Secciones
Servicios
Destacamos
ELENA TRESGALLO
Liérganes
Lunes, 28 de octubre 2019, 07:33
Los tiempos cambian, también entre las cuatro paredes de un convento de clausura donde la oración y la vida contemplativa rigen la rutina diaria de la comunidad religiosa. Las monjas de la Orden Cisterciense de Liérganes son las protagonistas de una historia de emprendimiento ... que rompe los moldes de muchos de los estereotipos que tiene marcados la sociedad sobre la vida monacal. Su aventura empresarial de subsistencia se inicia a mediados del siglo pasado, pero despega en los ochenta, cuando un ingeniero de contratación de Standar-Alcatel les asesora para enfrentarse a la revolución tecnológica del momento y mejorar el rendimiento de su labor -hasta aquel momento totalmente artesanal- cosiendo ropa de trabajo para grandes multinacionales. De ahí, en 1984, dieron el gran salto al ensamblaje de cordones telefónicos para otra gran firma. Hoy, ya mayores, han cesado la actividad, pero pueden disfrutar de una merecida jubilación en su universo de Los Prados.
«Aquí hemos sido muy felices», resume sor Ana, la madre abadesa del Monasterio de Santa María de los Ríos, en Liérganes. Es una mujer menuda de aspecto aparentemente frágil y sonrisa eterna. A sus 77 años disfruta de su retiro espiritual en un hermoso rincón junto a sus otras cuatro compañeras de vida terrenal, las religiosas sor Araceli, sor María, sor Isabel y sor Amparo.
Ahora la rutina diaria del monasterio cirterciense es algo más sencilla. Aún realizan labores como la decoración artesanal de velas que venden después, pero ya no pesa sobre ellas la responsabilidad de controlar una producción que, en el caso de los buzos y batas de trabajo para grandes multinacionales, llegó hasta las 20.000 prendas al año. Lo hacían un total de 22 religiosas en un moderno taller, con todo tipo de maquinaria para coser industrialmente que inauguraron en 1987. Ese año la Orden vivió muchos cambios. Vendieron la antigua sede de la calle Canalejas en Santander y se trasladaron a Los Prados en Liérganes, un lugar especial para vivir su retiro espiritual, pero también a los quehaceres diarios de la hermandad para ganarse la vida. Allí, gracias a una donación de descendientes de la familia del músico Jesús de Monasterio, pudieron disponer de un espacio adecuado en un edificio histórico, construyendo un anexo para el taller, el pequeño claustro o la iglesia, «que es el corazón del monasterio» y otras instalaciones. El edificio principal ubicaría las celdas y también la hospedería, que aún hoy sigue funcionando para aquellos que quieran abandonar con ellas por unos días «el ruido del mundo» y alejarse de lo superficial.
Ramón Edilla | Exingeniero de Standar
En el taller del monasterio, Ramón Edilla y sor Ana (ambos parte activa de este proyecto) recuerdan los años de producción y cómo fueron capaces de sacar el monasterio adelante. Él, como jefe de subcontratación de una gran firma y, ella, como parte de la comunidad religiosa cisterciense. «Recuerdo como me recibió el primer día la madre Visitación en Canalejas (una antigua abadesa) en una sala y rodeada de las treinta monjas», rememora Edilla. Aunque la orden es de clausura, las monjas cistercienses no viven en un aislamiento total. Profesan «la soledad y separación del mundo, pero aquí no hay rejas», matiza sor Ana.
Él describe a la monja como una mujer «receptiva, con la que me entendí bien» durante los años en los que se reunían por el negocio. En 1984, todavía en Canalejas, las monjas se embarcaron en otra empresa como fue la de ensamblar cordones de teléfonos. «Era un trabajo muy manual que había que subcontratar», explica Edilla. «Eso les aportó ingresos suficientes y hoy pueden vivir con lo que necesitan», añade.
Lo cierto es que el rendimiento cosiendo ropa de trabajo de forma artesanal para empresas como Standard Eléctrica, Electra de Viesgo o Corcho, entre otras, les permitía subsistir. No obstante, la verdadera revolución para ellas llegó con el encargo de Standard-Alcaltel de los cordones telefónicos y también con la modernización de las instalaciones. «Es cuando empezaron a fabricar la ropa para todos los centros de trabajo de la multinacional en España», resume Edilla. En ese momento, con la ayuda técnica de Alcaltel «fueron adaptando sus instalaciones para aumentar la producción», pasando de coser «diez buzos diarios a cien», subraya. «No debemos nada, hemos pagado todas las facturas», añade contenta sor Ana.
Fuera de los edificios que integran el monasterio, el universo es de color verde y el silencio lo rompe sólo la bravura de las aguas del río Miera. «Aquí tenían ellas su huerta y de ella comían de manera muy sencilla», explica Edilla. Hoy en día es un enorme prado con árboles frutales que acompaña un paseo con balcones al cauce y algún gato callejero bienvenido. En un extremo, cerca de la iglesia, hay un pequeño rincón dedicado a las que donaron la casa: Tina y Pili, nietas del músico e hijas de Eloy Martínez del Valle e Isabel de Monasterio. Un poco más adelante, descansan las hermanas ya fallecidas. Una de ellas lo hizo hace poco, a los 103 años. «Era el antiguo cementerio de Los Prados», relata Sor Ana mientras arregla las flores de una de esas tumbas, donde también descansan los restos de algunos benefactores.
Sor Ana | Madre Abadesa
En la visita al monasterio también se implica sor Araceli, otra religiosa de avanzada edad que se mueve aún muy ágil por las estancias. Ella repasa con devoción cada talla de santo que aparece: San Bernardo, San Benito... Por la regla de éste último beato se rige la orden. «Leyendo la palabra de Dios por la oración en la noche y la vida de sencillez y frugalidad», marca la misma.
Casi no da tiempo a despedirse, mientras sor Araceli se detiene en a tocar un gran roble centenario del jardín al que admira por su porte. Ya dentro del templo -donde hay un lugar reservado para que los vecinos puedan asistir a las misas, tras unas rejas- la hermana Amparo, la más joven de las cinco que quedan en el monasterio (53 años) accede a tocar una pequeña pieza interpretada en la cítara. La música y los cánticos son también parte de sus vidas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.