Secciones
Servicios
Destacamos
Han vuelto. Con más ironía, con más arte y con más garra que nunca. Tras dos años de obligado silencio, las murgas regresaron anoche a las tablas para entregar sus voces y pasodobles al Carnaval de Santoña. Para poner la banda sonora al llegar otro ... febrero.
Cuatro agrupaciones encendieron la mecha de la fiesta – la última que se celebró antes del covid en Cantabria y la primera en recuperarse ahora – adaptada, en todo momento, a la normativa sanitaria. El afamado concurso levantó el telón con restricciones, pero sin perder ni un ápice de su esencia. Esa, permanece intacta. Anoche tocó reír a carcajadas con las parodias, olvidarse de la rutina con los originales disfraces y aplaudir un espectáculo que, a pesar de los mil y un obstáculos, brilló con todos los honores.
La carpa de la plaza de San Antonio colgó el cartel de aforo completo que, este año, está limitado. Solo 600 personas pudieron disfrutar del evento en directo. Y lo hicieron con mascarillas, guardando las distancias y algo más abrigadas de lo habitual al estar la carpa abierta en varios puntos para facilitar la ventilación. Pero a nadie le importó. Al contrario. El público estaba hambriento de ingeniosas coplas y estribillos satíricos.
Y las agrupaciones, tras tantos meses en barbecho, tenían mucho que contar y cantar. A las once de la noche se dio el pistoletazo de salida al primer pase de preliminares que sacó a escena a Las Santas, Amigos de Chechu, Las Soberanas y Canallas.
Los murguistas tiraron de ese arte y cachondeo tan suyo para sacarle el lado humorístico al covid - tema estrella en los repertorios -, parodiar el premio Gordo de la lotería que cayó en Santoña y hasta se burlaron de las pinturas de colores de Okuda que inundan todo. Tiraron sus dardos a Pedro Sánchez por la subida de la luz y fueron críticos, muy críticos con Revilla por confinar Santoña colocando aquellas inmensas piedras en la carretera. La voz de la calle sacó su vena más reivindicativa por los derechos laborales de las mujeres conserveras y desprendieron emoción con los homenajes al pescador santoñés desaparecido, Fernando Solano.
El covid y la incertidumbre han provocado que el certamen tenga este 2022 unas de las participación más reducidas de su historia. Tras las bajas de última hora de Frágile y Maky's solo cantarán ocho agrupaciones. Hoy, a las once de la noche, harán lo propio los cuatro conjuntos que restan: Galipoteros, Marchosas, Artistas y las Niñas. En esta edición, se da la circunstancia, además, que la mitad del cartel está copado por murgas íntegramente femeninas, demostrando su más que activo papel en este evento.
Precisamente mujeres fueron las encargadas de romper el hielo. La murga Las Santas impregnó la carpa de paz y libertad con su particular comuna en la que viven entregadas a una vida natural y despojadas de bienes materiales. Regresaron a las tablas dejando el listón más que alto. Aunque a nadie le pilla por sorpresa el talento y el descaro de esta agrupación, que en 2019 y 2020, hizo historia en el certamen al quedar en segunda posición, acariciando las ansiada victoria. Anoche se postularon, una vez más, firmas candidatas.
Desde su retiro espiritual, se presentaron cansadas de esta sociedad que «huele a desgaste y maldad». En sus pasodobles repasaron los rincones de Santoña que, cantaron, pueden ser cómplices de las grandes decisiones. Aconsejaron «deshacerte de las malas noticias perdiéndote en el horizonte que se divisa desde Berria», refugiarse en el muelle para «respirar vida» y recorrer las calles de Santoña «cuando te falte la alegría».
Pusieron el vello de punta con su emotivo homenaje al murguista fallecido, José Lagarma e hicieron reír al respetable repasando las inversiones de los ayuntamientos. «Los de Noja, invirtieron en biodiversidad todos sus miles de millones y ahora, entiendo, la fauna que hubo en verano en su botellones».
En el popurrí, entre meditación y meditación, se burlaron de la «boca seca» de Miguel Bosé, ironizaron que hoy puede ser un gran día «si no eres la hija de Antonio David» para acabar asegurando que la felicidad es que «te dé negativo un test para poder viajar» o «te dejan preñada como a Campanario a dos días de palmar». En sus últimas estrofas, levantaron la voz para mostrarse dispuestas a plantar cara por la lucha feminista y se acordaron de los más pequeños, los «superhéroes de una pandemia», que les está robando sus mejores años.
A ritmo de rumba se presentaron los Amigos de Chechu transformados en los reyes gitanos. Para celebrar su 20 aniversario se enfundaron sus mejores galas: colgantes de oro, chandalés extravagantes de marca y camisas de Dior. Los Gipsy Kings de Santoña- aludiendo al programa de televisión que se emitía en Cuatro- conquistaron al público con su desvergonzado repertorio y una escenografía en la que no faltó un trono y el símbolo del dólar.
