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Los vecinos de Langre no salían esta semana de su asombro. La empresa que realizaba los trabajos de retirada de las escaleras de la playa pequeña de esta localidad de Ribamontán al Mar daba por concluida la restauración de la zona, dejando los accesos ... al arenal «peor que antes», es decir, solo accesibles para atletas y atrevidos al peligro. Y es que, tras años reclamando que se retirase la estructura que un temporal arrancó en 2020, hace un mes por fin comenzaban la ejecución de la restauración del acceso y, desde el Ayuntamiento y la Junta Vecinal de Langre, pensaron siempre que se incluiría un acceso natural que ya tenía esta playa. Pero no, la solución ha sido algo más «surrealista».
«Zona natural. Peligro, si accede a esta zona es bajo su exclusiva responsabilidad», reza ya un cartel que los responsables de la obra han colocado al marcharse por indicación de la Demarcación de Costas, en el acceso principal a la playa pequeña de Langre. Junto a esa señal que avisa a navegantes han puesto una papelera y unas piedras que impiden el paso por donde una vez hubo unas escaleras y antes un sendero de pescadores. Tras detectar esto, el Ayuntamiento ha hecho algunas llamadas para comprobar si ese era «todo el proyecto», ya que pensaban que en la ejecución no solo se retiraban las escaleras dañadas por el temporal hace cuatro años, sino que también se incluiría un acceso natural, como había antes de que el Estado colocase allí la estructura de madera que ellos nunca pidieron. «En los años 90 hubo protestas, pero pusieron las escaleras», recuerda ahora la primer teniente de alcalde de Ribamontán al Mar y presidenta de la Junta Vecinal de Langre, Araceli Colina (PRC), visiblemente enfadada y sorprendida por el acabado de una obra que la empresa da por finiquitada y Costas también.
Y es que Ribamontán al Mar lleva desde 2020 pidiendo encarecidamente que se quitasen las escaleras dañadas por un temporal por el «peligro» que suponían y se dejase un acceso natural, como había antaño. Tras casi cuatro años de espera y muchas reivindicaciones, por fin el mes pasado, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) adjudicaba –a través de la Dirección General de la Costa y el Mar– el proyecto de demolición y retirada de los restos de las escaleras de acceso a la playa. Comenzaban los trabajos, presupuestados en 96.000 euros, y todo el mundo pensó que se restituiría el sendero. Pero nada más lejos de la realidad.
«Nos hemos llevado una gran sorpresa porque está peor que antes y queremos que Costas explique si está terminada la obra o si hay otra ejecución pendiente, que nos enseñen el proyecto, porque no lo logramos entender», subraya Colina contrariada. «La gente está enfadada y con razón», añade, tras recordar que en los años 90, el pueblo ya se manifestó contra el proyecto de poner las escaleras de los dos arenales salvajes de Langre porque «querían unos accesos naturales; se recogieron miles de firmas», rememora.
El problema es que, ahora, ya no hay acceso ni natural ni con escaleras para el arenal pequeño de Langre. El paso principal se ha cerrado con piedras y se ha dejado un camino de tierra empinado que está casi «en vertical», dificultando llegar a la playa incluso para los más atrevidos.
Entre los hosteleros también hay «indignación» por lo sucedido porque los negocios de la zona presumen de dos de los arenales naturales más bonitos de su costa salvaje, a los que ahora se ha dejado sin camino de entrada, ni siquiera para sus usuarios más frecuentes, que son vecinos y pescadores. «Está mucho peor que antes, cualquier día no se va a poder bajar ni a esta ni a la otra playa», explica desde la Asociación de Empresas de Turismo de Ribamontán al Mar, Ribatur, Jesús Blanco, a la par también presidente de la Asociación de TurismoRural de Cantabria. «Son playas maravillosas, mundialmente conocidas y después de esto no vamos a poder bajar a ellas», lamenta. «Son la imagen promocional de Langre y nos parece increíble lo que está pasando. Es todo muy lamentable y tendremos que salir a protestar», insiste el representante de los negocios turísticos.
Blanco tilda de «surrealista y chapuza» lo sucedido y se pregunta ahora sobre cuál es la finalidad de «invertir 96.000 euros para dejar el acceso a la playa peor de lo que estaba».
En 2020 se cumplieron los peores presagios y un temporal de viento y fuerte oleaje se llevó las escaleras que la Demarcación de Costas colocó tiempo atrás en los arenales. Lo hizo sin el visto bueno de muchos que ya auguraron que no durarían demasiado. Así fue. Y mientras los accesos a la playa pequeña quedaron impracticables por la estructura, vecinos y pescadores –que son la mayor parte de los usuarios de este arenal junto a surfistas– siguieron pasando por un caminito paralelo que ahora ha desaparecido.
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