Liérganes liquida los vestigios franquistas

Parece que una mano de pintura poco sutil oculte el símbolo de la Falange junto a la inscripción de 'Caídos por Dios y por España' que acompañaba a una docena de nombres de fallecidos en el pie de la cruz de Pámanes. El aspecto de un blanco impoluto de la superficie donde figuraban las letras invita a pensar así. Sin embargo, la solución que se ha dado ha sido más definitiva. Operarios municipales se han encargado de pulir la piedra para que no quede ni rastro y no vuelva a salir a flote. «Parece pintura, pero porque al pasar la rotaflex ha quedado así de blanco, no debe ser una piedra muy buena», apostilla el alcalde, el independiente Santiago Rego, que a su vez anuncia que con esta operación se ha terminado con el último de los vestigios franquistas del municipio y, con ello, «hemos cumplido con la Ley de Memoria Histórica», recalca satisfecho.

Desde hace años, el Ayuntamiento de Liérganes ha ido suprimiendo nombres de calles y otros elementos con simbología franquista. Una política que no ha estado exenta de anécdotas ni de polémica. Hace dos años, una de ellas fue la decisión adoptada por el Pleno con el voto del equipo de gobierno (Unión por Liérganes y Pámanes junto a PRC) de retirar la cruz de los caídos de Liérganes; una estructura pétrea que pocos días después de dicho acuerdo desapareció misteriosamente para, tras haber sido sustraída, aparecer horas después abandonada en un campo.

Desde entonces, el monolito ha permanecido a buen recaudo en instalaciones municipales, a la espera de resolver la cesión del mismo a la Iglesia para que se recoloque en algún templo del municipio, pero libre de inscripciones. «Hemos hablado con el párroco para instalarla en el jardín del templo de San Pedro Advíncula, aunque al ser un Bien de Interés Cultural hay que hacer diferentes trámites», concreta el regidor.

No obstante, tal y como publicó El Diario Montañés hace ocho meses, quedaba una cruz similar en Pámanes que, pese a tener su inscripción ya prácticamente ilegible (sobre todo la de un listado de doce nombres de vecinos fallecidos en la Guerra Civil), sí tenía una alta carga simbólica de la dictadura. Aunque en ese momento a preguntas de este periódico el alcalde confirmó que no habían pensado una solución, finalmente estos días por mandato suyo los operarios han esmerilado el grabado. «Ahora la superficie ha quedado muy blanca, pero me ha dicho un cantero que cuando pase el tiempo se igualará con el resto», recalca Rego. Y entonces sí que no quedará rastro de lo que ahí hubo y lo que representó durante décadas esa cruz.

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