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DIEGO RUIZ
SANTOÑA.
Sábado, 9 de septiembre 2017, 07:58
El Fandi, a las once y cuarto de la noche del jueves enviaba a los organizadores de la corrida de Santoña un escueto parte médico, emitido por el Hospital Quirón de Murcia, en el que se informaba de una rotura muscular del tercio medio proximal ... del abductor mayor de miembro inferior derecho que, por tratamiento fisioterápico y rehabilitador, recomendaba reposo al diestro granadino. Este contratiempo obligó a cambiar el cartel y poner como sustituto de Fandila a Miguel Abellán. El torero del madrileño barrio de Usera, hace algunos años entre los primeros del escalafón, llegaba a la villa marinera con tan solo un festejo en su haber, un pobre bagaje para estas alturas de la temporada.
Ese fue el mayor contratiempo que a las seis de la tarde presentaba el coso santoñés, con una gran entrada de público, y mucha música en sus tendidos. Público como éste es difícil de encontrar, sin duda.
Encabezó la terna Juan José Padilla, que lleva una temporada muy intensa de festejos. Enfundado en un terno botella y oro, recibió al primero de Las Monjas, colorao y con romana, y muy cómodo de cara, con una serie de verónicas, sin estirarse, pegado a tablas. Empujó el burel en el caballo, donde se le recetaron dos fuertes puyazos. Pareó la cuadrilla para disgusto del respetable.
Plaza de toros de Santoña Tarde de sol. Casi lleno. Se lidiaron seis toros de Las Monjas, bien presentados, que dieron juego.
Juan José Padilla (verde botella y oro) Estocada, vuelta al ruedo. Estocada, aviso, dos orejas.
Miguel Abellán (verde manzana y oro) Estocada que hace hilo, oreja. Estocada caída, petición y saludos.
El Cid (verde botella y oro) Estocada casi entera, oreja con fuerte petición de la segunda. Estocada caída, dos orejas.
El toro presentó alguna dificultad en los primeros pases para, en la segunda tanda, desarrollar una embestida noble que el jerezano no aprovechó del todo. Faena corta que culminó con una serie de manoletinas muy ajustadas. La estocada arriba se quedó en una leve petición que sí supo entender el presidente y una clamorosa vuelta al anillo. El toro mereció también una gran ovación.
Abellán, de manzana y oro, salió a por todas en su primer toro. Tres largas cambiadas de rodillas y una serie de verónicas con brío en el centro del ruedo. El toro empujó, como su hermano, en el caballo. Bien estuvo el madrileño con la diestra ante un toro que escarbó mucho y que se dejó hacer. Los pases rodilla en tierra de Abellán calentaron los tendidos, dentro de una faena templada, a veces ventajista, que cerró con manoletinas. La espada hizo hilo y necesitó de dos descabellos para matar. Fuerte petición y oreja bondadosa. Miguel Abellán no ha perdido recursos, a pesar de todo.
A El Cid le tocó un toro correoso, escurrido, y con menos fuerzas que sus hermanos. Una sola vara para que el sevillano acometiera una faena de muleta prometedora emborronada por las constantes caídas del burel. Aún así, de las manos del de Salteras llegaron los mejores pases de lo que se llevaba de tarde. Se arrimó al final buscando el triunfo y la estabilidad del toro. Y mató de una estocada casi entera arriba. Oreja y fuerte petición de la segunda.
El cuarto, más feo de hechuras que sus hermanos, dejó lucirse con la capa a Padilla, que no estaba dispuesto a irse de vacío. Fácil y vistoso con las banderillas, al grito de ¡illa, illa, illa... Padilla maravilla!, dejó medio abierta la puerta. Primeros pases de rodillas que ponen al público en pie y dos tandas en redondo aprovechando las bondades del toro. Faena tópica del 'ciclón' que culmina con una estocada. Tardó el toro en rodar. Dos orejas.
El quinto hizo una buena pelea en varas y a Abellán le tocó la difícil misión de volver al público a la realidad, tras el éxito del 'pirata'. La tarea se complicó hasta hacerse casi imposible, más por la poca ayuda que el toro le dio a Abellán que por la voluntad del diestro. Estocada caída, petición, ovación, saludos.
Cerró el encierro El Cid, con un toro enmorrillado y el más ofensivo de cara de los seis. Embistió con clase en la primera tanda para rajarse de inmediato, buscando el abrigo de las tablas. Faena de mucho mérito del sevillano, arriesgando más de la cuenta. Mató de una fulminante estocada caída. Dos orejas.
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