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Cuando el covid paró el mundo hace casi dos años todos perdimos algo. En el caso de las socias de la Asociación Sociocultural de Mujeres de La Cavada lo que dejaron atrás fueron sus tardes compartidas; aquellas en las que se reunían y pasaban un rato juntas para hacer labores, cursos, talleres, organizar viajes y tomar algo. Una actividad que, por las restricciones y la cautela, no han podido retomar desde que en marzo de 2020 se decretara el estado de alarma. Con ello, la agrupación se ha esmerado en buscar fórmulas para mantener unidas a las suyas en la distancia, ya sea con la edición de una revista o con otra serie de novedosas propuestas que han sacado adelante.
El problema que atenaza a la Asociación Sociocutural de Mujeres de La Cavada es un efecto secundario de la pandemia con el que están teniendo que lidiar la mayoría de agrupaciones de su idiosincrasia. «Dada la limitación de aforos no podemos organizar propuestas presenciales a las que puedan acudir todas», explica la presidenta de la asociación, Ángela López Maza. Y es que antes del covid sólo en las tardes de costura y manualidades de todas las semanas acudían de media en torno a 16 mujeres, mientras que en los talleres de cocina y otras actividades el número sobrepasaba la treintena de asistentes. «Con los espacios que contamos ahora y los límites de aforo no podríamos ni reunirnos diez», concreta Maza.
Como bien es sabido, grandes males requieren grandes remedios, así que la agrupación impulsó una serie de propuestas para poder seguir llegando a todas sus integrantes y que el vínculo creado no se quebrara. De esta forma, las antepasadas Navidades −las de 2020− se editó desde La Cavada el primer número de la revista 'Nosotras'. Dicho libreto recogía una serie de recetas, pasatiempos y demás propuestas y se envió un ejemplar a cada una de las 55 socias.
Dado el éxito de la iniciativa, se decidió hornear y sacar adelante un nuevo número de 'Nosotras', que ahora se les ha vuelto a remitir. Esta vez, además, se ha contado con el apoyo de la Dirección General de la Mujer del Gobierno de Cantabria, que ha sufragado el proyecto. Con ello, en esta ocasión se han integrado a la revista otra serie de contenidos además de los ya ofrecidos en la primera incursión. No sólo se recoge una serie de manualidades −que por cierto están diseñados por una de las socias− también hay recetas, un rincón de lectura con recomendaciones de libros, ejercicios deportivos e incluso un directorio telefónico con los contactos que pueden ser necesarios en el municipio como el del Ayuntamiento, la trabajadora social, el médico y de negocios del pueblo.
Mención a parte merece la sección 'Género Riotuerto' en la que autores locales como Juan Francisco Quevedo y demás colaboradores trasladan historias de mujeres oriundas que rompieron el molde, como la escritora Ana Caller de Donesteve y Mariana de Brito, viuda de Jorge de Bande, que se hizo cargo de la empresa siendo, posiblemente, la primera mujer empresaria de Cantabria, al menos de una factoría de importancia. «Es una propuesta muy interesante, yo ya he hecho todas las actividades que proponen y la parte de curiosidades históricas me ha encantado», valoraba una de las socias.
La revista se ha hecho llegar a todas junto a otra serie de detalles −como una caja de pinturas para pintar los mandalas que incorpora el libreto− en una bolsa reutilizable que lleva impreso el lema 'Yo compro local'. Con ello, desde la Asociación se ha querido aprovechar la oportunidad para lanzar un alegato en favor de la necesidad de que haya tiendas y demás comercios al alcance. «Para todos, y especialmente para nosotras que vamos teniendo una edad, es fundamental tener recursos y servicios a mano», remarcó al respecto la presidenta.
«No veo el momento de que esto termine y podamos estar todas juntas otra vez», reconoce Amelia Abascal, que como el resto de sus compañeras añora la cita de todas las semanas para verse. «Cosíamos, hablábamos, tomábamos algo y cuando era el cumpleaños de alguna lo festejábamos», dice la mujer, que a su vez apostillaba que «cuando regresemos habrá mucho pendiente por celebrar». Asimismo, echan en falta las excursiones anuales. Una de las últimas salidas que hicieron fue Gijón, y recordar ese viaje les despierta buenos recuerdos pero que no comparten porque lo que pasa en Gijón, se queda en Gijón.
Sin su Asociación las integrantes se quedan huérfanas de ese impulso que les hacía salir con ilusión de sus casas varias tardes a la semana y que les ayudaba a tomar aliento y seguir afrontando las tareas y los problemas del día a día. Desde que llegara la pandemia eso parece un recuerdo lejano, ya «ni se acuerdan», dicen, de lo que era el estar todas juntas. «No hemos perdido el contacto, porque esto es un pueblo, y al final te ves paseando pero no es lo mismo», dice la presidenta, mientras otra de las socias, María Ángeles López, apostilla con humor y resignación a partes iguales que «ahora sólo nos encontramos en misa y en el supermercado». Con todo, desde el colectivo, que en 2019 celebró sus bodas de plata al cumplir 25 años desde su inauguración, espera que la crisis sanitaria termine por estabilizarse para «en breve retomar la actividad presencial» y que las mujeres recobren de una vez por todas su añorada normalidad.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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