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ANA COBO
Santoña
Domingo, 9 de mayo 2021, 08:16
Cuando Pepi Madrazo recibió la propuesta para posar ante el objetivo de una cámara mostrando las huellas que ha dejado el cáncer de mama en su cuerpo sintió una mezcla de miedo y vergüenza. «No sé si me atreveré», pensó en aquel momento. Hoy, siete meses después, su imagen en blanco y negro está colgada en una de las paredes de la sala de exposiciones de la Casa de Cultura de Santoña. Cuando la contempla se emociona. Llora. Y confiesa que dar este paso ha sido una «liberación total».
La misma valentía con la que plantó cara a la enfermedad le impulsó a ella y a otras once guerreras de la Asociación Cantabria en Rosa a formar parte del proyecto 'Cicatrices'. Una idea que nació de la mente de la estudiante santoñesa, Paula Pacheco, que ha puesto el broche de oro a su grado de Diseño Gráfico, en el centro universitario Cesine, con un trabajo tan artístico como reivindicativo.
Su propósito era retratar la secuelas del cáncer de pecho en varias supervivientes trasmitiendo un mensaje impregnado de vitalidad. «Quiero que valoréis la belleza de una mujer a pesar de tener una cicatriz en su piel», explicó la artista en la inauguración de la muestra fotográfica. «Que las miréis con los mismos ojos con los que las he visto yo estos meses, y veáis lo que pueden llegar a hacer sus sonrisas dentro del alma».
La estudiante agradece infinitamente la generosidad de estas doce luchadoras «inigualables». Que se han despojado de sus ropas y temores para exhibir, naturales y orgullosas, algo tan íntimo como sus 'costuras' tatuadas. «Esta exposición tiene tres objetivos principales: dar visibilidad al cáncer en general, eliminar el tabú de las cicatrices y sobre todo, mostrar que, a pesar de las heridas de guerra, siguen siendo las mismas que antes de padecer la enfermedad», sentencia Pacheco.
Las instantáneas captan el desgarrador paso del cáncer en sus torsos. Algunas modelos muestran una pequeña cicatriz, mientras que a otras les falta una parte del pecho, todo el seno o las dos mamas. Pero las doce eclipsan esas marcas con sus sonrisas únicas y sinceras. Con rostros que hablan de felicidad, esperanza y superación.
«Las fotografías trasmiten vida y queremos que vean más allá de las cicatrices», expresa Luisa Colina, una de las guerreras retratadas. Ella, como otras de sus compañeras, aún siendo incapaz de mirarse en el espejo, le echó coraje y se sumó a este proyecto. «Hay mujeres que nos dicen que no se atreverían jamás a posar y es igual de respetable, pero nos apoyan y admiran porque nosotras hemos sido capaces de hacerlo», dice.
La palabra normalidad es la más repetida por Teresa González. Es enfermera y está inmersa en un segundo proceso del cáncer de mama. «Quiero que la gente acepte la normalidad de las cicatrices y que no pasa nada por tenerlas. Hay que quererlas y asumirlas. A pesar de todo el dolor que hay detrás, estamos vivas y queremos tirar hacia adelante», sostiene. Un apoyo que amplían a cualquier tipo de cáncer y sus diversas secuelas.
La más joven del grupo es Andrea. Su vida se paralizó con 26 años al recibir el inesperado diagnóstico. Hoy, con 29, ha superado el duro revés. Dice que forma parte de la iniciativa porque es «una oportunidad para visibilizar el cáncer en mujeres jóvenes. Puede aparecer en cualquier edad». Por eso, todas remarcan la importancia de explorarse y acudir a las revisiones.
La muestra abrió sus puertas el pasado lunes y se podrá contemplar hasta el próximo domingo. El goteo de visitantes es incesante. «No nos esperábamos que fuera a tener esta repercusión», reconocen las modelos. Pacheco está entusiasmada con la respuesta del público. «Muchos visitantes salen con una lágrima en el ojo y, eso, es importante. Una exposición tiene la finalidad de emocionar, de llegar a la gente, y lo estamos consiguiendo de una manera positiva». Le llama la atención que son los hombres los que más tiempo pasan contemplando la muestra y leyendo las frases que acompañan a cada imagen.
En el acto de inauguración se proyectó un vídeo con las historias y reflexiones de las doce valientes. Confiesan que hablar a cámara les costó mucho más que posar. «Aunque fuimos nerviosas, Paula nos hizo sentir muy cómodas en las fotos, pero al contar tu experiencia se te remueve todo por dentro». Lloraron el día que lo grabaron. Y el pasado viernes, al escucharse y verse por primera vez, brotó la emoción de nuevo en sus rostros. En sus testimonios revelan que el cáncer les ha quitado algunas cosas, pero, a la vez, les ha hecho personas más fuertes y les ha enseñado a vivir de otra manera. «Valorando lo positivo y apartando lo que no merece la pena. Disfrutando de los pequeños momentos y entendiendo que la felicidad es demasiado valiosa como para dejarla escapar».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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