Zancadas en Isla que valen árboles en África
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La prueba Ecoparque Trail dona desde 2020 un euro por cada participante inscrito y el dinero ha servido para plantar más de 5.000 árboles en Lungi, Sierra LeonaSecciones
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La prueba Ecoparque Trail dona desde 2020 un euro por cada participante inscrito y el dinero ha servido para plantar más de 5.000 árboles en Lungi, Sierra LeonaEn el pequeño pueblo costero de Lungi, en Sierra Leona (África), es probable que nunca hayan oído hablar de la prueba deportiva Ecoparque Trail de Isla. Sus poco más de 4.000 habitantes viven en medio de la pobreza, la enfermedad y el hambre. Allí ... está destinado como misionero salesiano el padre Antonio Gutiérrez, un cántabro que ha promovido cantidad de obras para ayudar a la población a tener una vida mejor.
Uno de esos proyectos ha visto la luz gracias a las zancadas de los corredores que cada año se dan cita en marzo en el municipio de Arnuero. La organización dona un euro de la inscripción de cada atleta -participan en torno a un millar en las diferentes modalidades- para la plantación de arbolado en esta localidad africana, afectada por la desertización.
Sensibilización ambiental La iniciativa surge para compensar la huella de carbono que genera el desarrollo de la carrera
Formación El proyecto es desarrollado por el misionero salesiano cántabro Antonio Gutiérrez, que colabora en escuelas
La colaboración con el misionero salesiano se inició en 2020 y desde entonces, gracias al pequeño pero vital donativo de 1.000 euros al año, han brotado más de 5.000 árboles. En su mayoría de frutos comestibles (papaya, morango, anacardos) para contribuir a la alimentación de los habitantes.
Desde que se creó la prueba Ecoparque Trail de Isla, el artífice del evento, y a su vez director del Ecoparque de Trasmiera, Ramón Meneses, tuvo claro que se iba a buscar el modo de contribuir a minimizar el impacto ambiental que supone su celebración. «Desde el principio tuvimos el firme compromiso de compensar la huella de carbono que genera la preparación y el desarrollo del evento mediante la reforestación de tierras y vinculando la carrera a actividades de sensibilización y conservación ambiental».
En los primeros años, se realizaron las plantaciones de arbolado en entornos próximos. Fue en 2020 cuando surgió la oportunidad de trasladar el proyecto a un país en vías de desarrollo de la mano del misionero cántabro destinado en Lungi. Allí, Antonio Gutiérrez trabaja y colabora con escuelas de Primaria y Secundaria gestionadas por salesianos para niños y jóvenes. Unos pequeños a los que ha implicado en este proyecto para que tuvieran una participación activa en todo el proceso. De esta manera, con la colaboración de las colegios y los profesores de agricultura, no solo se han plantado los árboles frutales, sino que se ha formado a los escolares en todo lo relacionado con la selección de semillas, preparación de viveros o elaboración del compost y la tierra para la germinación.
La iniciativa fue todo un éxito en su primera edición llegándose a plantar 2.000 árboles. Aunque el covid, obligó a suspender El Ecoparque Trail en 2021, la alternativa de realizar una carrera virtual posibilitó enviar el dinero a Sierra Leona, al igual que en 2022 que se celebró en un formato más reducido. Así, se le ha dado una continuidad ya consolidada en este 2023.
Para que los árboles tengan más posibilidades de salir adelante, aguardan a la época de lluvias, en verano, para proceder la plantación. En los meses previos, cuenta Meneses, en las escuelas se dedican a elaborar el compost que se emplea para la preparación de la tierra de mejor calidad. Se utilizará tanto en la plantación de los semilleros como para acondicionar los terrenos que acogerán los pequeños árboles. En este parte del proceso, los escolares aprenden la importancia del reciclado de residuos para su transformación en compost. Un abono que contribuye a enriquecer tierras de por sí muy pobres y afectadas por la desertificación.
Ya en abril, los pequeños empiezan a preparar los terrenos en el entorno de los colegios, así como en sus respectivas aldeas o barrios. El siguiente paso es la plantación de los semilleros en los viveros y su riego periódico, en tanto llegan las primeras lluvias, que completan el proceso de germinación a la espera de su destino final.
El misionero, con ayuda de los niños, acondiciona los hoyos de plantación, en las zonas habilitadas en las escuelas y los estudiantes repiten el proceso en sus aldeas. Todo culmina en junio con la plantación de los árboles de cara a aprovechar la época de fuertes lluvias de julio a octubre, que favorece el arraigo. Antonio reparte entre los escolares los árboles sobrantes para que llevan a cabo la plantación en sus respectivas aldeas, en huertos, jardines o espacios sobrantes. Una tarea que son capaces de realizar por sí mismos gracias a las charlas y formación que han recibido a lo largo de todo el proceso. En estos casi cuatro años hay árboles que han empezado a dar sus frutos.
Este año, además, han ampliado la visión del proyecto y se han lanzado a ejecutar un pozo para abastecer los huertos y han comenzado a preparar colmenas para producir miel.
Meneses ensalza la labor del misionero ya que saca un gran partido al pequeño donativo que se le remite desde Isla llevando a cabo una «revolución verde». «No se ha limitado a comprar los árboles que pueda con el dinero de los 1.000 euros, sino que ha vinculado el proyecto con los colegios de la misión salesiana, realizando todo el proceso de siembra lo que ha dado lugar hasta el momento a la plantación de miles de árboles».
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