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La imagen impoluta que lucía el Faro del Caballo de Santoña tras su acondicionamiento no ha llegado ni al verano. Apenas ha durado dos meses. Hace ya varias semanas que la torre y el muro perimetral han vuelto a ser tomados por los ... grafitis. Primero, aparecieron unas letras en las paredes que delimitan el contorno de la plataforma que se remataron, días después, con dos dibujos en la mitad inferior del faro. Un perro de un intenso color morado junto a la puerta y una gran serpiente en blanco y negro, en la parte trasera. Unos actos vandálicos que han hecho que el trabajo y la inversión destinada a embellecer este espacio haya sido en vano.
De poco o nada ha valido la actuación de limpieza para retirar las anteriores pinturas y el tratamiento de impermeabilización antigrafitis con el que se pretendía proteger la torre de futuros grabados. Ha bastado que unos incívicos acudan al lugar espráis en mano para afear de nuevo este paradisíaco lugar. El alcalde de Santoña, Jesús Gullart, a preguntas de este periódico, ha mostrado su repulsa por estos actos vandálicos que «no respetan la naturaleza», y adelanta que el equipo de gobierno va a valorar la posible instalación de cámaras de videovigilancia en este lugar.
«La pasada semana entregamos para su colocación a la empresa local Buciero Natura varios carteles informativos (de precaución en la bajada, peligro de desprendimientos de rocas, recogida de basura o prohibido el baño) y duraron apenas unas horas sin vandalizar», lamenta el regidor. «Es incomprensible que la gente suba a disfrutar del monte o acuda al Faro del Caballo con espráis de grafitis. No entiendo la forma de divertirse de algunas personas, ni su educación. La naturaleza es para disfrutarla y cuidarla, porque, además, es algo que nos pertenece a todos».
El regidor señaló que, una vez que examinen el estado en el que se encuentra este espacio, «miraremos para limpiar los grafitis» y «lo que habrá que hacer es poner cámaras de videovigilancia como medida disuasoria». Y es que, añade, «no se puede poner allí un policía las 24 horas del día, es imposible de controlar». Por ello, aboga por seguir el camino marcado por otros ayuntamientos de Cantabria que están optando por colocar estos dispositivos de seguridad para frenar el vandalismo.
Lo que será más difícil de conseguir es que los cientos de visitantes que recibe este lugar rehusen de tirar los residuos en este punto y opten por guardárselos en la mochila para el camino de vuelta hasta encontrar una papelera. Y es que, a pesar de los carteles y avisos colocados, verano tras verano se repite la mala praxis de abandonar botellas, latas y envoltorios de las comidas en la plataforma y, en menor medida, en los escalones. «Hay vecinos que sabemos que van y limpian con sus propias manos las escaleras y la zona del faro porque aman la naturaleza frente a otros que la destruyen». A los grafitis hay que sumar otras actuaciones incívicas, como destrozar la señalización y la cartelería de madera ubicadas para informar de las sendas que se pueden realizar por el interior del monte de Santoña.
A pesar de que los anteriores Gobierno regional y local habían prometido que este verano sería el primero en el que se regularían las visitas al Faro del Caballo para evitar su masificación, lo cierto es que no se ha puesto en marcha ninguna iniciativa. Cuando la Autoridad Portuaria de Santander firmó el convenio de cesión de uso con el Ayuntamiento de Santoña y la Consejería de Turismo, en mayo de 2022, se anunció que se iba a implantar, a través de la empresa pública Cantur, un sistema de reserva previa online para acceder al faro los meses de julio y agosto. Limitado a unas 300 personas al día. Pero la Consejería de Turismo saliente no ha habilitado ninguna plataforma digital por el momento.
Desde la Consejería de Turismo han señalado que «están a la espera del nuevo equipo de gobierno para conocer las condiciones en que quieren que se establezca el control», aunque, realmente, es algo que se tenía que haber cerrado con el anterior gobierno local para estar listo este mes de julio. El alcalde explicó que va a mantener la demanda de que se controle el acceso al faro durante el verano. «Lo último que se nos presentó en Comisión de Medio Ambiente hace dos meses es el diseño de la caseta de madera que se iba a colocar al inicio de las escaleras. No sabemos más». Gullart señala que su propósito es mantener un encuentro con el futuro responsable de la Consejería de Turismo para implantar la regulación, de la que «se iba a encargar Cantur, gestionando las reservas de las visitas y disponiendo el personal».
Igualmente, el regidor quiere que en el convenio de cesión de uso «se involucre también a Parques Naturales, organismo del que dependen los 700 escalones de descenso (y ascenso) ya que hay que mantenerlos y limpiarlos».
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