pero no los tienen controlados y no los dan de comer, alguien se tendrá que hacer cargo de lo que provocan». Y es que, lamenta Higinio, «a nuestro sector le están dando sopapos a derecha e izquierda». «Tenemos problemas con los lobos, los jabalíes y, ahora con los buitres, Todo está protegido y no puedes hacer nada. Tendrán que hacerse cargo de los daños que causan. Los animales comen para sobrevivir y se tienen que buscar la vida. Si tanto les quieren defender, que les den de comer».
Y, advierte, que tal y como ha ocurrido en anteriores se van repetir los ataques en zonas de alrededor de Meruelo, a unos 5 o 6 kilómetros, y matarán a animales vivos. «Si tantos buitres siguen teniendo hambre, en cuanto vean a un animal solitario lo van a acorralar y matar».
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