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Con un sol de justicia, los termómetros marcando 25 grados, buenas olas y poco viento, ayer era uno de esos días de playa por antonomasia. ... Algo que por la mañana, y sobre todo a medio día, contrastaba con la imagen de las calles de Somo, más vacías de los esperado con estas condiciones. Por lo menos así lo aseguraban en varios establecimientos de la localidad surfera, donde señalaban el comienzo de la OLA como la principal responsable de la espantada. Y es que ayer era el día de la puesta de largo de la nueva zona azul de Somo y Loredo por la cual ya todos los visitantes que aparquen en las zonas afectadas deberán pagar 55 céntimos la hora. Por su parte, vecinos, trabajadores y propietarios de segundas residencias y demás beneficiarios continuaban con las quejas por la «mala y tardía gestión de las tarjetas de temporada», que en muchos casos ayer todavía no tenían confirmadas pese a la entrada en vigor de la ordenanza.
Ya enfundado en su neopreno, Juan Lapuente, visitante procedente de Hoz de Jaca (Huesca), intentaba a las 12.30 horas expedir su tique en uno de los 53 parquímetros que ayer entraban en funcionamiento. La operación no tuvo éxito, y tras recibir ayuda de los controladores, le confirmaron que la máquina estaba fallando y no podía pagar con tarjeta de crédito. El problema es que Lapuente tenía la reserva de las tablas para surfear y el tiempo corría. «Menos mal que está mi novia y lleva suelto», decía apurado tras haber ido en su busca. «Vine aquí hace dos semanas porque en el País Vasco hay que pagar aparcamiento», explicaba el surfista al tiempo que reconocía que «me gustó y por eso hoy he vuelto, pero me he encontrado con que había que pagar, así que la próxima vez me pensaré si vuelvo».
Y esa es precisamente la peor pesadilla de los hosteleros y comerciantes, que la revolución en el aparcamiento disuada a algunos de visitarlos. Un temor que ayer parecía confirmarse. «Un día como hoy no deberías tener dónde dejar el coche», lamentaba Israel Martínez, propietario del restaurante Rompeolas, que queda frente al aparcamiento del Centro de Surf, el más grande de Somo. «Me he asustado cuando hoy he podido aparcar sin problemas», apostillaba una camarera.
Juan Lapuente, Visitante procedente de Huesca
Marisa González, Visitante de Avilés
Jeimi Parra, Camarera de Surf Garden
Antolín Valles, Vecino de Santander
Mientras, en el Surf Garden, al otro lado de dicho aparcamiento, la imagen no era más halagüeña. Con la terraza prácticamente vacía y las camareras tomándose un descanso. «Nos han dado el día libre porque no hay casi clientes», bromeaba una de ellas, Jeimi Parra, y remarcaba que «esto no es normal, ayer hacía mucho peor día y estaba esto completo». Su compañera, Stefanía Orozco, le refrendaba y añadía que «los que vienen lo hacen con prisa porque se les acaba el tique».
Para los del Rompeolas y el Surf Garden el lugar al que ayer migraron los veraneantes está claro, «se han debido ir para Galizano», apuntaban. Entre los que se han propuesto sopesar otras opciones para tomar el sol están Hugo Martín y su grupo, todos de Guarnizo. «Mira cómo está el aparcamiento de vacío, no lo había visto así nunca», decía él, mientras su amiga, Laura Pereda, remarcaba que «me parece muy caro».
También los hay más benévolo con eso de rascarse el bolsillo. «He pagado dos euros para cuatro horas y me parece asequible», decía tras surfear Line Bieguts, belga afincada en Barcelona. «Puede que haya más sentimiento de movilidad, pero al no ser muy caro no creo que suceda», opinaba Antolín Valles, vecino de Santander, algo en lo que su mujer, Asunción Lorenzo, no está de acuerdo. «Es un precio muy elevado», corregía.
Mientras, en la oficina de la OLA la jornada estuvo más tranquila que el lunes, aunque seguían formándose colas de vecinos preguntando por sus tarjetas de temporada previamente solicitadas. Uno de ellos, Íñigo Porres, considera que la empresa, Dornier, «ha cometido muchas irregularidades», y explica que el «jaleo» del lunes se debe a que «nadie nos confirmaba quién tenía todo en regla y la OLA era ya inminente».
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