Roca Rey conquista Santoña y sale a hombros tras cortar tres orejas

Como la mujer del César, para ser figura del toreo hay que serlo y demostrarlo tarde tras tarde. Un día y otro, en plaza grande y pequeña y ante todo tipo de toros. Ahora mismo, en el escalafón, la figura indiscutible es Andrés Roca Rey, que este domingo cortó tres orejas en Santoña en una tarde de poco toreo caro en la que el peruano tuvo en la paciencia su mejor virtud.

El coso presentó un gran aspecto y ya una hora antes del inicio del festejo tenía cubierta una buena parte de sus localidades. Y no era para menos, toreaba en la villa Roca Rey, torero, figura, taquillero y mediático que, además, se pasa los toros muy cerca. El peruano sorteó en primer lugar a un animal de Torrealta jabonero que ya antes de llegar al caballo acusó tener problemas en la mano derecha. El público pidió su devolución, el presidente aguantó y con pausa, paciencia y mimo el diestro trazó una faena que tomó vuelo en una serie por el izquierdo y en el arrimón de las postrimerías del trasteo. No acertó a matar a la primera y paseó la primera oreja de la tarde.

Si en su primero el fallo a estoques le privó de un premio mayor, una estocada fulminante fue el culmen necesario para completar una tarde triunfal. El toro, más atacado de kilos que el anterior y abrochado de pitones, se aplomó pronto, lo que obligó a Roca a tirar de paciencia, muleta alargada y temple para, con la ayuda de una muerte fulminante del burel, cortar dos orejas ante un tendido repleto de banderas peruanas.

Había abierto plaza Román con el único toro que no pertenecía a la ganadería titular, la de Torrealta, que envió un encierro bien presentado que, sobre todo, se movió con nobleza detrás de la tela en el último tercio. El primero llevaba el hierro de Álvaro Núñez, más hondo que el resto de los lidiados, careció de celo para entregarse en la muleta del valenciano, que evidenció el buen momento que atraviesa con una mano diestra que nunca se vio atropellada por su oponente.

Con el peor lote de la tarde, el berrendo que hacía cuarto se empleó ante la vara de Borja Ruiz e incluso hubiera necesitado otra para templar un carácter gazapón y protestón en la parte final del pase. Se fajó Román por ambos pitones, aunque finalmente desistió ante las dificultades de un animal que siempre busco la defensa.

Cerraba la terna otro peruano, Joaquín Galdós, triunfador en la misma plaza hace dos temporadas y que quería repetir éxito. Lo tuvo a mano en el tercero de la tarde, salpicado y con cuajo, que pese a estar hecho cuesta arriba fue un toro de bandera en la muleta. Con fijeza, motor y fondo, Galdós no acabó de confiarse en el momento decisivo de la faena y tampoco acertó con el verduguillo, lo que dejó su premio en ovación con saludos.

El último salió con muchos pies y se midió con un Galdós con ganar de salir a hombros con su compatriota. Con el ambiente ya caldeado dibujó un trasteo largo, ante un Torrealta que se desplazó sin clase ante una muleta cuya mayor virtud fue la ligazón. Quedaba rematar, doblegar rápido al burel para conquistar Santoña. Se tiró con todo y, pese a que la tizona cayó trasera y tendida el toro dobló rápido. Dos orejas y salida a hombros junto a un ciclón peruano llamado Andrés Roca Rey.

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