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Todo empezó con el simple juego del pilla pilla. Ella le hizo a su hermanastro un gesto típico del personaje de dibujos animados Shin Chan ( ... meneando el trasero) y le dijo: «¡A que no me pillas!». Él echó a correr detrás de ella, pero no solo la pilló, si no que, según relata ella (que en ese momento tenía ocho años), su hermanastro la tiró al suelo de casa y «empezó a restregarme su pene por el culo». A partir de ese momento, dice que tuvo que soportar una serie de agresiones sexuales que se prolongaron durante «cuatro años», hasta que cumplió los doce (el tiene diez años más).
«Me decía que si contaba algo a mamá que me iba a violar. Estaba muy asustada y por eso no dije nada», relató ayer la joven, que tiene 17 años ahora, durante el juicio que se celebró ayer en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria y que quedó visto para sentencia.
La joven aseguró que el acusado aprovechaba los momentos en los que no estaba su madre en casa y estaban los dos solos para «abusar» de ella. «También aprovechaba cuando no podía dormir y mi madre me mandaba a su cama para mostrarme pornografía en su teléfono móvil y proponerme practicar posturas sexuales. Además, me forzaba a que le hiciese felaciones y le masturbase con la mano, y lo hacía porque me amenazaba o me pegaba», detalló ella, que también dice que «intentó penetrarme, pero me resistí y no lo logró».
¿Por qué no se lo contó a su madre? Preguntó la letrada de la acusación popular. «Porque no me iba a creer». Y así lo trasladó la propia progenitora durante su testifical. Lo primero que desmintió es que su hijo (el acusado) y su hija (la denunciante) se quedaran solos en casa en algún momento. «Lo que dice ella es imposible porque siempre había alguien en casa y si salíamos lo hacía con las dos niñas (la denunciante tiene otra hermana). No había nada sospechoso, ni vi nada extraño... ni un gesto».
El acusado, que tiene derecho a no decir la verdad, también negó los hechos por los que está procesado. «Se lo ha inventado todo», aseveró. Sin embargo, las dos peritos que han explorado a la denunciante dan «credibilidad» a su relato. «Todos los indicadores son compatibles con una agresión sexual intrafamiliar. No vemos una fabulación ni contradicciones, ni un interés en perjudicarle». Por todo esto, las acusaciones mantuvieron sus petición de pena de 15 años de cárcel y una indemnización de 30.000 euros por daños morales al considerar al acusado autor de un delito continuado de abuso sexual con acceso a carnal.
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