Emotivo homenaje al hombre que ama a las cigüeñas en Heras

Quintana es el menor de nueve hermanos que nacieron en esa finca a orillas del pantano de Heras, justo en el lugar en el que hoy vigila y cuida una treintena de nidos de cigüeña, ahora en plena época de cría.

La historia de Pepe Quintana se remonta a más de cuatro décadas atrás. Un día, una de sus hermanas lo llamó desde Corconte (Campoo de Yuso) y le explicó que había un pollo de cigüeña herido. Quintana no se lo pensó, agarró su vieja motocicleta y la trajo como pudo. Se llamaba Fíu y no tendría un final feliz. Pepe la crió, curó sus heridas y vivió felizmente con él en su finca toda una década. Un trágico día de 1990, un camionero que circulaba por la antigua carretera de Heras paró y le disparó por mera diversión. Ese acto tan cruel marcó también de alguna manera una parte importante de esta historia. Tras salir el asunto en la prensa mucha gente empatizó con él y valoró su amor por los animales. «Me animaban y agradecían», explica ahora Pepe mirando sus recortes de periódico. De hecho, en su pequeña carpeta de recuerdos guarda aún con mucho cariño una carta de apoyo de un matrimonio de Laredo tras el lamentable suceso. Por aquel entonces, a la casa de Heras ya había llegado otra cigüeña especial, Marieta. Un ejemplar que hoy cuenta con 33 años (algo muy poco común para su especie ya que suelen vivir unos 25), que lamentablemente hace dos meses que partió y no ha regresado. Pepe no ha perdido la esperanza aún de volver a verla.

Y es que Quintana se ha pasado la vida en este rincón de Medio Cudeyo rodeado de belleza y naturaleza salvaje. Creció allí, en una granja de las de antes, ayudando con el ganado y en el campo a sus padres. Tras contraer matrimonio con la mujer de su vida, Rosa Cobo, pronto llegaron sus hijos Margarita, Isabel, Rocío, Mercedes y Pedro. Entonces, para mantener a la prole, Quintana entró a trabajar en la Bimbo, aunque seguía cuidando a sus cigüeñas y otros animales que le traían heridos de aquí y allá. Una afición que no hubiera sido posible sin Rosa. «Porque ella me ha ayudado mucho, hacía lo que yo no podía porque no llegaba», explica para repartir el mérito a su esposa.

En estos años Quintana no solo ha creado una importante colonia de cigüeñas, sino que ha sido el culpable de su extensión por la costa. Así lo pone de relieve el naturalista y amigo de Pepe, Carlos Sainz, que ha coordinado el pequeño homenaje.

Sainz insiste ahora en la labor de 'curandero' de aves que ha tenido Pepe y el papel que jugó cuando no existía un centro de recuperación de fauna salvaje . «Todos (por los colectivos conservacionistas) le traíamos aves enfermas que encontrábamos», explica. Tanto que, durante la tragedia del Prestige, Pepe se dedicó a lavar el fuel y tratar de recuperar un montón de aves marinas. «Ninguna se salvó», recuerda ahora con tristeza.

Por ello, por su trayectoria vital, hasta la finca de Quintana se acercaron ayer -por sorpresa para él- muchos de los voluntarios que han colaborado con él en estos años. Agentes del Medio Natural, Seo Bird Life, Ecoturismo Bahía de Santander, Fundación Naturaleza y Hombre, el IES La Granja y antiguos responsables del área de Medio Ambiente de Camargo, además de la alcaldesa de Medio Cudeyo, María Higuera. Esta última le hizo entrega de una placa en la que le agradecía, en nombre de todos, la «hospitalidad y cariño» que siempre había demostrado además de su «pasión por la fauna y la conservación de la naturaleza».