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El periodista santoñés, Ricardo Arques, conocido por la labor de investigación que le llevó a destapar a los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), ha fallecido este jueves a los 64 años. El reconocido cronista padecía un cáncer de estómago que se ha agravado en los últimos días, ingresando en el Hospital Valdecilla de Santander, donde ha muerto esta mañana.
Arques fue uno de los pioneros del periodismo de investigación en España. Un profesional apasionado de su trabajo al que no le importaba «indagar en las cloacas» para sacar a la luz la información que otros querían ocultar. «Nuestro deber es mostrar los hechos y contrastarlos. Por eso hay que ir a todos los sitios y hablar con quien haga falta», defendió en una entrevista concedida a El Diario Montañés, en 2019, coincidiendo con el regreso a su pueblo natal.
Su carrera siempre será recordada por ser uno de los periodistas que descubrió la trama de los GAL y puso contra las cuerdas al PSOE de Felipe González a finales de los años ochenta y comienzos de los noventa. Fue una de las investigaciones periodísticas más importantes de nuestro país, sacando a la luz lo que, con el tiempo, se conocería como las 'cloacas del Estado'.
Con apenas 26 años, Arques, recibió la llamada de una fuente anónima, - que se identificó como parte de la cúpula de los GAL-, a partir de la cual desarrolló una ardua labor de investigación; primero, en el periódico Deia y sobre todo en Diario 16, que le llevó a descubrir toda una trama delictiva policial y estatal, financiada con dinero público.
Por entonces era joven, inexperto y lo hizo en unas circunstancias y condiciones adversas en aquellos años de plomo - con ETA llevándose por delante centenares de vidas - pero, su afán y olfato periodístico, le condujeron hasta el zulo de Col de Corlecou con el que arrancó el caso.
Los GAL, a los que se le atribuye una treinta de asesinatos, fueron una organización terrorista, financiada con fondos reservados del Ministerio del Interior, y conformada por mandos de la policía, que contrataban a pistoleros para matar a terroristas de ETA. Arques reveló quienes eran los mercenarios que la componían, por quiénes habían sido contratados y en qué atentados habían participado. Toda esa información derivó en un sumario, instruido por el juez Garzón, que llevó a la cárcel al entonces Ministro del Interior, José Barrionuevo, y a los policías destinados en Bilbao, José Amedo y Michel Domínguez, entre otros.
En algunos momentos de aquel impecable trabajo de investigación llegó a temer que atentarán contra su persona- le dejaron dos balas en el buzón de su casa -, pero nunca desveló la identidad de su 'garganta profunda', secreto que se ha llevado con su marcha. Por sus informaciones sobre los GAL recibió el premio a la Mejor Labor Informativa del Año en España, concedido en 1988 por el Club Internacional de Prensa.
La infancia y la juventud de Ricardo transcurrieron en las calles y plazas de Santoña, su pueblo, del que estaba enamorado y al que, en medio de la vorágine periodística, siempre regresaba para desconectar. Estudió Ciencias de la Información en la Universidad del País Vasco (1978-1983) - formó parte de la segunda promoción que salió de aquellas aulas- donde forjó grandes amistades que hoy lloran su pérdida.
El periodista Jesús Serrera fue uno de sus grandes y fieles amigos. Le evoca como «un profesional de primera línea, que nos ha dejado a sus muchos amigos de toda España desolados. No esperábamos algo así, siendo tan joven», lamenta. Era un ferviente seguidor del Racing, que vibraba con los triunfos de su equipo del alma.
Arques escribió los primeros capítulos de su trayectoria profesional en el País Vasco en las áreas de información y política de El Correo, La Gaceta del Norte y Deia. Empezó a despuntar como un periodista de raza y dio el salto a Madrid donde se sumó durante un largo tiempo al equipo de investigación de Diario 16, dirigido en aquel momento por Pedro J. Ramírez. Fue ahí donde se convertiría en un referente de la profesión. En la capital también fue redactor jefe de investigación en El Mundo.
En 1997, comenzó la que sería su primera etapa en Ecuador, dirigiendo el diario Expreso de Guayaquil, para regresar cuatro años después a España y ponerse al frente de El Día de Valladolid. Bajo el paraguas del Grupo Prisa volvió de nuevo a Ecuador donde estuvo veinte años trabajando ya en cargos de director de distintos medios de comunicación de aquel país, así como de Bolivia, Argentina y México.
La pérdida de su padre le impulsó a jubilarse antes de lo previsto y retornar hace cinco años a vivir de forma definitiva a Santoña. Su deseo era pasar más tiempo con su progenitora, Pituca. Se apartó de la profesión salvó colaboraciones esporádicas que escribía a modo de columna para al Expreso de Ecuador y El Diario Montañés.
En su villa marinera recuperó el tiempo robado a su familia por una profesión que le tenía enganchado y pudo disfrutar de las actividades al aire libre que tanto le gustaban. Su inseparable compañero de fatigas siempre ha sido su primo, David. Juntos salían a pescar, realizaban rutas de montaña, iban a remar en piragua, a rodar en bicicleta o a saborear una comida. «Hemos sido uña y carne. Era como mi hermano mayor. Desde jóvenes siempre hemos salido juntos y estos últimos cinco años hemos hecho muchas actividades porque él era una persona muy activa». Se enorgullece de poder decir que su primo fue uno de las máximas figuras del periodismo de investigación que ha servido de espejo a otras generaciones que le han tenido como referente.
Su despedida tendrá lugar mañana en la iglesia de Escalante, a las seis de la tarde.
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