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Mujeres de tierra y de mar. Así son las de Marina de Cudeyo, que tradicionalmente han sacado adelante a sus familias tanto marisqueando como atendiendo al ganado y los campos. Y ahora también son de lienzo y letras, porque el municipio ha realizado una iniciativa que pone en común a las artistas locales para generar sinergias en torno al 8 de marzo. Tanto pintoras como escritoras han unido fuerzas para construir en común un discurso sobre la figura de la mujer de Marina de Cudeyo. Todo a partir de un concurso de relatos convocado por el Ayuntamiento que, después, han reflejado en cuadros y que engloba el título 'Nosotras contamos'. El resultado se puede conocer en una exposición en el Centro Cultural de Pontejos −antiguas escuelas− hasta este sábado día 11 de 11.00 a 14.00 horas y de 18.00 a 20.00 horas. Asimismo, se ha editado un libro con parte del material.
Cuando Blanca Pellón, vecina de Pontejos, pintaba la obra que iba a presentar a la exposición colectiva de esta edición −la segunda− de Marina de Cudeyo su marido echó un vistazo al lienzo y dijo: «¡Es la tía Flora!». Y lo era, y al mismo tiempo no lo era. Lo que ocurre es que, sin esfuerzo, la mayoría podemos reconocer a alguien cercano en esa composición. «Sí, claro que era la tía Flora, pero para otro puede ser su tía, su madre, su abuela, una vecina...», dice la pintora, que quiso retratar a esa mujer que hace no tanto «iba a trabajar al campo dejando el puchero en la lumbre». Para ello trazó a una anciana yendo a buscar agua a la pila del pueblo, «ya vencida, doblada de tantos años cargando con el cubo».
En la tía Flora están reflejadas las protagonistas de buena parte de los relatos presentados al concurso que acompaña esta convocatoria pictórica de Marina de Cudeyo. Como Celia López, figura central del escrito que escribió su vecina, Adela Cobo, que explica de ella que «marisqueaba, cuidaba de la familia, de la casa, de los animales; es decir, lo que hacía una mujer casada, como me repetía ella misma cuando la entrevistaba». Celia es una más de las que asumió toda esa responsabilidad sobre sus hombros sin concebir que hiciera nada del otro jueves, pero que ahora está henchida −o «esponjada» más bien como define Adela− al presumir en la residencia a sus 98 años del texto que le ha dedicado su vecina y mediante el cual le brinda un reconocimiento que ni esperaba ni del que mucho menos se creyó nunca merecedora.
La convocatoria ha animado a varias mujeres de Marina de Cudeyo a darle al teclado, a buscar una nueva vocación. Es el caso de Adela y de las otras dos participantes que junto a ella se han llevado los tres accésits entregados por el jurado en el certamen, Lidia Martínez y Mercedes Ruiz. La primera con un escrito inspirado en su madre y la segunda con uno sobre su abuela política, 'Ti Elvira', que ejerció de partera.
El encontrar inspiración en las propias mujeres de su entorno ha sido un efecto muy repetido en esta convocatoria. También en la parte pictórica, en la que varias niñas artistas han presentado retratos de familiares. «Al principio me propuse dibujar a la cantante Aitana, pero luego me di cuenta de que mi abuela tiene más mérito porque ha trabajado más y siempre nos ha cuidado», dice Maya Alonso. Mientras otras autoras han partido de su propia vida pese a sentir que, en realidad, no tenían nada especial que destacar. Como Teresa Sierra, que resumió sus 79 años en 24 líneas escritas a mano desde el Centro de Día de Rubayo, y que se ha llevado la mención honorífica del concurso.
La casualidad −los textos se presentaban bajo seudónimo− quiso que un hombre, Jesús Alfonso Redondo, se llevara el primer premio, demostrando que ellos también tienen mucho que aportar al discurso feminista. «Las que realmente han tirado en esta zona de las casas eran ellas, los hombres eran mulos de carga», valora el escritor, que ha intentado reflejar ese pensamiento a través de tres mujeres que murieron ahogadas en la bahía de Santander a causa de unos accidentes que realmente acontecieron y que él ha localizado al revisar los libros sacramentales.
También ha partido de la realidad −aunque de una más empírica− la propuesta que se ha llevado la plata, firmada por Lola Rodríguez-Jalón. La pequeña obra funciona mediante de una sucesión de pestañeos con distintas escenas del municipio a través de una panadera, una repartidora, una voluntaria de Marina Solidaria, una vecina... «Me di cuenta que no es solo una mujer, son muchas y me vinieron a la cabeza todas las que forman parte de mi vida cotidiana», dice la escritora.
Mientras que el texto laureado con el bronce parte de una conversación imaginada entre las ánimas de las mariscadoras de Pedreña. «Hacían una labor encomiable, saliendo a trabajar hasta en dos mareas al día y aún así no desatendiendo sus demás responsabilidades», puntualiza la escritora, Fátima Roqueñi, que cree que «no se les ha reconocido lo suficiente». Pero con iniciativas como esta, queda demostrado sin género de dudas que tanto las pedreñeras como el resto de ellas han contado y seguirán contando siempre.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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