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Justo cuando Abraham Arqués iba a dar por baldía la jornada de pesca sintió un fuerte tirón en la caña. Eran las cinco de la madrugada de la pasada noche y el pescador santoñés soportaba el temporal de viento sur con pocas expectativas en la ... zona de la rampa del albergue de Santoña. No había tenido ninguna picada y ya estaba pensando en recoger y marcharse. «Hacía muy malo y he estado aguantando, aguantando, y al final, he pescado lo que no había cogido en mi vida», cuenta aún impresionado con la hazaña. No exagera. En su anzuelo, ha picado una enorme dorada de 7 kilos y cien gramos.
Nunca había visto semejante pez. Y, eso, que va a la mar desde bien niño. «En invierno como no salimos con el barco me dedico por las noches a ir a pescar con la caña por la zona de la plaza de toros, el Pasaje, el albergue...». Su récord particular lo tenía en una dorada de cinco kilos y medio, pero todo apuntaba a que esta picada lo iba a superar. «La caña casi se parte. Para subirla me he hecho daño en los brazos porque no podía con ella», ha relatado
Dice que nunca se había visto en una situación parecida. «La caña se ha doblado entera, se ha llevado todo el carrete y he estado para subir la dorada a la superficie como 25 minutos», ha descrito Abraham. «Se me cansaban los brazos porque la caña tienes que mantenerla en tensión, rígida, para que no se escape, porque tiene la boca muy dura».
Ha sacado fuerzas donde no las había para ganar la pugna. No le quedaba otra porque como va de madrugada, siempre acude a pescar él solo. Para atraer el gigantesco ejemplar utilizó cangrejo verde como cebo. «Hago mi propia carnada». En esta ocasión, el crustáceo era «bastante grande» por lo que cree que, eso, ha podio atraer a un pez de considerables dimensiones.
¿Y qué ha hecho con una dorada de algo más de siete kilos? Pues después de presumir en casa de la espectacular captura y tomarse las fotos de rigor, cuenta que se la vendido a un amigo de su hermano por 135 euros. «La ha cortado en rodajas para comérsela en varias veces, ya que le gusta mucho». El pescador no podía ocultar su alegría. «Llevo diez años pescando doradas y nunca me había pasado esto. Ha sido un regalo porque últimamente se me han escapado varias. Cambié los anzuelos y las pitas y lo he conseguido».
Reconoce que, una vez que puso su particular 'tesoro dorado' a recaudo, volvió a largar la caña pero «ya no pico ninguna más». Ya cuenta las horas para volver a tentar a la suerte. Antes de hacerlo, realiza una reivindicación. «Desde hace varios años no podemos pescar en el paseo marítimo del Pasaje - solo en la arena- y pedimos al alcalde que vuelve a dejarnos pescar con las cañas», demanda Abraham.
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