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Ser periodista y alcalde se antoja asunto nada fácil. Tener el impulso de contar y el deber de callar es, casi, un desequilibrio en barra ... fija. Si además hay que buscarse la vida 'política', la cosa se puede poner peor. Es lo que tiene ser independiente, que les ocurre como a los autónomos, que pueden elegir sin compromiso a sus compañeros de viaje, pero si les falla la apuesta nadie acudirá en su auxilio. Dicen de quienes optan por no alinearse bajo siglas políticas que son de difícil control, pero nadie cuenta que el acceso a los medios de comunicación lo tienen más complicado, que la autofinanciación suele ser su método y que, aunque pueden hablar de todo y de nada, tienen el derecho de elegir los candidatos que les interesen sin sentirse obligados. Se mueven en un espacio lleno de riesgos, pero también de oportunidades. Apuesta, pues, para fuertes y seguros de sí mismos.
Santiago Rego es uno de ellos. Nacido hace 61 años a la sombra de los montes Marimón y Cotillamón -conocidos con el sugerente nombre de 'Las Tetas de Liérganes'-, el número uno e impulsor de la Unión por Liérganes y Pámanes es un lierganés castizo, «de pura cepa», que vino al mundo en un pueblo que figura entre los más bonitos de España. Su niñez, los baños veraniegos en el río Miera, esperando quizás que el Hombre Pez dejara de ser leyenda, las carreras en bici atravesando el puente romano «y saltar el muro del vecino para comer la fruta ajena, que siempre ha sido la más sabrosa». Evocaciones de este trasmerano serio, de voz fornida, siempre atildado y cuidadoso de la dicción, que un día dejó de olisquear el sulfuro de las aguas sanadoras de su pueblo, para marcharse a la capital a ser periodista.
Como en tantas biografías de los 'tribuletes', la Isla del Tesoro, las aventuras ensoñadoras de Julio Verne, las osadías de los chavales a los que Enyd Blyton hacía comer galletas de jengibre, y Henar Fernández, «una profesora, leonesa, de Literatura que me inculcó el amor por la novela», y que disfruta leyendo «una buena crónica interpretativa», fueron los ingredientes que comenzaron a perfilar el camino de quien en 1976 pisaría la Universidad Complutense, seguramente, con ganas de cambiar el mundo, que es a lo que aspiran los quijotes de pluma en ristre.
No era entonces una profesión de relumbrón. Cualquier padre en aquellos inseguros años de la transición hubiese preferido en casa un abogado, un ingeniero o un dentista -que algo de provecho traerían- pero cedieron ante su resuelto hijo, y para allí se marchó aquel chaval que no quiso ser ferroviario como su ascendiente, ni repostero como el abuelo Hermógenes. Les espetó esa frase contundente que cualquier padre sabe que no tiene remedio: «Quiero ser periodista» y Santiago, «91 años, que aún conduce, toma el whisky sin agua y se queja de que a veces le duele la cadera» y Nieves, «93 años, buena y sensata como todas las madres», le dejaron volar alto buscando su vocación y persiguiendo un sueño «previa advertencia de que había que aprobar curso por año si no quería estar el resto de la vida amasando hojaldre en el obrador». Pasaron unos años y quien aspira a seguir gobernando ese pueblo de dos mil y pico almas «al que quiero y admiro» regresó con el título de periodista debajo del brazo, hizo la mili, se casó con Inmaculada, tuvo dos hijos -Jaime y Patricia- y cerró el circulo familiar con Mar, la nietuca, ¡y a ser periodista! y también profesor universitario.
Fue en marzo de 2015, faltando solo dos días para cerrar las candidaturas, tras el 'níhil óbstat' familiar, cuando dio el paso y se embarcó con un grupo de «echados para adelante» en un intento «titánico» de que las cosas cambiaran y a seguir escribiendo la historia «con dignidad».
Consiguieron poner patas arriba su pueblo al que desde 2011 había gobernado el PP con cinco concejales, PSOE con tres y con otros tantos el PRC. Borraron del pleno a los socialistas, dejaron maltrechos a los regionalistas y se tutearon con los populares al conseguir ambos cinco ediles. Y alcalde. Nuevamente, «y ahora por última vez», tratará de que su equipo siga gobernando el pueblo del Hombre Pez. «Nuestra campaña la hacemos puerta a puerta porque no tenemos el dinero de los grandes partidos, explicando lo que nos guía para los próximos cuatro años, seriedad y dignidad para llevar el bastón de mando». Comparte con su homónimo de Novales que «ser independiente es llevar un traje hecho a medida». Resalta que «nosotros solo nos debemos a los vecinos y, aunque respeto a los políticos como Revilla, Sáenz de Buruaga, Zuloaga y otros, nosotros no tenemos que recibir ordenes de Santander ni nos dictan argumentos». Así y todo no le duelen prendas al reconocer «que los consejeros Mazón y Martín» -ambos del PRC- nos han «apoyado mucho» y que ahora mismo firmaría «para que las relaciones políticas discurrieran sin sectarismos ni descalificaciones». Para el domingo que viene tiene «muy buen pálpito».
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Ana del Castillo
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