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La reforma integral del centro penitenciario de El Dueso, en Santoña, recientemente inaugurada, tenía por delante un difícil reto: mantener y resaltar los ... elementos originales de la arquitectura industrial de comienzos de siglo XX. En el interior del penal, levantado en 1907, se conservan valores patrimoniales históricos de gran relevancia, destacando como máximos exponentes las naves industriales, que acogieron los talleres ocupacionales. Más allá de la modernización del módulo 1 que alberga la mayoría de las celdas, ha sido en estos inmuebles donde se ha acometido la parte más relevante de la actuación.
Dos de estas construcciones -en una tercera nave no se ha intervenido- han sido restauradas respetando, en todo lo posible, los diseños y materiales originales y las técnicas constructivas empleadas entonces. Se encontraban en desuso y tras su compleja rehabilitación -una prácticamente en ruinas- se han adaptado para darles una nueva vida. Ahora, se destinarán a salón de actos, escuela y biblioteca y almacén.
En estos tres talleres ocupacionales, la prisión formaba a los internos en oficios para facilitar su reinserción en la sociedad tras cumplir la condena. «Uno estaba dedicado a la cerrajería, donde se encontraba también la central eléctrica, otro a la carpintería y el tercero a la alpargatería», recuerda el presidente de la Red de Patrimonio Industrial de Cantabria, Víctor Moreno.
Aunque su principal misión fue la de formación profesional, en estas estancias también se realizaron trabajos productivos. «Gran parte de la carpintería del propio penal se hizo en ese taller, como las puertas de las celdas que aún perviven. También se construyó maquinaria, utensilios como platos metálicos y se realizaron muchos trabajos para imprentas. Además, se colaboraba en la fabricación de productos para empresas externas», añade. Estuvieron operativos hasta 2005, casi un siglo.
Víctor Moreno
Presidente de la Red de Patrimonio Industrial de Cantabria
Emilio Álvarez
Jefe de obra
Más allá de su labor educativa, estos inmuebles sobresalen por su estilo arquitectónico y estética. «Se diseñaron y construyeron con las tecnologías más avanzadas de principios del siglo XX», resalta Moreno. Los ingenieros encargados del proyecto del penal viajaron por Europa, llegando incluso hasta Rusia, para visitar este tipo de infraestructuras penitenciarias y recabar información sobre los últimas técnicas constructivas en este tipo de complejos.
Con esas referencias, se ejecutaron estas tres naves con muros de ladrillo macizo y cubierta de cerámica armada con lucernarios de hierro y cristal. La innovación más destacada fue la utilización de cerchas (estructuras que sirven para mantener la cubierta) metálicas. Un material novedoso, ya que generalmente eran de madera sobre la base de pilares de piedra. Estas estructuras metálicas, inspiradas en el sistema del ingeniero francés Henri de Dion, proporcionaban una imagen más estética a las obras. Todo ello, unido a su singular planta de 64 metros de longitud, 12 de anchura y 6 de largo, hace que sean «uno de los elementos de la arquitectura industrial más relevantes del patrimonio industrial de Cantabria», asegura Moreno.
Una de las naves, además, conserva la chimenea de ladrillo. También atesora las históricas máquinas (prensas) que se emplearon en las labores de producción, lo que confiere a un más valor a este conjunto de elementos industriales. Para Moreno, la recuperación de estos inmuebles es un ejemplo de «buenas prácticas» y ensalza «los conocimientos y sensibilidad de la dirección de los trabajos».
Emilio Álvarez, jefe de obra, reconoce que ha sido una rehabilitación compleja porque «se ha respetado en todo momento lo preexistente, adaptándolo a las necesidades actuales». Una de las naves estaba «muy deteriorada y casi no quedaba nada». Se ha recuperado conservando su fisonomía y rescatando las cerchas metálicas. «El proyecto contemplaba quitar toda la estructura y hacerla nueva, pero hemos conseguido recuperar nueve de las once cerchas. Fue complicado, pero ha valido la pena», comenta. Para las fachadas, que estaban vencidas, se empleó ladrillo muy similar, se consiguieron la mismas celosías de hormigón para las ventanas, tejas de cerámica parecidas... Para la otra nave, que estaba algo mejor y conservaba parte de la cubierta, se siguió igual criterio. «A medida que avanzábamos era un orgullo verlo y en la inauguración nos felicitaron por el resultado».
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