El Ayuntamiento de Liérganes, a decisión del equipo de gobierno en bipartito de Unión por Liérganes y Pámanes (ULP) y Partido Regionalista (PRC), ha apostado por dar carpetazo a los contenedores soterrados, en lugar de darles una segunda oportunidad e invertir en su ... reparación. La actuación, que ya llevaba tiempo gestándose y había generado el rechazo de la oposición (PP), ya ha concluido, tal y como han anunciado, con la retirada de las isletas que había con este tipo de contenedores. En su lugar se han colocado los habituales, que se han ocultado con embellecedor es de madera. Asimismo, se han retirado los puntos de basura del casco viejo, llevándolos fuera y evitando el acceso diario a esas calles de los camiones de recogidas de residuos.
El proceso de retirada y sustitución de los contenedores soterrados (ocho de ellos pertenecientes a Lierganes y uno a Pamanes), por otros en superficie protegidos con armarios de madera ha supuesto un desembolso de 43.000 euros. Y, según justifica el equipo de gobierno, responde a una «serie de problemas en la gestión de la basura» que se habían detectado, por lo que se realizó una Memoria técnica en la que, tras analizar la situación, se propuso una serie de actuaciones en los diferentes puntos de recogida.
Los contenedores ahora eliminados se soterraron en el año 2007, con el Partido Popular al frente de la Alcaldía, es por ello que los concejales populares criticaron el proyecto de retirada en cuanto se comenzó a plantear, tal y como publicó este periódico a finales del pasado año. En ese momento, la oposición valoró que les parecía «una involución» ya que supone «volver a contenedores antiestéticos» cuando los puntos de basura se soterraron hace quince años «para embellecer el pueblo eliminando el impacto visual y evitar los olores que se producen», al tiempo que recordaron que «el objetivo era seguir ampliando» este tipo de isletas por el municipio.
No obstante, desde el bipartito ULP-PRC no estaban de acuerdo con continuar con ese proyecto, y lo han revertido. Entre otras cuestiones, justifica el alcalde Santiago Rego, porque «el presupuesto de reparación de los soterrados ahora suprimidos ascendía a casi 21.000 euros». Asimismo, valora que el mantenimiento del antiguo sistema «es muy costoso» porque conlleva «numerosas revisiones y renovaciones de los elementos mecánicos, eléctricos e hidráulicos que disponen los contenedores». Lo que, en su opinión, «generaba un coste económico difícilmente asumible», al tiempo el regidor recalca que «era una fuente de problemas para el equipo de gobierno».
Desde la oposición criticaron desde un origen las explicaciones para la retirada, y recelaron de los argumentos, no sólo por el gasto que implicaba la actuación, sino también porque no consideran que el ahorro económico al evitar dicho mantenimiento salga a cuenta. «La sustitución de periódica de los contenedores habituales por desgaste, accidentes y actos vandálicos también supone un sobrecoste», valoraron.
Otras «ventajas»
De esta forma, apuntan desde el equipo de gobierno, la apuesta ha sido la de en esos nueve puntos ocultar la existencia de los cubos en superficie con un cerramiento liviano de madera tratada. Además, se ha desplazado su ubicación al exterior del casco viejo, lo que tal y como reconoce el propio alcalde implica que los vecinos y negociantes de la zona deban trasladarse un poco más para depositar su basura. No obstante, la eliminación de contenedores «preserva mejor la esencia histórica y tradicional del pueblo», dice Rego.
Asimismo, con ello desaparece el paso diario de camiones de recogida de residuos de Urbaser, Mare y Ecovidrio por el centro histórico de la villa. Algo que «beneficia» al conjunto histórico artístico, puesto que dichos vehículos «presentan unas dimensiones y pesos excesivos para el adoquinado de las calles de los cascos históricos», y al parecer estaban causando daños en la calzada, con baches y adoquines rotos.
Asimismo, desde el bipartito explican que el mantenimiento con los contenedores nuevos «se reduce significativamente», mientras que los soterrados requerían de revisiones continuas y presentaban defectos, por lo que «las puertas no quedaban bien cerradas», generando olores, y no tenían una red de saneamiento ni eran completamente estancos.
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