Un chapuzón en los antiguos viveros de langosta
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Isla estrena este verano sus piscinas de agua natural, convertidas en un reclamo turístico tras las obras de restauraciónLuzca el sol o esté nublado. En las nuevas piscinas naturales de Isla (Arnuero) siempre encuentras a algún bañista dándose un refrescante chapuzón a las horas de la pleamar. Vecinos y turistas estrenan este verano los dos vasos, situados en la zona del ... Sable y en el Campo de San Sebastián, tras las obras de restauración acometidas con el fin de convertirlos en espacios seguros y agradables para chapotear.
Y es que donde hoy se sumergen los más jóvenes, antaño eran dos antiguos viveros en los que se conservaban las langostas hasta el momento de su exportación o consumo. El Ayuntamiento de Arnuero, en el marco de su filosofía de recuperar el patrimonio local en desuso, decidió rescatar del olvido estas dos cetarias y proceder a su rehabilitación para transformarlas en un reclamo turístico, que viene a redondear al proyecto del Ecoparque de Trasmiera. La actuación, plenamente respetuosa con el entorno, se ha hecho realidad gracias a la financiación económica del Ministerio para la Transición Ecológica. Los trabajos se han centrado, principalmente, en restaurar las compuertas, mejorar algunos tramos de los muros de piedra y facilitar los accesos.
Aunque las obras concluyeron a principios de este año, ha sido al llegar el estío cuando las ganas por lanzarse a estas piscinas se han disparado. Y es que el privilegiado enclave que las arropa, hace que un baño en estas estructuras naturales resulte una experiencia única en Cantabria.
Fernando Carral (Mara) sube por la plataforma habilitada en el vaso de San Sebastián tras refrescarse unos minutos acompañado por sus pequeñas. «Ha quedado perfecto. Ahora se puede disfrutar de las piscinas con menos riesgo y de una forma más segura», explica este vecino de Isla. Y es que eran muchos los que antes también se sumergían en los dos viveros, pero asumiendo un peligro ya que no estaban habilitados para el baño como ahora. «Con las plataformas y las escaleras que han colocado está mejor para acceder con los niños porque antes te podías cortar con las rocas». Como vecino cree que ha sido un «acierto» su acondicionamiento y aboga por darle mayor promoción a esta actuación. «Aún hay poca gente que conoce las nuevas piscinas, aunque yo siempre que vienen amigos les llevó a verlas, porque son muy bonitas».
Bajo la sombra de una palmera están Ignacio Garin y su cuñada María José Arco. Son bilbaínos y suman más de 30 años veraneando en Isla. «Desde que lo descubrimos no hemos dejado de venir. Nos gusta más que Noja, que está muy masificado». Ellos no se bañan, pero disfrutan del entorno que rodea a la piscina de San Sebastián. Esta zona se ha embellecido ampliándose las áreas verdes y de descanso existentes en el pequeño parque. «Estéticamente ha quedado precioso», valora María José. Además, en este paraje, el Ayuntamiento ha instalado una nasa de las que se empleaban para pescar langosta con un cartel explicativo y un monumento para rendir homenaje a las gentes del mar. «Mi cuñado se pone con la mesa justo aquí todos los días porque es un sitio espectacular», dice a la vez que señala las vistas. Junto a ellos, se erige un pequeño anfiteatro desde el que se divisa en primer plano, el vivero, y de fondo, todo el arenal. «Es un mirador precioso».
Esta buena acogida del enclave se reafirma con las palabras del técnico de turismo de Arnuero, Marco Pérez, que asegura que las piscinas se han convertido «en un atractivo turístico más del municipio». «Se han transformado en un sitio de ocio seguro para bañarse y también para sentarte y contemplar un paisaje idílico». Pérez resalta que este proyecto no solo da una segunda vida al patrimonio, sino que pone en valor la historia de la localidad. «Se ha recuperado la tradición de los viveros de langosta con paneles explicativos y fotografías de la época que se pueden ver en un centro expositivo en la zona del Sable. Y, a la vez, se realza también la gastronomía con nuestro marisco estrella, como es la langosta de Isla».
La estampa en la piscina de El Sable es de postal veraniega. Los más jóvenes se sitúan en fila sobre uno de los muros para lanzarse y zambullirse en el agua. Lo hacen uno tras otro. Alberto, procedente de León, divisa sentado desde las rocas a su hijo. «La verdad es que ha quedado genial y a los niños les encanta. Yo prefiero más la playa, pero ellos que son más ágiles lo disfrutan mucho. Lo único que quieren es que suba la marea para tirarse desde aquí».
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