Secciones
Servicios
Destacamos
A golpe de martillo y cincel, el joven Samuel García desafía la creencia de que los trabajos artesanales no atraen a las nuevas generaciones. A sus 24 años, este vecino de Güemes (Bareyo) talla en piedra, con paciencia y esmero, un peón con la aspiración ... de convertirse en cantero. Un oficio tradicional en peligro de extinción, que urge de vocaciones inquietas para garantizar el reemplazo de los escasos y veteranos maestros en activo.
A Samuel los trabajos manuales le apasionan. En cuanto leyó la noticia de que el Ayuntamiento de Noja iba a poner en marcha para desempleados la Escuela de Talento Joven 'Obras de artesanía y restauración en piedra natural' llamó a la Agencia de Desarrollo Local para ocupar una de las diez plazas disponibles. Tuvo que pasar un proceso de preselección en la oficina de empleo y una posterior entrevista.
El pasado mes de abril, junto a sus nueve compañeros, inició una formación teórica y práctica para reinventarse y encontrar una salida laboral en la rama de la cantería. Noja es el primer municipio de Cantabria que ofrece este certificado de profesionalidad. El Ayuntamiento ha apostado por enseñar este oficio al ser un sector con una gran demanda y con pocos jóvenes que sepan ejercerlo. «Es una oportunidad para ellos. En Cantabria quedan muy pocos, y en todo lo que tenga que ver con profesionales de la obra (carpinteros, fontaneros, vidrieros...) hay una demanda tremenda», apunta la alcaldesa, Mireia Maza.
A esta razón de peso, se sumó otro aspecto vinculado a la tradición e historia local. Y es que la comarca de Trasmiera –y Noja en particular– ha sido cuna de notables canteros, artífices de construcciones relevantes tanto dentro como fuera de España.
Poner en marcha esta Escuela Talento Joven, subvencionada por el Gobierno de Cantabria, no ha sido una travesía fácil. Al ser pionera en la región no había referencias. La técnico de la ADL y coordinadora del proyecto, Ana Viadero, explica que llegaron a plantearse desistir debido al elevado coste de la maquinaria exigida (pantógrafo, flameadora ...) para impartir este certificado de nivel 2. «Nos ha costado mucho encontrarlo, pero la regidora insistió en que tenía que salir adelante sí o sí», señala.
El curso dura un total de 18 meses. Los primeros seis meses los diez alumnos cobran una beca y el siguiente año cuentan con un contrato de trabajo con el Ayuntamiento. De los diez participantes en paro, es obligatorio que seis sean menores de 30 años y el resto pueden superar esta edad. «La verdad es que los jóvenes no han sido los máximos interesados, hubo más disposición de personas mayores de 40 y 50 años». Los seleccionados proceden de Noja, Ampuero, Meruelo, Bareyo y Bárcena de Cicero. De entre todos, llama la atención la presencia de Miryam Dorao, una veinteañera que demuestra cierta soltura tallando la piedra. «Todo el mundo me dice que es un oficio de hombres, pero, eso, es porque ninguna mujer se anima. Lo podemos hacer perfectamente», defiende.
Y es que se trata de una labor que, aunque dura, requiere sobre todo paciencia, técnica, imaginación y dedicación. Lo dice el docente del taller, Daniel Vera, que está combinando en el curso «tanto la parte creativa para dar forma a esculturas como la parte más técnica, dirigida a la obra pura y dura, de cara a saber restaurar un muro de piedra». En los primeros meses ha tenido a sus pupilos aprendiendo a dibujar bocetos y a plasmarlos en planos. Después, realizaron modelado y plantillas para, a partir de ellas, elaborar las piezas. Ya en el taller, ubicado en una sala del Centro de Ocio Playa Dorada, han llevado a cabo la práctica de abrir un bloque con cuñas y transformarlo en sillares. «Es lo más básico para coger soltura con la herramienta: con la maceta y el puntero», señala Vera.
«Quiero dedicarme a esto. Me gustan los trabajos manuales y me resulta bonito y entretenido»
«Al haber pocos profesionales puedes elegir el trabajo que haces y el precio que le pones»
Actualmente, están tallando unos peones que han diseñado previamente. «Les digo que sean muy pacientes porque es un proceso lento. Cuando estás aprendiendo se tarda en ver la evolución de la pieza». Confía en que entre los alumnos haya algún futuro cantero. «Al haber pocos profesionales, puedes elegir los trabajos y el precio que le pones. Hay muchas salidas como autónomo».
El tintineo del martillo sobre el puntero es lo único que se escucha en el taller. La concentración de los alumnos es absoluta. Ataviados con cascos, gafas y mascarillas de protección no levantan la vista del peón. Pican y pican. «Hay que ir al milímetro porque si te pasas un poco no queda tan bien», recalca Samuel. Es una técnica milenaria que requiere habilidad. «Me gustaría probar en este oficio como salida laboral. Me resulta bonito y entretenido. Las siete horas aquí se me pasan rápido».
En el otro lado de la sala, Miryam, vecina de Noja, reconoce que el taller «me inspiró curiosidad, y aunque ella lo compagina con unas oposiciones para Guardia Civil, «me viene bien para aprender cosas nuevas y me puede ayudar para reconocer obras falsas». La joven está expectante de cara a la siguiente fase del taller en el que van a restaurar, a petición del Ayuntamiento, las fachadas de la Casona del Carmen. «Va ser una satisfacción rehabilitar un edificio importante del pueblo y poder decir que lo he hecho yo».
En el aula hay otros alumnos más veteranos, como José Luis Castrillo y Carlos Martínez (mayores de 50 años) que creen que este oficio «no se va perder jamás». Lo ven como una buena oportunidad laboral. No les asusta un empleo más físico. Carlos estaba en un momento de cambio y quería un trabajo con las manos. «Ha sido una lotería que me seleccionaran. Disfruto haciendo esto y me mantiene la mente despejada. Las expectativas son muy buenas y me gustaría seguir con ello».
El Ayuntamiento de Noja está desarrollando actualmente la Escuela de Talento Joven con una subvención de 615.970 euros procedentes del Servicio Cántabro de Empleo de la Consejería de Industria, Empleo, Innovación y Comercio del Gobierno de Cantabria. El proyecto, que durará 18 meses, comprende la impartición de dos certificados de profesionalidad: el de restauración de la piedra y otro de atención sociosanitaria a personas dependientes en domicilios e instituciones. En total, participan 20 alumnos, dos docentes, así como personal de coordinación y administración. La subvención concedida está financiada con fondos de empleo de ámbito nacional y autonómico y el Consistorio aporta 40.000 euros.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.