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Por las manos del artesano cántabro Abel Portilla han pasado más de 4.000 campanas. Pero ninguna se asemeja a su último encargo. «Nunca había hecho una tan grande», dice desde el interior del foso donde se 'esconde' la majestuosa creación de bronce de 5.000 kilos.
Verla, de primeras, impresiona. Conocer su fundición con un sistema tradicional, - «tal y como se hacía en el Renacimiento» -, le otorga aún más valor. Incalculable. El artesano confiesa que dar forma a esta campana ha sido «un reto». «He tenido hasta nervios en el estómago». Ahora, tras un año entero de trabajo, la exhibe con orgullo. Reconoce que le va a costar desprenderse de esta obra de arte. «Una parte de mí se irá con ella».
El instrumento viajará próximamente hasta Oldenzaal, una pequeña ciudad de Holanda. Allí, tañerá en lo alto de su abadía formando parte de un carillón de 70 campanas. Esta es la mayor. La principal. Su cuerpo está diseñado para emitir la nota musical do.
Fue a principios de 2020 cuando un representante de la abadía contactó con Portilla. Estaban buscando a un maestro artesano para replicar una campana de 5.000 kilos creada en el 1350. El proceso tenía que ser completamente tradicional. Tal y como se hacía antaño. Con el sistema de la 'cera perdida' y fundiendo el bronce en un horno reverbero de barro alimentado con leña. Una práctica en desuso por su gran complejidad y alto coste.
Desde la abadía le pidieron primero una prueba. Que fundiera con este sistema otra campana más pequeña, de 300 kilos. También contactaron con otros dos artesanos de Francia y de Holanda para solicitarles lo mismo. La del cántabro fue la que más gustó por su sonido y calidad. Entonces, hicieron oficial el encargo. El «más importante» que ha recibido Portilla en toda su trayectoria.
La fabricación se ha ido haciendo realidad en el obrador que el campanero tiene el barrio de Vierna, en Meruelo. En su taller habitual de Gajano el sistema es algo más industrial y esta vez todo debía realizarse con «medios precarios». Como hace seis siglos.
El proceso de construcción es lento y complejo. Requiere de varias fases. «Lo primero es trazar la forma de la campana en una plantilla de madera». Esta reproduce con exactitud el perfil del instrumento. De su diseño depende que tenga una nota musical u otra.
Seguidamente, se realizan varios moldes. El núcleo interior o 'macho', el de la falsa campana en barro, y un tercer molde de cera que va encima y se funde con fuego dejando un vacío que es el espesor de la pieza. Los moldes se introducen en un foso que se cubre con tierra y «se pisa muy fuerte con unos palos». El siguiente paso es fundir el bronce a 1.200 grados en un horno reverbero de barro con leña de roble y eucalipto. «He utilizado 7.000 kilos de bronce. Siempre es un poco más para no andar justos de material». Cuando el metal alcanza el punto de fundición, la 'lava' cae por efecto de la gravedad a través de unos canales hechos en ladrillo, desde la boca del horno hasta los 'bebederos' de la campana . Es clave dejar salir el líquido con la temperatura correcta. Finalmente, se deja enfriar varios días hasta el momento de descubrir la creación.
El maestro, que ha contado con cuatro ayudantes, tuvo que realizar dos veces este proceso porque en el primer intento, «casi llegando al final, reventó». Y es que nunca había realizado una campana tan grande con el sistema de la 'cera pérdida'. «Es la de mayor dimensión que se ha fundido en España en los últimos 400 años», dice. Tal ha sido la responsabilidad, que en los días clave «he estado con un nudo en el estómago y enfermo de nervios. Se te bloquea todo. La creación es como el nacimiento de un hijo», explica a modo de comparación. Cuando tuvo ante sus ojos el resultado final, «me quedé dos horas solo mirándola»
La construcción ha sido supervisada al detalle por un campanólogo holandés que se ha trasladado al obrador de Vierna y en estos días acudirán músicos carillonistas para comprobar el sonido y que emita adecuadamente la nota musical do. «En Europa, las campanas, a diferencia de España, se emplean para reproducir melodías». Esta es una réplica de otra que se evitó fuera robada por los alemanes durante la II Guerra Mundial enterrándola en el suelo de la abadía. Hace unos años se rompió y su lugar lo ocupará la hecha por Portilla. En la capa externa figura su nombre y que está realizada en Vierna (Cantabria). «Es importante porque en Europa se organiza turismo para visitar las campanas».
En la mañana de hoy se procederá a sacar la pesada campana del obrador para trasladarla al taller de Gajano y darle los últimos retoques. «Hay que levantar todo el techo y se sacará con un camión grúa». Será su última parada antes de viajar a Holanda. El maestro ha sido invitado para ser testigo del primer sonido que emita en la abadía. «¡Claro que iré!». Y es que se ha entregado en cuerpo y alma a esta obra de arte que perpetúa un oficio puramente artesanal.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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