Las navidades del 36 en Santoña
Santoña ·
Santoña vivió el inicio de la guerra civil de manera cruenta entre los vecinosSecciones
Servicios
Destacamos
Santoña ·
Santoña vivió el inicio de la guerra civil de manera cruenta entre los vecinosjosé RAMÓN ALONSO belaustegui
Miércoles, 15 de enero 2020, 19:44
Santoña, como cualquier localidad cántabra, vivió el acontecimiento del inicio de la Guerra Civil de manera cruenta entre sus vecinos. Después de la sublevación llevada a cabo por las tropas franquistas, a medida que avanzaban los primeros meses de guerra entre julio y diciembre ... de 1936, la escasez provocó privaciones, principalmente de alimentos debido a las pobres reservas y al bloqueo de la escuadra nacionalista. Además, por aquel entonces la villa no disponía de agua corriente en las casas y se suministraba a través de pozos y fuentes públicas que provenían del manantial de la Alameda.
Los más perjudicados fueron las clases populares entre las que la hambruna hizo estragos en aquellas frías navidades.
El Frente Popular, coalición creada en enero de ese mismo año por los principales partidos de la izquierda (Partido Socialista Obrero Español, Izquierda Republicana, Unión Republicana, Partido Comunista de España, Partido Sindicalista, Partido Obrero de Unificación Marxista, Partido Galeguista y Acción Nacionalista Vasca) se convirtió en una auténtica máquina de matar contra toda idea opuesta a su régimen.
Cualquier sospechoso de conspiración fue encarcelado utilizando como presidios el penal del Dueso, el palacio de Chiloeches, el fuerte de San Martín y el instituto de Manzanedo.
En los lugares de concentración de prisioneros se registraron casos de fiebres tifoideas con alto grado de mortalidad. Los empresarios sicilianos dedicados a las conservas en salazón, tuvieron que salir precipitadamente hacia sus lugares de origen por la imposibilidad de enviar anchoa en salmuera a Italia.
Las monjas del colegio Sagrado Corazón se refugiaron en casas particulares para no ser aprehendidas, y el coadjutor, D.Cirilo García, logró salvar su vida escondiéndose en casa de un vecino, no sin antes poner primero a buen recaudo el tesoro de la Virgen del Puerto, ocultándolo en casa de la vecina Flora Vega y más tarde en la tienda de Lucinio, donde permaneció escondido cerca de un año hasta la llegada de las tropas nacionalistas, evitando así que fuese destruido.
Fueron apresados en sus domicilios y posteriormente ejecutados, los vecinos simpatizantes de derechas: Carlos Medialdea Albo, Francisco Benito Bardón, Carlos Guerra Pérez, Santiago Mirones Colina, Modesto López Calvo, Emiliano Pinto Niño, además de los tenientes Esteban Larios, Ignacio Irubarri y Bernardo Ruiz, que fueron gentilmente paseados hasta Santander para después darles matarile.
Uno de los hechos que más conmocionó el municipio fue el encarcelamiento y posterior desaparición de nueve muchachos de edades cercanas a los veinte años, sospechosos de ser instigadores contra el régimen de coalición de izquierdas: Carlos Ugalde Ibáñez, Ángel Carrera Valle, Felipe Alonso Fírvida, Ángel Lloreda Gómez, Rogelio Maza Canales, Pedro Echevarría Sárraga, Antonio Argos Sáez, José Solana Villa y Manuel Loza Fuentes.
Se rumoreaba entonces que sus cuerpos podrían descansar en el municipio de Hazas de Cesto, lugar al que supuestamente fueron conducidos para ofrecerles la opción del precipicio o la bayoneta, lanzándose la mayoría al vacío con tal de evitar ser clavados.
También dos capuchinos del convento de Montehano fueron sacados a la fuerza de su residencia y asesinados en Berria por unos vecinos de Escalante.
Entre estos escalofriantes datos tampoco se libró de las autoridades del Frente Popular el párroco de la Iglesia de Santa María del Puerto, D. Francisco González de Córdoba. La coalición izquierdista ordenó registros en su domicilio, requisó colchones, sillas y otros enseres, incluida la máquina de escribir, además de arrebatarle las llaves de la iglesia y de la casa parroquial; después fue conducido amablemente y sin sobresaltos hasta el barco prisión Alfonso Pérez, lugar donde le fusilaron, no sin antes escribir una emotiva carta a su madre que, aunque inacabada, en sus letras invitaba a sus compañeros de presidio a rezar y arrepentirse de sus pecados en los momentos previos a ser asesinados.
El barco prisión Alfonso Pérez se convirtió en una masacre para muchos vecinos de Santoña simpatizantes de derechas, siendo muertos en el mismo la impresionante cifra de 157 paisanos de la localidad.
Los presos que lograron sobrevivir fueron trasladados al penal del Dueso hasta la llegada de las tropas franquistas, momento en el que fueron liberados y comenzó una nueva y cruel represión de la misma forma y, lo más triste, continuando una vez acabada la guerra civil durante los más de treinta años que duró la dictadura franquista.
Queda claro, por si alguien no se dio cuenta, que las guerras son la mayor vergüenza de la sociedad. En las mismas no hay malos ni buenos, tan solo tristes vencedores e infortunados vencidos.
Como anécdota, y ya en la era democrática, hay quien todavía recuerda que en el intento de golpe de estado del 23-F en el año 1981, aprovechando la avalancha que suponía en aquel momento el anuncio de la salida de tanques a las calles de Madrid y Valencia, algunos vecinos de Santoña de ideología ultraderechista, sacaron de sus casas pistolas que celosamente habían guardado hasta entonces para, según se iban tropezando con la gente, alentarles diciendo: vamos todos a matar rojos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.