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La anchoa en salazón – que ha dado fama internacional a Santoña gastronómicamente hablando – tiene su origen en el sur de Italia. Fue a finales del siglo XIX cuando numerosos salazoneros sicilianos arribaron al norte de España en busca de anchoa ante la escasez existente en sus caladeros. Su propósito era comprar el bocarte del Cantábrico, transformarlo mediante salazón y enviarlo a los puertos italianos. Con el tiempo, algunos de esos sicilianos decidieron echar raíces, formar sus familias aquí y abrieron fábricas en las que importaron el proceso de salazón de la anchoa.
Los que se asentaron en Santoña – y la convirtieron en un referente de la industria conservera – procedían fundamentalmente de los municipios de Porticello, Terrasini y Sciacca. El alcalde de esta última localidad, en vista de los lazos de unión que existen entre ambos territorios, lanzó el año pasado al Ayuntamiento de Santoña, durante su presencia en la Feria de la Anchoa, una petición de hermanamiento, que se ha aceptado y oficializado en el último Pleno por unanimidad de toda la Corporación municipal.
El alcalde, Jesús Gullart, puso de relieve la vinculación pesquera y conservera de ambas localidades y recordó a las familias santoñesas que descienden de estos salazoneros sicilianos. Con una representación de ellos, se ha reunido antes de dar el visto bueno a este hermanamiento, que «abrirá nuestra fronteras a un turismo cultura e histórico».
El regidor indicó que también se abordó en esos encuentros un posible hermanamiento con Porticcelo, pero «se descartó al estar hermanado ya con Ondárroa y Bermeo por esta misma razón»; y el alcalde de Terrasini cuando le contactaron dijo desconocer por completo este nexo pesquero.
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