Sus ganas de cachondeo las aparcaron para sacar la «rabia» que llevan guardada contra Revilla por su «traición» cuando confinó el pueblo. «No olvidaré la puñada de hace ya un par de veranos, abriste las fronteras para los de fuera y ya en septiembre, cuando el vasco vuelve a casa, a mi Santoña confinaste por la espalda». Los de Chechu recibieron una sonora ovación al entonar que «están hasta los cojones de Revilla, que nos llevará a la ruina por su mala gestión».
Sus letras despertaron la emoción al recordar esa mar, que tanto da a Santoña, pero que enseña su lado más «maldito y caprichoso» cuando se cobra la vida de otro marinero, Fernando Solano, que «brillará en el cielo».
Y llegó el tiempo de diversión con estos gitanos, que «han escuchado a más de un payo lo malo que era vacunarnos..., pero todos los gitanos nos solidarizamos y como el resto de los humanos, pues nos pinchamos». Al compás de los timbales, se cachondearon de Laredo que «tiene más cosas y es más grande que Santoña. Ellos tienen ITV, un hospital y hasta el Mercadona... Y el Faro del Caballo, y el capricho de Gaudí y las cuevas del Soplao... La escuela de pesca nos lo han quitado pero ¡qué pena que allí no tenéis gitanos!». Con mucha curiosidad, se preguntaron dónde está el Gordo, que cayó en Santoña, y a pesar de los rumores, nadie sabe a quién y reprocharon a Pedro Sánchez que cada vez que habla «sube el pan».
Desde las entrañas del monte Buciero aparecieron las Soberanas que se estrenaron en el concurso granjeándose el cariño de su pueblo. Estas jóvenes debutaron anoche en la categoría de adultos, aunque están más que curtidas en estas lides de sus años de experiencia en infantil. Y se notó. Los nervios iniciales dejaron paso a la valentía y la ilusión de un grupo de «niñas» que cumplen «un viejo sueño» y llegan «con ganas de aprender y con respeto por el concurso».
Estas guardianas del Buciero - que hasta colaron a un jabalí como figurante en el escenario- agradecieron la labor del fallecido José Lagarma, que «nos enseñó a subir a cantar» e ironizaron con que ya entienden a los negacionistas de Vox, que «no quieren vacunas por si les quita de saludarse como ellos son ».
Con una buena dosis de guasa, se mostraron hartas del«ingobernable» virus y aventuraron que, como vengan nuevas pandemias, van a tener que cantar por videollamadas. Antes de despedirse, se unieron para luchar por todas las mujeres que quieren llegar a casa por las noches «sin miedo».
Y las puertas de la fábrica más 'Canalla' se abrieron de par en par para dar la bienvenida a las reinas de Santoña. Que no son otras que esas mujeres conservera que dedican su vida a elaborar la anchoa. La casualidad ha querido que el tipo de esta murga esté pegado a las más rabiosa actualidad.
Su tributo a las «invencibles» sobadoras llegó para dar aún más voz a la lucha de este sector por sus derechos laborales. No en vano, en los pasodobles los Canallas exhibieron una de las pancartas que ha presidido las últimas manifestaciones en la villa reclamando un convenio digno. En sus letras, lamentaron que la patronal «no valore nuestro trabajo y nuestro esfuerzo y mantenga nuestros salarios por debajo de lo legal». La agrupación rememoró tambén a la murga de los Vinikis, que en una de sus participaciones de antaño lució este mismo disfraz. De hecho, aquel emblemático traje se pudo ver como decorado sobre las tablas.
La suya es una versión más actualiza de las conserveras. Con un uniforme rosa, el delantal y su banda y corona de reinas, dejaron por unos minutos de sobar el bocarte para chismorrear sobre Okuda que «no ha parado de colorear con su estilo tan peculiar el país en el vivimos: faro, murales, pueblos o una gran ciudad».
Sacaron punto a los adornos navideños que no terminaron de gustarles por sus colores rojos, que parecían animar a «votar al PSOE» y tiraron de sorna para cantar que el alcalde y el concejal de Obras «siempre andan pegados» y ni el covid ha podido separarles. Hilaron fino para criticar la falta de Policía Local y hasta tuvieron para el tenista Djokovic que no pudo jugar en Australia porque «su pasaporte de la vacuna no era lagal».
Antes de volver a hacer los octavillos, se pusieron serias para recriminar a Sánchez que suba «la luz, la vivienda, lo del peaje, autónomos y también el gas» y sacaron el orgullo que sienten por su pueblo que no se doblegó ante la «humillación» de Revilla, que «nos encerró sin dar respuesta, invitando a venir a los de fuera y el de casa carga con las consecuencias».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.