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El santoñés José Ángel Valle tenía 12 años cuando su padre le construyó un pequeño automóvil. Pero no uno cualquiera. Realizó una réplica a escala de un Mercedes de 1928. Lo hizo a imagen y semejanza de un modelo de juguete expuesto en ... una vitrina de la casa familiar. De la amplia colección que tenía, Ángel María Valle, conocido como Mari, eligió este elegante vehículo descapotable para regalárselo a su hijo por sus buenas notas en el colegio.
Hoy, más de tres décadas después, José Ángel ha 'rescatado' el vehículo, que acumulaba polvo y óxido en un garaje, para devolverlo a la vida y que sus hijos, Abelardo y Gonzalo, lo conduzcan, como hizo él de crío, por las calles de Santoña. La idea de recuperarlo rondaba hace un tiempo por su cabeza. «Era una pena que un recuerdo tan bonito estuviera ahí parado, y además, mi mujer, María, me había comentado que Abelardo se estaba haciendo mayor y era el momento de arreglarlo porque igual, en un par de años, ya le interesan otras cosas». Así que el pasado mes de marzo se puso manos a la obra.
La idea inicial era cambiar solo el motor por uno más moderno. Pero una cosa llevó a la otra y ha acabado desmontando por completo el Mercedes para mejorarlo y renovar su estética. Adaptándolo a los tiempos actuales, pero conservando la esencia de la reproducción histórica que realizó su padre, de profesión maestro industrial especializado en automoción. Mari dedicó su vida laboral al montaje de máquinas para las fábricas conserveras pero, lo cierto, es que fue un auténtico apasionado de la mecánica de automóvil.
«El concepto del coche es el mismo pero está pegando un cambio bastante importante», explica Valle, que está disfrutando intensamente con el trabajo. El vehículo, que mide 2,70 metros de longitud y 1 de ancho, llevaba un motor de gasolina de una Vespa con su embrague, freno, acelerador y marchas. «Yo de mecánica apenas tengo idea y además, para que los niños paseen con el coche por El Pasaje es un motor peligroso porque le pisas y va a todo trapo». Así que lo ha sustituido por un motor eléctrico, similar al que usan las bicicletas y patinetes de batería. «Estuve investigando por Youtube y me decidí por un modelo con una potencia que permite mover el coche con soltura».
Actualmente, está a la espera de que le llegue desde China. José Ángel cuenta los días para recibirlo porque su deseo es que Abelardo, de 12 años, lleve a bordo del Mercedes a su hermano, de 8, hasta la iglesia el día de su Primera Comunión, a principios de junio. «Antes habrá que dar algún curso de conducción, aunque no tiene ningún misterio porque, ahora, es más un juguete».
El resto de modificaciones están bastante avanzadas. «He cambiado el color a la carrocería. Era de fibra de vidrio y la pintura estaba bastante fea». Los cromados los ha encargado hacer en el mismo taller de Santander al que lo llevó su padre y «el asiento y los paneles los va a tapizar también la misma persona». Al pasar a ser un vehículo eléctrico ha sustituido el velocímetro, colocado una batería y un nuevo acelerador y panel de instrumentos. Lo ha dotado de cinturones de seguridad, de las luces reglamentarias de un coche y hasta de radio bluetooth. «Está llevando mucho trabajo pero, la verdad, está mereciendo la pena y quedando muy chulo».
Los ratos que tiene libre, José Ángel los invierte en la restauración del vehículo, que es también un homenaje a la figura de su padre, que fabricó con sus propias manos todas las piezas del coche. «Hasta la estrella del Mercedes la hizo con un molde». Una labor, que le está valiendo para reconocer el gran trabajo que realizó Mari entonces.
Muchos de los vecinos que se acercan estos por el garaje aún recuerdan el mítico vehículo. «Hace 32 años lo saqué por la zona del polígono y por la explanada del muelle antiguo. Hasta llegó a salir en un desfile de Carnaval. Mi padre le puso unas banderas militares al coche y yo iba de chófer llevando a un amigo disfrazado de coronel. Y también di alguna vez, un paseo hasta Berria. Eran otros tiempos». Ahora, serán Abelardo y Gonzalo los que sumen kilómetros e historias al Mercedes que, a buen seguro, llamara la atención por las calles de Santoña.
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