Una experiencia con lobos para aliviar el dolor emocional

Desde que abrieron las puertas de su hogar a esta raza, Belén y Luis observaron que «estos animales emocionalmente tienen algo diferente». Desde el principio, cuentan, «vimos que eran muy sensibles a las emociones que uno manifiesta. En momentos, por ejemplo, que te encontrabas mal, mostraban un acercamiento que no ves en los perros y, eso, nos dio que pensar».

Luis, que siempre se ha sentido atraído por esta especie -incluso ha vivido en zonas loberas de Castilla y León-, indagó por internet y encontró un programa que se desarrolla en los Estados Unidos bajo el nombre de 'Guerreros y cazadores'. «Descubrí que para los soldados veteranos con estrés postraumático, el lobo había sido una ayuda increíble». Interactuar con estos mamíferos hizo sentirse a los militares retirados parte de la manada, un miembro valorado dentro de un grupo, encontrando un nuevo propósito en sus vidas.

«Al conocer este proyecto se me abrieron los ojos. Viviendo con los lobos -explica- ya habíamos percibido que tienen un sentido de la manada bastante pronunciado. Conectan rápidamente con gente que tiene ciertas carencias y pensamos que podía ser práctico realizar una actividad con personas que están atravesando por momentos emocionalmente complicados».

Coincidiendo con su mudanza hace cuatro meses desde Rasines a Noja -donde cuentan con una amplia parcela-, decidieron desarrollar un proyecto para convivir y compartir experiencias con los dos lobos dirigido a niños y jóvenes con autismo, que sufran acoso escolar, soledad, tristeza o aislamiento. Lo empezaron a promocionar este verano con folletos y un cartel en la puerta de entrada a la casa, siempre con un carácter altruista, ya que ellos tienen su propio trabajo.

La actividad, aseguran, generó un gran interés. «Tuvimos una niña con parálisis cerebral que interactuó con los lobos y no paraba de sonreír y también se acercó una señora con mucho temor a los perros que quería vencer ese miedo porque su hijo iba a introducir uno en casa. Estuvo en dos ocasiones con los dos lobos y los cuatro perros nórdicos que también tenemos; y al ver cómo se comportaban, que no te invaden, se fue sintiendo más cómoda y aprendió a controlarse. Es una cuestión emocional».

Aunque, sin duda, el caso que más les ha marcado es el de una joven de 14 años, con problemas psicológicos y de autoestima, que acudió varias veces. «Vimos un cambio en su actitud y en su estado de ánimo de la primera a la última visita». Llegó a integrarse plenamente con los dos lobos e, incluso, «les alimentó introduciendo sus manos en el cuenco de la comida de carne». Algo prácticamente imposible si no eres de su entorno. «La joven nos trasmitió en un mensaje que se había sentido en paz, feliz y que aliviaban su dolor. Que se sentía parte de algo, que no sobraba, como si fuera una más de la manada». La pareja explica que la energía de estos animales alivia procesos de ansiedad y que, una vez que la persona es aceptada y forja una relación con ellos, «el interactuar ayuda a apartar el dolor emocional y el bagaje mental negativo». Sobre todo, inciden en que provocan un sentido de pertenencia al grupo «lo cual alivia la soledad». Reconforta a las personas que lo experimentan. El proyecto estará parado los próximos meses porque van a acometer obras en el jardín para acondicionarlo y que sea más accesible. Lo retomarán en primavera. Para esas fechas habrá nacido una camada y tendrán ya una manada de lobos americanos.