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La fotografía se hizo viral el pasado miércoles. En ella se ve «una cola» de jóvenes –con toallas sobre sus hombros y dispuestos a meterse al agua para paliar el calor de la jornada– esperando para descender por los escalones del Faro del Caballo, en ... Santoña. No es una ruta precisamente sencilla. Los más de 700 empinados escalones de descenso no son aptos para sandalias, chanclas o calzado suelto, y, además, una vez alcanzada la plataforma el baño está prohibido. Se trata de un camino estrecho que, en ciertos tramos, tampoco permite que las personas bajen y suban a la vez.
Claudia Solano fue quien inmortalizó ese momento. La santoñesa cuenta que ella completa la ruta casi todos los días, y se encuentra muchas imprudencias entre los visitantes. Personas con indumentaria y calzado inadecuado, otros que no llevan agua para hidratarse o también hay quien prefiere llevar alcohol hasta el faro para consumirlo en ese enclave, ejerciendo la mala praxis de abandonar allí basura y residuos. «El turismo es bueno para nosotros, pero no lo queremos de este tipo», apunta Claudia, quien explica que «son los santoñeses quienes en muchos casos recogen la zona del faro». Hace hincapié en que las actuaciones de limpieza «no duran» y han vuelto los grafitis. Además, tanto ella como sus amigos han tenido que ayudar a visitantes poco preparados en alguna ocasión. Pero la estampa de masificación del miércoles era especialmente llamativa: hasta «300 personas» esperando para emprender la ruta.
Javier Gullart
Alcalde de Santoña
Claudia Solano
Testigo y autora de la fotografía
El alcalde de Santoña, Javier Gullart, quitó hierro a lo sucedido y aclaró a El Diario Montañés que lo de este miércoles «fue una coincidencia». En concreto, coincidió el espléndido día con una excursión de belgas que se instalan todos los años en la localidad para hacer surf. El regidor afirma que lo que se ve en la fotografía es «un grupo homogéneo de jóvenes», todos forman parte de la misma expedición, y que «no es una cola de personas esperando para bajar», sino que los jóvenes están organizando la ruta antes de iniciar el descenso. «No es algo que ocurra todos los días», recalca y añade que la foto por sí sola «está sacada de contexto» puesto que no hay imágenes de las escaleras ni la base del faro colapsadas.
Para evitar la masificación propia de la época estival, la Consejería de Turismo, a través de Cantur, y el Ayuntamiento de Santoña llegaron el año pasado a un acuerdo para un nuevo convenio que pondría en marcha un sistema de gestión de control de accesos al Faro del Caballo mediante reserva previa durante los meses de verano. El pacto no ha llegado a materializarse para este verano, posiblemente por las elecciones y el cambio de gobierno en la villa. El propio Gullart sostiene que en el Consistorio no tienen noticias de la regulación.
El objetivo del control es preservar y proteger el patrimonio paisajístico, medioambiental y marino del entorno del faro, que supone un gran atractivo turístico para Santoña por lo peculiar del lugar rodeado de las aguas cristalinas del Cantábrico. No obstante, por el momento, la regulación tendrá que esperar, al menos otro verano.
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