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El galeón 'Almiranta' yace bajo las aguas de la bahía de Santoña desde hace 385 años. Fue la propia tripulación la que, para evitar que cayera en manos de la armada francesa – en plena Guerra de los Treinta Años–, quemó el barco y acabó hundido ... a unos diez metros de profundidad a la altura de la plaza de toros. Un tesoro oculto en el mar Cantábrico del que aún quedan muchos secretos por descubrir.
Un equipo de arqueólogos subacuáticos y conservadores quiere sacar a la luz la historia y las características de este pecio «único» a nivel nacional e internacional, al ser uno de los mejor conservados de la arquitectura naval española. Lo harán con un proyecto de investigación comandado por el arqueólogo cántabro Germán Zubeldia, que busca evaluar y conservar 'in situ' los restos del galeón para ponerlo en valor y dar a conocer el patrimonio arqueológico de Cantabria al público en general. Que no se quede reducido al ámbito científico.
El proyecto, financiado por la Consejería de Cultura, consistirá en un «estudio preliminar» que se centrará en documentar exhaustivamente el pecio y sus materiales arqueológicos, localizar con exactitud su posición y analizar su estado de conservación de cara a implementar, si fuera necesario, alguna actuación de protección. «En esta fase no se va a realizar una campaña arqueológica de excavación integral, ni se van a extraer objetos. Vamos a ver las posibilidades que tiene para desarrollar una investigación a más largo plazo», explica Zubeldia.
Las primeras tareas se han centrado en recopilar toda la información arqueológica e histórica del barco y documentos sobre su construcción. El trabajo de campo se desarrollará del 30 de septiembre al 4 de octubre. El grupo de investigadores descenderá estas cinco jornadas –durante las horas de marea alta– hasta el esqueleto del Almiranta para recabar visualmente toda la información posible.
Los especialistas no van a ciegas. Conocen la ubicación del imponente galeón del siglo XVII que fue redescubierto en unas campañas realizadas en los años 1997 y 1998 por el historiador naval y entonces director del Museo Marítimo, José Luis Casado Soto; y el buceador local Pedro Valle. Se sabía que en este punto había un navío. Pero no su tipología. «En 1881, el vapor inglés Blyth encalló en un bajo arenoso a la entrada del puerto de Santoña. En los trabajos de reflotamiento del barco y en trabajos de dragado posteriores se descubrió una acumulación de lastre que se creía era de una antigua gabarra».
Casado Soto averiguó que, en realidad, se trataba de un galeón de la Escuadra de Galicia, encuadrado en la armada española en la Guerra de los Treinta Años. Con certeza se conoce que fue construido en los Astilleros de Deusto y botado en 1638. «En el conflicto de los franceses con los españoles lo que quería la armada francesa no era destruir los barcos, sino capturarlos. Atacan los Astilleros del País Vasco, pero algunos barcos ya habían salido en dirección a Galicia para reunirse con la flota. Dos de esos galeones son avistados por los franceses en Santoña donde se estaban abasteciendo de pertrechos y de más tripulación. Uno de ellos fue capturado y el otro, para evitar ese destino, lo quemaron los propios marineros», relata Zubeldia. Entre los documentos del asiento del buque ha hallado una carta que narra la Batalla de Santoña, en agosto de 1639. «Cómo lo incendian, huyen por la popa dejando los cañones cargados para que dispararan solos y van en barcas hasta la playa».
Casado Soto lo identificó como el galeón de 'Nuestra Señora de la Concepción', pero «existen dudas fundadas de que no se tratase del Almiranta, sino de otro galeón de la misma flota. Estamos recopilando datos que ayudarán a dilucidarlo». En aquellas primeras inspecciones identificaron la estructura del casco, balas de mosquete y de cañón y dos cañones de hierro colado que se cree proceden de las primeras fábricas de fundición de Liérganes y La Cavada. «Es otra información que tenemos que verificar». Y es que, con la muerte de Casado Soto en 2010, su trabajo quedó inconcluso. Y, ahora, este equipo de arqueólogos –figuran también Juan Carlos Arroyo, José Luis Casabán, Sergio López, Marina Goñalons y Carlos León Amores–, retomará la exploración de este yacimiento.
«En las inmersiones vamos a comprobar el nivel de sedimentación. Si se ha destapado más el barco o está cubierto de más arena. Se comprobará su estado de conservación y si ha habido algún expolio respecto a lo que documentó Casado Soto», detalla Zubeldia. Además, se estudiarán estrategias para proteger la integridad del pecio de factores naturales y humanos. La expedición también analizará las condiciones del sitio arqueológico (mareas, corrientes, visibilidad...) y las posibles áreas de intervención del galeón para determinar si puede ser objeto en un futuro de campañas de excavación integral.
Una de las razones por las que se ha promovido la inspección del Almiranta es porque conserva gran parte de su arquitectura. Para el arqueólogo náutico de prestigio internacional José Luis Casabán, es una «gran oportunidad» para obtener información nueva sobre las técnicas de construcción de la época. Cuenta que los buques militares de este período se construían basándose en unas ordenanzas de 1618 que buscaban su estandarización, pero se solían incluir algunos cambios para optimizar el diseño. No hay dos idénticos. «A nivel científico y material apenas hay estudios ni restos de este tipo de galeones, por eso este es tan importe». También se podrá averiguar más sobre la vida a bordo si se descubren otros objetos en el pecio.
Toda la información recopilada se plasmará en un informe técnico para Cultura y se publicarán artículos científicos. Zubeldia quiere ir más allá, llevando a cabo una tarea de difusión de los resultados entre el público en general para dar a conocer el patrimonio arqueológico de la bahía de Santoña, «uno de los mayores de España». Promoverá conferencias para ponerlo en valor y protegerlo. «Con este patrimonio se puede potenciar el turismo cultural en Santoña. A partir de estos proyectos, se puede crear un centro de interpretación con una reconstrucción del barco y una recreación virtual de la batalla, siendo un gran atractivo para la villa».
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