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La gran cita nacional del ciclismo, la Vuelta a España, pasará el próximo viernes por las calles de Santoña. La etapa cántabra Castro Urdiales-Suances rodará cerca de cinco kilómetros por la villa marinera. Las previsiones apuntan a que el pelotón se dejará ver en ... el municipio en torno a las 13.30 horas. Accederán a la localidad procedentes de Cicero por la CA-241, la carretera de los puentes. Una vez lleguen a la rotonda de Consorcio girarán a la derecha cubriendo la calles Eguilior y Gonzalo Ahedo hasta alcanzar la avenida Carrero Blanco, que la recorrerán para girar finalmente por la avenida Virgen del Puerto y salir de Santoña por la CA-141 hasta la rotonda con Argoños.
Serán apenas 10 minutos de ruta, pero una oportunidad única para los amantes de este deporte, que podrán ver en directo y animar – respetando siempre las medidas de seguridad – a los mejores corredores del circuito profesional. En esta edición se erigen como favoritos Roglic, Valverde, Carapaz o Enric Mas. Hay que remontarse hasta 1961 para encontrar por primera vez a Santoña en el recorrido de una etapa de la Vuelta por la comunidad autónoma. Aquella edición la ganó Angelino Soler y como curiosidad, por entonces, existía en el municipio la peña ciclista Velo-Club. Medio siglo después, en 2011 la ronda española volvió a dejarse ver pedaleando a toda velocidad por el municipio tras salir de Solares con destino a la meta fijada en Bilbao.
El próximo viernes se volverán a repetir estas estampas. Solo una vez, en los 75 años de historia de la Vuelta a España, la villa marinera ha sido final y principio de una etapa, con toda la repercusión mediática y promocional que ello conlleva. El acontecimiento deportivo tuvo lugar en mayo de 1989 y el pueblo se volcó en la acogida a los ciclistas. Concretamente, en la jornada del 9 de mayo, se disputó la 16 etapa Haro-Santoña, que concluyó en el paseo marítimo del Pasaje.
Miles de santoñeses y foráneos se dieron cita, con bastante antelación, tanto en la meta como a lo largo del recorrido local para recibir con aplausos a la serpiente multicolor. Fue un día histórico, que los vecinos que lo presenciaron atesoran en su memoria. Y es que, al ya de por sí insólito espectáculo, se sumó que la etapa tuvo el mejor resultado posible. «Ante un mar ligeramente encrespado y con una temperatura fresca el corredor alemán del Teka (equipo cántabro), Peter Hilse, se proclamó ganador en Santoña, mientras que el español, Perico Delgado, se enfundó el maillot amarillo al situarse líder de la carrera, que la tenía ya en su mano». De hecho, la sentenció en la siguiente etapa Santoña-Lagos de Covadonga.
La concesión de premios en el podio del Pasaje contó con la presencia del entonces alcalde, José Martín Solaeta, que hizo entrega del trofeo de ganador a Hilse y a Delgado le regaló un lote de conservas. Las crónicas publicadas al día siguiente en El Diario Montañés describen la etapa como «dantesca, peligrosa, mala, por unas carreteras que fueron temerarias para los corredores con frío, lluvia, granizo y nieve». Los tramos con más riesgo: los descensos del Portillo de la Sía, que fue «una odisea», y la bajada del puerto de Alisas, clave para marcar las distancias. La dureza de la etapa pasó a un segundo plano cuando los esforzados de la ruta enfilaron la meta y sintieron la «compañía refrescante de las aguas de la bahía» y el entusiasmo y la ovación de los que allí se agolpaban. «Ni los nubarrones ni la indiscreta lluvia – paró justo cuando llegaron los primeros corredores – impidieron que miles de santoñeses y aficionados al ciclismo, procedentes de los más variados lugares de la región, permanecieran a pie firme a lo largo del itinerario por el que discurría La Vuelta dentro de la villa, entre ellos podía verse – quizás los más jóvenes – a un grupo de niños de la guardería Carrero Blanco».
Tras la entrega de premios, el ambiente en el Pasaje se mantuvo en todo su esplendor. Y es que «era el momento de la caza de autógrafos (el gentío prácticamente se pegaba por una rúbrica de Hilse y Elliot), la petición de gorras, pegatinas y cualquier otro recuerdo publicitario, por parte de la chavalería y los que no eran tan chavales». La organización del evento fue «excelente» y el trabajo y el esfuerzo realizado los 20 días previos por los Cuerpos de Seguridad y otros colectivos se saldó con elogios. El que fuera presidente de la Federación Española de Ciclismo, José Luis Ibáñez Arana, destacó que «a Santoña le hacen falta pocas cosas para recibir a la Vuelta a España, porque posee un paisaje y una afición que hoy se han volcado con los corredores y que se lo merece todo. En cuanto a la organización ha sido perfecta y el ambiente muy caluroso».
Y si multitudinaria fue la llegada más aún la salida al día siguiente. El pelotón partió de Santoña con destino a los lagos de Covadonga (Asturias) en una etapa reina que fue decisiva para proclamar a Delgado vencedor de la Vuelta a España de 1989. El público expectante volvió a congregarse a partir de las nueve la mañana en la zona de 'El Secadero' para presenciar el control de firmas y despedir a sus héroes deportivos. Hasta la villa se acercó el laureado golfista cántabro, Severiano Ballesteros, que conversó animadamente con el líder y firmó autógrafos a sus incondicionales.
En esos prolegómenos se vivió un bonito gesto protagonizado por el ciclista Miguel Ángel Iglesias, integrante del Helios y compañero de escuadra en aquella época del santoñés Martínez Ardilla, ausente de la gran ronda española. Al recibir el ramo de flores como líder de las metas volantes se lo entregó al alcalde «para que se lo hiciera llegar a Ardilla en recuerdo de sus compañeros de equipo».
La Vuelta dijo adiós a Santoña, al igual que en su llegada, en medio del masivo aplauso de los vecinos que formaron una muralla humana a ambos lados de las calles por las que discurrió la marcha neutralizada de la caravana ciclista. Los pequeños de la guardería volvieron a salir ocupando, esta vez, la acera del colegio Sagrado Corazón, desde donde recibieron el saludo cariñoso de todos los integrantes de la serpiente multicolor, sorprendidos por el entusiasmo de aquellos pequeños aficionados que coreaban a grito pelado «¡Perico... Perico!». Y es que la Vuelta caló en Santoña y Santoña se volcó con la Vuelta.
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