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Todos los años es lo mismo. Los alumnos de segundo de Grado Superior de Formación Profesional de Madera y Mueble del IES Ricardo Bernardo ... de Medio Cudeyo se enfrentan a su último curso sabiendo que tendrán que hacer un proyecto que ponga el broche de oro a sus estudios. Un reto del que siempre acaban saliendo trabajos de los más variopintos: Bicicletas, guitarras, armarios, originales escaleras, mesas de juego e incluso una pequeña autocaravana. Sin embargo, en ninguna promoción del instituto situado en Valdecilla alguien se había atrevido a crear un producto flotante. Una tónica con la que han roto los estudiantes del curso que acaba de concluir. Han sido tres a los que se les metió entre ceja y ceja construir una tabla de surf o un kayak, un proyecto que han sacado a flote con nota e incluso uno de ellos no descarta embarcarse en este sector emprendiendo con un negocio propio.
En sus 35 años de profesión docente, Javier Botanz, profesor y tutor de trabajos de fin de ciclo de carpintería del IES Ricardo Bernardo, nunca antes se había enfrentado a que un alumno se propusiese hacer una tabla de surf ni un kayak como proyecto. «Yo siempre les incito para que hagan cosas originales, que no se limiten a hacer un mueble de cocina», explica el docente. Así que lejos de desanimarse por ir a ciegas, Botanz se puso manos a la obra para reciclarse y ampliar conocimientos. «Me quedan sólo dos años para jubilarme, pero a mí estos retos hacen que se mantenga viva mi ilusión», confiesa dando un claro ejemplo de profesionalidad.
Así que Botanz recogió el guante, el de carpintero en este caso, y tuvo que emprender una profusa investigación, sobre todo a través de internet, para poder guiar a los tres alumnos. También echó mano de expertos en la materia que acudieron al aula para aportar su granito de arena o, mejor dicho, su viruta de conocimiento, para poder afianzar la travesía de los estudiantes, que también tuvieron que recurrir a mucha investigación propia y a un aprendizaje autodidacta para sus trabajos. De todo el proceso, el maestro fue grabando una serie de vídeos que ha ido publicando en internet como material didáctico para no empezar de cero en próximos cursos ante propuestas similares y que además sirve de apoyo a otros profesores y personas interesadas en la materia, puesto que puede acceder a ellos cualquier internauta.
Uno de los estudiantes emprendedores del curso es Iván González, que a sus 45 años tiene una más que demostrada experiencia en carpintería, ya que desde siempre se ha dedicado al sector. Sin embargo, decidió matricularse en el grado superior de Medio Cudeyo para ampliar conocimientos y obtener un título. No ha sido fácil compaginar trabajo y estudios los dos últimos cursos, pero ha podido con ello. Como testigo incontestable ahí está la tabla que ha creado como trabajo de fin de ciclo y que no descarta que sea la primera de un negocio. «Tengo que valorarlo, me gustaría empezar a fabricarlas en mi garaje», dice al tiempo que señala que «hoy en día se fabrican con materiales derivados del petróleo, a mí me gustaría hacer un producto más natural». Por el momento, las primeras remadas son prometedoras, porque su creación la ha probado el cántabro Juan Díaz-Terán, campeón de España de surf de olas grandes que, recuerda González, «estimó que era 100% surfeable a falta de una serie de detallitos más profesionales que hay que pulir».
Iván no fue el único de su clase que se animó con los objetos acuáticos. Otra alumna ha fabricado nada menos que una canoa y una tabla de surf, además de una bicicleta de madera. Junto a ellos está también otro compañero, Óscar González, de 19 años, que llegó desde Asturias, concretamente desde Cangas de Onís, para cursar los estudios. «En mi pueblo hice el grado medio pero para continuar los estudios me tenía que ir a Solares, Salamanca o Pontevedra», rememora. Finalmente optó por Medio Cudeyo y ahora acaba de finalizar los estudios. En su caso, se decantó por dar forma a un kayak, ya que desde muy pequeño practica piragüismo.
La embarcación, que mide nada menos que cinco metros, ya está en su tierra natal. Hasta Asturias se la llevó con una furgoneta y un remolque que le prestaron. Sin embargo, todavía no ha podido botarla por falta de tiempo. «Nada más salir del grado encontré empleo; la verdad que animo a la gente a cursar estos estudios porque hay salida», asegura, al tiempo que recalca que «la piragua está pendiente de rematar unos detalles»; no obstante es consciente de que «no es idónea para competir porque para eso necesitas una fabricada con fibra y derivados de carbones, que pesan menos». No obstante, la suya es una embarcación única, hecha por sus propias manos que, aunque tal vez no sea la más rápida, es digna de remar con la cabeza bien alta además de ser una excelente carta de presentación que demuestra el carpintero en el que se ha convertido.
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Ana del Castillo
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