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Bien podría ser considerada la Autovía del Cantábrico (A-8) la homóloga en el norte de España de la icónica y americana Ruta 66. Por una larga lista de motivos, entre ellos porque es una de las principales arterias de esta región y comunica buena ... parte de las paradas obligadas. Su impacto es palpable en lugares como Entrambasaguas, en donde el abrigo de la autovía −y antes de la nacional− ha implicado un desarrollo fundamental. Es gracias a ello, y a su posición estratégica cerca de Santander, por lo que el municipio no ha parado de crecer en población en los últimos años −en 2018 sobrepasó los 5.000 habitantes, mientras que en 2009 no eran más de 4.000− y se ha convertido en zona hotelera, en concreto la localidad de Hoznayo, donde se encuentra una decena de establecimientos de hospedaje.
En lugar de comunicar destinos como Las Vegas, el Gran Cañón, Los Ángeles o los parques naturales de Utah, la A-8 conduce desde Castro Urdiales a San Vicente de la Barquera por indispensables como Noja, Somo, Santillana del Mar o el Bosque de Secuoyas de Cabezón de la Sal. «Aquí manda la carretera», aseguran los hermanos Elías y Miguel Diego, cuyos padres abrieron en 1973 la cafetería y tienda de sobaos y quesadas Los Pasiegos en Hoznayo.
El desarrollo del negocio familiar de los Diego ha estado estrechamente vinculado al del municipio en el que se asientan. Una transformación que ha pasado de la subsistencia del campo −en la localidad se celebra una de las dos ferias ganaderas más antigua de la región que se mantienen vivas, la de San Lucas− a la constitución de una gran área de servicios. En dicho espacio, Elías y Miguel regentan actualmente tres establecimientos:El Hotel Los Pasiegos, el Hotel Villa Pasiega y un complejo de apartamentos.
La familia de los hermanos Diego procedía de los Valles Pasiegos y se trasladaron a Entrambasaguas en busca de terrenos más aptos para las modernas maquinarias. Pronto, sus padres, Miguel Diego y María Teresa Gutiérrez, decidieron abrir una cafetería y tienda de sobaos y quesadas en la linde de la antigua nacional. Ahí nacieron, en el 73 y el 78, Elías y Miguel, que explican que se criaron «entre las vacas» de sus tíos y «la barra del bar» de sus padres, donde siempre echaban una mano cuando terminaban la escuela.
Por la nacional no transitaban Thelma y Louise ni los protagonistas de 'Easy Ryder'. Eran momentos en los que el municipio se nutría de gente de paso que hacía la ruta de Santander a Bilbao «todos los días» y en Hoznayo tomaban un descanso, puesto que el recorrido llevaba más de «dos horas». La mayoría de ellos eran «viajantes», como el de Arthur Miller, que «en muchos casos dormían en sus coches porque se quedaban tirados y no tenían donde pasar la noche», rememora Elías.
Con la estampa de quienes pernoctaban en sus vehículos a las puertas de su cafetería, y ante la apertura del Hotel Adelma, Miguel y María Teresa se lanzaron a construir un dos estrellas. Eran finales de los años 80 y aunque emprendieron enfocados al cliente de empresa, el hotel no empezó a funcionar hasta el 92, en el año de las Olimpiadas, y para entonces «hubo un boom de desplazamientos turísticos», explica Miguel, que añade que «llenamos porque comenzó la cultura del veraneo».
Mucho ha cambiado la escena desde entonces. «La herencia no es tan fácil porque no tiene nada que ver lo que hacían nuestros padres con lo que hacemos nosotros», recalca Elías. En momentos de la nacional, «la gente pasaba, paraba y preguntaba por un alojamiento, ahora todo el mundo viene con su reserva», y lo que antes eran «estancias largas», ahora «son escapadas». Y pese a que la llegada de la autovía en los 90 desvió el tráfico, Hoznayo sigue al alcance. Tanto es así que el nuevo milenio supuso el despliegue definitivo, con la construcción del cuatro estrellas (el Villa Pasiega) y apartamentos para larga estancia y vacaciones familiares.
La Ruta 66 cántabra lleva más bien banda sonora de Nando Agüeros que de Elvis Presley y, pese a que sea más fácil ver circular a un Seat Panda que un Cadillac, merece un hueco en las vacaciones. Por ello Hoznayo es el perfecto 'campamento base' a su vera. «En Cantabria estás condenado a coger coche, y aunque Santander no sea una ciudad compleja hay muchos clientes que para conocer la región prefieren venir aquí porque estás junto al nudo de comunicación, cerca de todo».
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