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A las siete de la mañana la tripulación del pesquero 'Marcelina Lecue', con base en San Vicente de la Barquera, ya había desembarcado en el puerto de Santoña los 4.500 kilos de bonito que traían en sus bodegas. Para esa hora, la Cofradía de ... Pescadores 'Virgen del Puerto' tenía todo listo para acoger la subasta de los primeros túnidos que han llegado a Cantabria para estrenar la costera.
Para los de San Vicente ser la embarcación de vivero en dar el particular 'campanu' del bonito en la región ha tenido su recompensa. Los ejemplares más grandes (8,5 kilos) han alcanzado un precio de 13 euros en lonja, mientras que el bonito mediano o 'recortado' (6 kilos) se ha pagado a 10,50 euros.
Unos precios «muy disparados», ha valorado el patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Santoña, Miguel Fernández, al tratarse de las primeras capturas de esta especie en entrar a un puerto cántabro. Todo el pescado, los 4.500 kilos, ha sido adquirido por un mayorista, 'Pescados José Luis', que surte a las grandes superficies.
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Javier González Mellado
Fernández ha reconocido que la cotización en lonja de los túnidos ha sido una «grata sorpresa». En la historia de la Cofradía de Santoña , «nunca se ha vendido a este precio tan alto». De cara al próximo lunes, el patrón mayor ha anunciado que habrá nuevas subastas en el puerto local. «Hay muchos barcos que han salido este pasado martes, llevan ya bastante días, y el tiempo en la mar va a empeorar, por lo que van a entrar a vender más embarcaciones».
Para la flota cántabra la costera del bonito es vital ya que supone más de la mitad de sus ingresos anuales. Eso, para los de vivero. Para los de cacea, tras una «desastrosa» campaña del verdel, constituye el 70% de su facturación. Pero esta temporada todo será distinto. Las esperanzas de hacer una campaña rentable se han caído literalmente por la borda dado el elevado precio del gasoil. «Prácticamente van a salir todos los barcos, tanto de los de vivero como los de cacea, pero en cuanto se estabilicen los precios habrá embarcaciones que tendrán que dejar de faenar», ha aventurado Fernández.
Actualmente, el sector está pagando el combustible a algo más de un euro por litro y las cuentas no salen. «Ya no es que no vayan a obtener beneficios, es que no van a cubrir siquiera los gastos». Para hacerse una idea de la situación, el patrón mayor ha explicado que «los pesqueros más grandes para una semana de faena desembolsan 20.000 euros en gasoil y si descargan, por ejemplo, 10.000 kilos, no van a cubrir los gastos. Es imposible. En dos mareas que salgan y no pesquen bien, van a perder entre 15.000 y 20.000 euros. Van a acumular pérdida tras pérdida». Para los de menor tamaño, el agujero económico será aún más grave.
Está, será, sin duda, la campaña del bonito «más costosa» de la historia, sostiene Fernández. «En vez de la costera del bonito, va a ser la costera del gasoil. Vamos a ir a faenar para pegar el combustible». Ante este desolador panorama, el patrón mayor «quiere y desea» que la temporada sea como la pasada en la que los ejemplares aparecieron en cantidad en aguas del Cantábrico y se agotó el cupo. Para este año, la cuota disponible es de 18.126 toneladas. Un 4% más. «El año pasado se cubrió para el 20 de agosto y dejamos bonito en la mar. Creo que este año se extenderá hasta fiestas de septiembre, por lo que ya he dicho que prácticamente la mitad de la flota, en cuanto tenga pérdidas, dejará esta costera». La de esta especie se desarrolla como pesca olímpica. No hay topes diarios, ni límite de descargas. Cada kilo subastado se va descontando del total hasta que se agota.
La clave es que aparezca cerca de casa para reducir lo máximo posible los gastos. «Lo importante y la mejor subvención para nosotros es que entre por carel (por un lado del barco)». Y, en su búsqueda están centrando sus esfuerzos los hombres de la mar desde comienzos de esta semana. La costera del bonito se presenta cada vez más temprana. Antaño, la fecha marcada para el inicio era la festividad del Carmen pero «desde hace unos cuatro años se ha adelantado como un mes».
La razón, ha apuntado el patrón mayor, es el cambio climático que «en la mar lo llevamos observando desde hace mucho tiempo». El bonito requiere una temperatura entre 18 y 20 grados lo que unido a la gran cantidad de bocarte, bocado preferido del voraz atún, hace que dé la cara en el Cantábrico cada vez con más antelación.
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