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No fue un trueno, aunque llovió. Un ruido de esas características en pleno mes de agosto y en este municipio solo puede significar una cosa: el regreso del cañonazo. Y lo hizo con su tradicional escenificación de época, que acompaña a la popular pieza armamentística. Pese al mal tiempo, la recreación, con el distintivo de Fiesta de Interés Turístico Regional, volvió a la carga y, nunca mejor dicho, con mucha artillería que soltar. Este año contó con la presencia de un periodista oriundo de Cantabria, Quico Taronjí, conocido por su labor en televisión, quien fue nombrado primer 'Embajador de La Real Fábrica de Artillería de La Cavada'. Junto a él también recibió la distinción de embajador el Museo Naval de Madrid, que fue recogido por Enrique Liniers Vázquez, subdirector de dicha entidad.
La cita, organizada por la Asociación de Amigos de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada, recuerda la toma de posesión del brigadier Fernando Casado de Torres, uno de los 21 directores que tuvo la fábrica. El objetivo, visibilizar la importancia de este lugar que durante dos siglos proporcionó munición y piezas de artillería al Ejército y a la Armada española. Aunque, en realidad, el protagonista indiscutible de esta festividad es su famoso cañón de 48 libras fabricado allí. La fiesta comenzó a las 17.30 horas con el tradicional recorrido, descendiendo por el Camino del Molino de la Aceña, y continuando su itinerario hacia el Arco de Carlos III, donde la comitiva de participantes, autoridades y visitantes esperaron impacientes la llegada del actor que interpretava a Casado de Torres. De seguido comenzó el desfile, comandado por los artilleros de La Agrupación 31 de Agosto de la Tamborrada de San Sebastián. Tras ellos, se encontraba una calesa que transportaba al brigadier y a sus ayudantes, y detrás las autoridades y una tamborrada infantil. Todo ello aderezado con un público expectante vestido de época.
Frente al Museo de la Real Fábrica de Artillería de La Cavada, el periodista santanderino Quico Taronjí, recibió sus honores como primer embajador y manifestó «sentirse ilusionado de estar allí», además de «ser un auténtico homenaje para aquellos que hicieron la mili», junto a él, en «aquel cuartel de artillería de Melilla». La fiesta finalizó con un fuerte estruendo y olor a pólvora. El cañón hizo su cometido. Después, tan solo se escucharon aplausos.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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