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DIEGO RUIZ
Santoña
Domingo, 9 de septiembre 2018, 09:53
A las seis de la tarde el coso de Santoña era una auténtica fiesta. Los Ronceros se encargaron de ello con ese vino griego servido con trompetas y trombones. En el patio de cuadrillas tres toreros esperaban a hacer el paseíllo tragando los nervios ... entre seda y oro. Y en chiqueros seis toros de Victorino para hacer historia en una plaza marinera. La más marinera de Cantabria.
Con cinco minutos de retraso se inició el desfile de las cuadrillas hacia la meseta de presidencia. Y un pañuelo de cuadros azules y blancos como protagonista entre seda y oro. Y tela gorda de casacas de pescador.
uPlaza de Toros de Santoña Casi lleno. Se lidiaron toros de Victorino Martín, bien presentados. Noble el primero y cuarto. Peligroso el segundo, tercero y quinto. Sexto manejable.
uEl Cid (botella y oro) estocada, oreja Estocada, oreja.
uJuan del Álamo (marino y oro) estocada, oreja Cinco pinchazos, aviso, silencio.
uFortes (blanco y azabache) estocada caída y seis golpes de verduguillo, aviso y silencio Bajonazo que hace guardia, pinchazo y media estocada. Aplausos.
El primero de la tarde se aplaudió tímidamente de salida. Menuda estampa. El Cid lo paró al hilo de las tablas. Verónicas con el toro humillando mucho. Haciendo casi el avión. Más verónicas en el quite. El vitorino, flojito, se dejó hacer.
No hubo brindis a pesar de la bondad del astado. Firme El Cid en el centro del ruedo con la diestra y templado con la zurda. Faena larga que cierra con una estocada certera. Oreja y fuerte petición de la segunda. El de Salteras es perro viejo y ganó la batalla sin pisar a fondo el acelerador.
Juan del Álamo, nuevo en esta plaza, saludó al segundo, un tío, a la verónica. El toro derribó al caballo. Bien Jarocho en la lidia antes de que fuera arrollado y después que Siro que entró a la enfermería. El morlaco fue muy peligroso. Casi imposible. Brindis a su peña venida desde Santander y Juan, valiente en la lucha contra una alimaña de cuidado. Faena de mucho mérito y verdad. Oreja de ley para el salmantino que se jugó la vida con la sonrisa puesta.
A Fortes le tocó un tercero incómodo que cabeceaba al final de cada pase y que transmitía poco. Valiente el malagueño. Estocada caída y atravesada, y una larga sesión de descabellos silenciaron la faena desde los tendidos.
El cuarto hizo una bonita pelea con el caballo, metiendo los riñones y empujando con codicia. Un buen puyazo que fue aplaudido con fuerza. Quitó por delantales Manuel Jesús. Bien en banderillas la cuadrilla que saludó desmonterada. El Cid templó y mandó en algunos pasajes de la faena. Buenas las tandas con la zurda, para meterse al público en el bolsillo. Mató a la segunda y de dos golpes de descabello. Oreja generosa de sus incondicionales santoñeses y puerta grande.
A Juan le tocó otro toro complicado, áspero, que tragaba poco y mal por el pitón izquierdo. Otro bicho sin transmisión. Voluntad y valor del diestro que marró con la espada. Una pena, una oreja más tenía en el bolsillo.
Cerró el festejo un toro muy en el tipo de la casa. Veloz y listo de salida. De embestida franca engañosa. Un presunto bombón en la muleta que se rajó pronto y desarrolló mucho peligro. Cogió malamente al malagueño. Mal con la espada Fortes que brindó la faena a los chicos de la Asociación Taurina de Cantabria que no paran de organizar actividades. Domingo Siro fue intervenido en la enfermería de una cornada de 10 centímetros en el glúteo.
Con respecto a los toros de Victorino Martín, que hacían historia en esta plaza, señalar que no defraudaron. El Cid se llevó el mejor lote, dos astados nobles que tomaron los engaños con codicia y prontitud. El peor lote fue para Del Álamo, que sudó lo suyo para lidiar a los dos de Victorino. Y Fortes tampoco tuvo demasiada suerte con el sorteo. Ese revolcón al entrar a matar al último de la tarde le puso nervioso y aturdido falló con la espada. Ni al salmantino ni al malagueño les faltó entrega y pundonor. Oficio con este tipo de corridas lo irán cogiendo. Son aún muy jóvenes y el camino es largo. Bravo por ellos. El Cid, pues, de nuevo abandonó el coso más marinero a hombros, y van ya...
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