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En los desayunos mexicanos y de buena parte de latinoamerica, los productos del Grupo Lala son los reyes de la mesa. La familia Tricio, segunda generación de indianos cántabros en México, acaba de dar un nuevo salto en su expansión internacional en la conquista del ... mercado latinoamericano con su entrada en Brasil. La firma fundada por Eduardo Tricio, oriundo de Solórzano, acaba de adquirir Vigor, una marca que lidera el mercado lácteo carioca con productos como el yogur griego y los quesos Faixa Azul y Danubio. También se ha hecho con su filial, Itambe, especializada en el sector de la leche en polvo, condensada y fresca.
La compañía, nacida como una pequeña cooperativa pasteurizadora en 1949, ha forjado un imperio en la nación azteca: controla casi el 50% del mercado de la leche y su portafolio se extiende a las gelatinas, zumos, bebidas saborizadas y embutidos. Ahora quiere ser «la empresa favorita de lácteos en América», en palabras del presidente del consejo de administración de la firma, Eduardo Tricio Haro, que tomó las riendas del negocio tras el fallecimiento de su padre hace tres años.
La empresa de productos lácteos más grande de México y la quinta del mundo ha gastado en los últimos tres años cerca de 396 millones de dólares (unos 372 millones de euros) en la compra de varios negocios en Centroamérica y Estados Unidos. Sus ventas en 2016 ascendieron a más de 2.500 millones de euros.
La empresa mexicana prevé que Brasil tendrá un crecimiento en su economía en los próximos años, además de ser uno de los países de mayor consumo de lácteos en América Latina. Vigor es una compañía líder en el mercado brasileño enfocada en productos de valor agregado e innovación. Cuenta con más de 7.600 empleados, 11 centros de acopio, 14 plantas de producción, 31 centros de distribución y 67.000 puntos de venta en Brasil. Además, posee un amplio catálogo de productos lácteos, principalmente yogur, queso y otros derivados lácteos comercializados. Su adquisición le costará al Grupo Lala 1.838 millones de dólares.
Por su parte, Itambe Alimentos lleva más de 66 años en el mercado, cuenta con una variada oferta de productos, siendo sus principales reclamos la leche en polvo y condensada, dulce de leche, yogur, derivados y leche UHT.
Scot Rank, director general de la compañía Lala, explicó que el Grupo ya tenía previsto ingresar en ese mercado desde hace cuatro años, pero no había encontrado una empresa que cumpliera con los requisitos que buscaba. «Esto no surgió de repente en nuestro radar. Hemos buscado compañías en Brasil desde hace cuatro años, pero las hemos rechazado porque no cumplían con las cosas que pedíamos para competir. Hemos estado en contacto con los accionistas de Vigor desde hace un año y esta es la compañía que queríamos en el mercado por su gran escala y por la capacidad de innovar», detalló el directivo en la prensa mexicana.
La empresa detalla que pese a que en 2016 Vigor presentó una contracción del 6%, para 2017 se espera un crecimiento en el margen operativo del 6,5%. El atractivo de Brasil es que pese a inflaciones por encima del 20% en los productos lácteos, se espera que la situación mejore y los precios puedan estabilizarse.
1.838
Millones de dólares es el coste estimado de la adquisición de la firma Vigor.
2.500
Millones de euros fueron las ventas que tuvieron el año pasado con sus productos.
42.600
Personas trabajarán dentro del Grupo Lala tras la adquisición de la firma carioca.
Con este salto a Brasil, el grupo continúa ampliando sus tentáculos por el mundo. Ya en la década de 1980, Tricio se situaba como uno de los principales accionistas de una compañía que había tenido un crecimiento meteórico integrando hacia arriba toda la cadena agroalimentaria: procesamiento de la materia prima, distribución, venta, asesoría técnica, sanitaria y veterinaria, e investigación, desarrollo tecnológico e innovación. A la vez, se emprendió la expansión geográfica en el mercado mexicano y la diversificación de las líneas de producción. En 1984 se concentraron en una sola identidad corporativa todas las empresas y nació, realmente, el Grupo Industrial Lala, cuyo nombre hace referencia al sitio en donde se forjó la historia: La Laguna, una mancha urbana con más de un millón de habitantes entre los norteños estados de Coahuila y Durango.
Fue hace doce años, en 2005, cuando comenzó su conquista del mercado internacional con financiaciópn y liquidez en la mano al saltar al suroeste de EE UU. Hasta 2008, poseía el 1% del mercado mundial de leche fresca. En 18 meses, la lechera se convirtió en la número cinco del mundo al comprar Wells Dairi, National Dairy (la compra de esta empresa, una de las mayores lácteas de Estados Unidos con sede en Dallas supuso un desembolso de 435 millones de dólares) y Farland Dairies; y también saltó al sur de la frontera de México, al adquirir Foremost, en Guatemala. Recientemente también adquirió La Perfecta, en Nicaragua, y este año invirtió otros 30 millones de dólares en Guatemala para la construcción y puesta en marcha de una fábrica de leche, helados y derivados que entrará en servicio en el año 2018. Opera también en Costa Rica, El Salvador y Honduras.
Hasta la compra de la Vigor, el Grupo Lala contaba con cerca de 50 plantas de procesamiento, 250 centros de distribución y daba empleo a 35.000 personas. Sus operaciones empezaron mediado el pasado siglo y tiene al menos 25 marcas de diferentes.
Lo más llamativo del caso es que el origen de Lala tiene muy poco que ver con la previsible imagen de vastos y verdes pastos donde las vacas retozan contentas. La estampa idílica, la previsible. La compañía se ha convertido en la mayor empresa de su tipo en Latinoamérica, en la segunda de Estados Unidos y en la quinta del mundo con su sede en una de las zonas más áridas y desérticas de México. Un paisaje muy distinto al que dejó en Cantabria hace ya más de sesenta años.
Demostró cómo de la nada se puede construir un imperio y que, a pesar de haber nacido en una familia humilde y en un pequeño lugar en el mapa, se puede hacer algo grande. Él lo consiguió y se convirtió en un ejemplo de empresario hecho a sí mismo dentro y fuera de su tierra. Es la historia Eduardo Tricio Gómez, fundador del Grupo Lala, la empresa de productos lácteos más grande de México y la quinta del mundo.
Había nacido en Solórzano el 4 de mayo de 1929, en una familia humilde. Hijo también de ganaderos, emigró al país azteca en 1953, reclamado por un hermano, Gregorio, después de hacer el servicio militar para trabajar como administrador de varios establos. Dieciocho vacas fueron el primer pilar de lo que vendría después, «batallando mucho», manifestó él mismo a este periódico hace años en su pueblo natal a la salida de la misa celebrada en la iglesia de la Virgen de Fresnedo, cuya reparación había sufragado su familia. Se casó con Pilar Haro, una mexicana de ascendencia cántabra, cuyo padre era de La Cavada. Tuvieron ocho hijos, cinco mujeres y tres varones. De pequeños odiaban el olor a vaca. Cuando su padre volvía de su rancho en Torreón, Coahuila, después de haber ordeñado hasta 40 reses en un día, el joven Eduardo, que hoy es el presidente del imperio, le decía que apestaba. Pero gracias a ese aroma que tanto detestaban en casa los niños, Eduardo Tricio pasó a formar parte de la recién fundada pasteurizadora La Laguna y de ahí a crear un imperio que sigue creciendo día a día.
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