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Los pescadores santoñeses, Ángel Alonso Palomares y Antonio Martín Solar, estaban realizando, como cualquier tarde, labores de limpieza en una pequeña embarcación en la dársena del puerto cuando observaron que «algo anormal» flotaba sobre las aguas. «Tenía caparazón oscuro y unas aletas negras que, al moverlas, levantaban una gran cantidad de agua». Sorprendidos por el curioso animal marino que tenían ante sus ojos, decidieron capturarle, e «inmediatamente se pusieron en acción, persiguiéndole y tratando de arrinconarle hacia la escollera del muelle».
La operación de captura les llevó más de una hora, pero aún más difícil les resultó sacar a tierra lo que terminó por ser una tortuga laúd gigante. «Los dos pescadores sufrieron varios aletazos en los intentos de amarrar sobre sus aletas unas cuerdas para arrastrarla por la rampa a la carretera de la dársena». Finalmente lo consiguieron y en el muelle se personaron la autoridad Marina, el sargento de carabineros y numerosos agentes.
Así comienza la historia de este insólito suceso que ese día y todos los que vinieron después causó una gran expectación, convirtiendo a Santoña en protagonista de las noticias de periódicos regionales, nacionales, televisiones, radios y que trajo hasta la villa marinera al conocido como el 'amigo de los animales', Félix Rodríguez de la Fuente. De aquello se cumple ahora 50 años. El quelonio apareció un 29 de abril de 1969 y se marchó de las aguas santoñesas un 11 de mayo. Los vecinos más veteranos, a buen seguro, guardan en su memoria recuerdos imborrables de aquellas jornadas en las que todo aconteció alrededor de aquel espectacular animal.
Y es que, si ya fueron cientos los santoñeses que presenciaron su costosa captura, por miles se cuentan los oriundos y foráneos que se acercaron los siguientes días a contemplar el quelonio; siendo un evento multitudinario su posterior liberación. No era para menos. La tortuga laúd, más propia de las aguas tropicales que de las del Cantábrico, era digna de admirar. En la crónica que escribió hace medio siglo para El Diario Montañés, el entonces corresponsal Francisco S. Arenado, detallaba que el animal tenía «un diámetro de 1,90 centímetros y un peso aproximado de 300 kilos». Tras su captura, quedó «a disposición de la Comandancia Militar de Marina, dejándola en las aguas de la dársena debidamente amarrada para que no pudiera soltarse», a la espera de que la autoridad decidiera los pasos a adoptar.
Entre tanto, acaparó todas las atenciones y cuidados. El corresponsal del Diario explicó que «la captura del raro ejemplar se puso en conocimiento de los distintos aquariums de España y del extranjero, esperando los pescadores que la habían cogido que alguno se interesara para su traslado». Mientras tanto, relató Arenado, «continúa siendo alimentada y haciendo las delicias de tantas y tantas personas que se acercan a la villa para contemplar el descomunal animal».
Así, el 1 de mayo, festividad de San José Obrero, acudieron más de 20.000 curiosos. «Automóviles de Bilbao, Santander, San Sebastián y hasta de las dos Castillas llegaron a Santoña, dirigiéndose todos a la zona marítima». Una vez en el viejo muelle, el público se aglomeraba en las machinas para ver a flor de agua la gigantesca tortuga y fotografiarla.
La noticia llegó a oídos de Félix Rodríguez de la Fuente, que aprovechó una visita a Santander para rodar el primer capítulo de su nuevo programa 'Aventura' para acercarse hasta la villa con el objetivo de «poner a salvo» al reptil. El naturalista se propuso devolverla a la libertad, a su medio marino, dando así «el pueblo español y el pueblo de Santoña una verdadera lección de amor a los animales que daría la vuelta al mundo».
En la tarde del 9 de mayo, Rodríguez de la Fuente fue recibido en el municipio por el entonces alcalde, Ángel Badiola Argos, y el ayudante de Marina, Antonio Bueno, dirigiéndose los tres al muelle viejo. «El quelonio fue sacado de las aguas de la dársena y colocado en la rampa donde fue reconocido por el doctor que le observó unas pequeñas heridas a causa de su cautiverio». Finalizada la revisión, prometió a las autoridades volver el domingo, 11 de mayo, acompañado de personal especializado para curarle las heridas y después ponerla en libertad». Siguiendo las indicaciones del naturalista, «la tortuga fue colocada en otro lugar del muelle viejo, a fin de que gozara de mayor movilidad y evitarle heridas al rozarse con los muros del muelle».
A media mañana del domingo más de 15.000 curiosos se concentraban en el muelle viejo donde recibieron con una «cerrada salva de aplausos» a Rodríguez de la Fuente y al veterinario del Instituto Oceanográfico de Santander, Benito Madariaga, que se encargó de labores de cura. «Principalmente en una aleta inferior izquierda que tenía algunas escarificaciones y procedió a darle unos antisépticos líquidos para evitar que los peces y los parásitos la mordieran en las pequeñas cicatrices que tenía».
Seguidamente, se tomó las medidas del animal y en su aleta derecha posterior le anillaron una placa metálica con la inscripción: 'Museo de Ciencias Naturales Madrid- Santoña 11 de mayo 1969. A.D.E.N.A', con el fin de que si era capturada nuevamente, pudiera conocerse el tiempo transcurrido entre ambas.
Realizadas estas operaciones, describió Arenado en su crónica, «la tortuga fue de nuevo lanzada al mar sujeta con las cuerdas que le han tenido atada durante sus doce días de cautiverio». Todas las escenas fueron grabadas por los equipo de Televisión Española para la posterior emisión de un reportaje. Seguidamente, se izó al animal a bordo de la cubierta del pesquero gallego 'Domínguez Díaz', con el apoyo de toda la tripulación.
El barco salió a alta mar, y cuando se encontraba a cinco millas, Ángel Alonso, uno de los pescadores que la capturó y desde aquello conocido como 'Gelín el de la tortuga', la devolvió a la libertad, dándole antes un beso en una de sus aletas. Una vez soltado el quelonio se hundió rápidamente en las profundidades, un buen síntoma a ojos del naturalista que entendió que eso significa que «cuenta con gran cantidad de recuperación pulmonar, suponiendo que se repondrá de las penalidades sufridas durante su cautiverio, ¡Adiós amiga!»', le dijo. Se cerró así una historia que Rodríguez de la Fuente tildó de «alto valor aleccionador en cuanto a que, gracias a Dios, nuestro nivel cultural, en lo que refiere a la protección de los animales, se está elevando de forma considerable».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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