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La ermita de San Pedruco, en Noja, ha recuperado su esplendor original. Desde la arena de la playa de Ris – en su zona norte – se divisa, a unos 100 metros de la costa, el islote rocoso coronado por la pequeña edificación, que luce una cubierta renovada y unos muros reforzados y saneados. Tras décadas de abandono y olvido, el templo del siglo XVI y catalogado como Bien Inventariado del Patrimonio Cultural de Cantabria, ha resurgido con fuerza. Su avanzado deterioro había puesto en peligro su supervivencia. Ante el riesgo de que pudiera desaparecer este vestigio de la historia local, el Ayuntamiento ha procedido a la rehabilitación de la ermita con el fin de devolverla a su estado primigenio, sin introducir elementos ajenos.
Las obras de restauración concluyeron a finales del pasado año tras un largo plazo de ejecución, que ha sufrido continuos parones, motivados tanto por la climatología como por los periodos de nidificación de aves en el islote (de mayo a agosto) que ha habido que respetar. La intervención ha supuesto una inversión de 96.771 euros, financiados con los fondos europeos del Plan de Sostenibilidad Turística concedido a Noja.
La singular ubicación del templo ha añadido cierta complejidad a un proyecto inicialmente sencillo en cuanto a las intervenciones a realizar. La empresa adjudicataria Cantabria Casa Multiasistencia tuvo que subcontratar el transporte en helicóptero hasta el islote de todos los materiales de construcción necesarios. La aeronave, valiéndose de una cuerda, cargó y trasladó los sacos llenos de cemento, arena, tejas, maderas y andamios para que los operarios pudieron comenzar las labores. Se realizaron hasta cincuenta viajes en una mañana de noviembre de 2023 para depositar en lo alto de la isla unos 50.000 kilos de materiales.
Los obreros han tenido que utilizar una lancha ligera de aluminio, manejada por ellos mismos, para acceder al islote en las horas de pleamar. Solo han podido desplazarse cuando la meteorología ha sido favorable. Así, en los días de temporales, tuvieron que descartar por completo las salidas, lo que ha alargado y mucho el desarrollo de las tareas. En bajamar, sí que han podido llegar prácticamente a pie, especialmente el pasado septiembre coincidiendo con las históricas mareas vivas, que permitieron alcanzar este rincón desde la arena. Numerosos vecinos y veraneantes aprovecharon esta oportunidad única para ascender también a lo alto del islote y contemplar una perspectiva única del arenal de Ris.
Para la gran mayoría era la primera vez que pisaban este lugar. Y es que, aunque antaño fue lugar de peregrinación, un aciago accidente despertó un desapego con este paraje, que pasó a ser oteado desde la lejanía. Antes de la desgracia, fue escenario de romería y culto. A la pequeña ermita acudían tradicionalmente los lugareños en procesión cada 1 de agosto para venerar al patrón de los pescadores, San Pedro Advíncula. Se acercaban en lanchas, dispuestas por el Ayuntamiento, para trasladar la imagen del santo hasta la iglesia de Noja, llevándole en procesión por las calles, tanto para pedir lluvia en época de sequía, como para rogar su cese cuando arruinaba las cosechas. Esta festividad dejó de celebrarse muchas décadas después a causa de una repentina galerna, con fuertes olas, que hizo naufragar varias embarcaciones y costó la vida a varios nojeños. Aquello sumió a la capilla en el más absoluto abandono.
A pesar del transcurrir del tiempo y su exposición a los temporales, la ermita, construida con sillarejo de caliza, conservaba tanto los muros de mampostería como la cubrición (bóveda y cúpula), aunque había perdido la cubierta. De igual manera, ya no quedaba nada de carpintería, lo que provocaba numerosas humedades y daños en la estructura, con diversas patologías en las fachadas (disgregación de piedra y pérdida de mortero en los paramento), el solado y la cubrición.
Los trabajos de rehabilitación se han centrado en la ejecución de un nuevo tejado y se ha consolidado la estructura de los muros con materiales iguales o similares. Asimismo, se han colocado unas ventanas de madera y una puerta. El interior del templo se ha limpiado, se han restaurado algunos de los elementos existentes siendo especialmente cuidadosos en no dañar las pinturas descubiertas y se han pintado los paramentos.
En lo que respecta al entorno inmediato, solo se han realizado obras para facilitar el acceso a la ermita, adecuándose unas 'escaleras' excavadas ya en la roca y acondicionando el camino con zahorra natural. Además, se ha creado una pequeña superficie para la estancia de los visitantes delante de la fachada sur, ejecutada con un pequeño relleno de material de la propia ubicación.
El concejal de Obras, Roberto Ruiz, se muestra «muy satisfecho» con la recuperación de esta ermita, un proyecto que «venía ya de la anterior legislatura, para que así esté a disposición de los vecinos, aunque su accesibilidad no es buena». Por el momento, el Ayuntamiento no tiene previsto recuperar la fiesta de San Pedro, con la celebración de un culto puntual en esta capilla, como se hizo en el pasado.
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Ana del Castillo
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