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Cada año, en agosto, los campaneros y los aficionados al toque de las campanas tienen una cita en Vierna (Meruelo), en la finca de los hermanos Portilla, herederos de los campaneros trasmeranos. Tradición, patrimonio y defensa de las campanas como manifestación de un sonido milenario ... se unen en esta convocatoria que reunirá este sábado en este barrio de Meruelo a campaneros procedentes de todo el país.
Este año acudirá también al encuentro, que alcanza su XXII edición, el carrillonista holandés Erik Kradbenlos, heredero de la tradición del toque de campanas en un país que, junto a Bélgica, reúne a los principales carrillonistas del mundo. Kradbenlos, que ha ofrecido conciertos por todo el mundo, será mañana el protagonista del toque de campanas que podrán escuchar todos aquellos que se desplacen hasta Vierna.
El Gobierno holandés ha enviado al carrillonista a Cantabria para que aprenda el oficio de hacer campanas de manera artesanal, como se viene haciendo en Trasmiera desde hace siglos. Según explica Abel Portilla, «En Holanda hay campanas en muchos edificios pero todas ellas están realizadas de forma industrial, no de manera artesanal como lo hacemos aquí», Para aprender el oficio, el carrillonista holandés permanecerá en el taller cántabro cinco años, que es el tiempo que se considera necesario para aprender.
Y como no podía ser de otra manera, alumno y profesor trabajan ya mano a mano en la elaboración de un carrillón con 30 campanas que se situará en una torre del centro de la ciudad de Dordreeht (Holanda). Portilla destaca que «todas las campanas que hay en Holanda están hechas en fundiciones del país y ésta será la primera que se hace más allá de sus fronteras».
El maestro fundidor de Gajano (Marina de Cudeyo) está al frente de una empresa familiar que se ha especializado en la construcción y restauración de campanas. El año pasado fue galardonado, en la categoría de metal, con el Premio de las Artes de la Construcción Driehaus, una convocatoria nacida con el objetivo de recuperar y dar valor a disciplinas al borde de la extinción debido al abandono de antiguos oficios.
Como recordó el jurado que le otorgó el premio, Abel Portilla, ha fundido de forma artesanal más de 5.000 campanas y carrillones para campanarios de numerosos países y, además, se ha embarcado en el proyecto de crear una escuela de fundidores de campanas en Vierna.
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