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Quien haya dado un paseo por la Finca del Marqués de Valdecilla sabe que sus jardines permanecen en una primavera perpetua. Como si el tiempo estuviera congelado dentro de sus muros, las plantas, árboles y flores lucen casi en cualquier época del año en su ... mayor esplendor. Pero esto, que narrado así podría parecer el enclave de un cuento de hadas, tiene poco que ver con que se mantenga por arte de magia. La clave del éxito que reside detrás de tal hazaña es nada más y nada menos que mucho trabajo de sol a sol y de lluvia a lluvia. Un desempeño que, ahora en concreto, corre a cargo de los quince participantes en la primera Escuela de Talento Joven que se está desarrollando en el recinto y que sirve para capacitar a personas sin formación laboral.
Cuando en 2003 el Ayuntamiento de Medio Cudeyo adquirió la antigua residencia del marqués de Valdecilla, Ramón Pelayo de la Torriente, lo hizo con el entonces casi inabarcable trabajo de recuperar del abandono las 15 hectáreas de terreno, que a la sazón estaba completamente asilvestrado, muy lejos de la pulcra imagen actual, cuidada hasta la última rama. Entre una y otra estampa han pasado nada menos que casi dos décadas, tiempo en el que se han llevado a cabo sucesivos talleres de empleo por los cuales a través de determinados periodos se contrata y forma en jardinería a desempleados.
De esta forma, el recinto más ilustre de Valdecilla se ha convertido a lo largo de estos años en una excepcional aula al aire libre al tiempo que, gracias a ello, el Ayuntamiento ha podido recuperar y mantener una finca de semejante calibre. «Sin estos programas para un Consistorio como el de Medio Cudeyo habría sido completamente inviable tener este complejo tan bien cuidado», reconoce la alcaldesa, María Higuera. Los talleres siempre han estado subvencionado por el Gobierno de Cantabria a través de la Consejería de Empleo y Políticas Sociales, además de los fondos aportados desde el Consistorio.
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El proyecto vigente, dotado de 501.865 euros, es algo diferente a los que se venían haciendo hasta la fecha, puesto que en esta ocasión se celebra bajo el epígrafe de Escuela de Talento Joven, que además de tener más duración (18 meses) que los antecesores, está especialmente dirigido a menores de 30 años que en general vienen del fracaso escolar, aunque también hay un porcentaje de plazas para mayores. De superar el programa, obtendrán dos certificados de profesionalidad, uno de nivel 1 de Actividades Auxiliares en Viveros, Jardines y Centros de Jardinería y otro de nivel 2 en Instalación y Mantenimiento de Jardines y Zonas Verdes.
Tras superar los primeros seis meses de formación, ahora los participantes acaban de firmar sus contratos laborales por un año, tiempo en el que se seguirán formando y a su vez percibirán el salario mínimo interprofesional por su labor. «La verdad que es un trabajo muy agradecido porque ves los frutos de tu esfuerzo y la gente agradece lo bonita que está la finca, aunque se suda mucho», dice Emilia Machuca, una de las alumnas de la escuela. En su caso, como el de la mayoría de integrantes, nunca había sentido vocación por la jardinería, aunque ahora se lo plantean seriamente como salida laboral. Mientras otras, como Miranda García, de 21 años, siempre han tenido claro que este era su camino, a pesar de saber que es «un trabajo muy sacrificado». Sea como sea, todos ellos ahora están plantando en la ilustre finca la semilla de su futuro.
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