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El municipio de Ribamontan al Mar se quedó esta semana sin el último de los dos policías locales de su plantilla. El primero de ... ellos, Rafael Manzano, pidió traslado a Santander hace un año, mientras que el segundo, Julio Carlos Calleja, se incorporó hace dos días también a la plantilla de la capital. El Ayuntamiento había convocado hace meses la plaza del primer agente, pero la pandemia ha hecho que los exámenes se retrasen hasta septiembre, «por decisión del gobierno regional». En el caso de la segunda plaza, no se ha podido convocar puesto que el policía estaba en plantilla «hasta el martes», comunicó la teniente de alcalde, Araceli Colina.
Lo cierto es que Ribamontán llevaba ya años con un solo agente, debido a que uno de ellos tenía concedida una excedencia, por lo que la ausencia de Policía no es una novedad. De hecho, el efectivo ahora trasladado llevaba de vacaciones y permisos por descansos regulados desde «junio». Ribamotán es un municipio de unos 4.500 habitantes en invierno cuya población se eleva a 25.000 en agosto. A pesar de ello, desde el Consistorio se indica que la seguridad se mantiene como en otras temporadas, al igual que otros servicios. Para suplir la ausencia de un cuerpo propio al que recuerdan que «no están obligados» por el ratio de habitantes, Ribamontán contrata en verano un refuerzo de hasta 10 auxiliares de Policía Local que se integraron en junio. Además cuentan con la «gran colaboración» de la Guardia Civil.
Tampoco andan sobrados de agentes locales en Noja, un municipio que cuadruplica su población en la temporada estival. Además de ese problema, los agentes se encontraron en la madrugada del pasado jueves con otro bien distinto: varias pintadas insultantes en uno de los vehículos patrulla estacionado en las inmediaciones.
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Con rotulador rojo permanente, los vándalos escribieron sobre la carrocería «hijos de puta», «putos fachas» y «comerme los cojones». Un incidente que «nunca nos había ocurrido» y que, para el agente nojeño y a su vez coordinador regional de CC OO de Policías Locales de Cantabria Juan Carlos Díaz Cano, es «una respuesta de odio generada por el trabajo coercitivo y continuo que debemos hacer por la seguridad ciudadana con el control de las mascarillas, los botellones y el ocio nocturno». Remarca que es su sentir particular, pero «tiene claro que a muchas personas no les gusta nuestra labor diaria, que les manden, y la han pagado con el coche».
Las pintadas las eliminaron de inmediato con un gel desinfectantes e investigarán el origen de la autoría para tomar las medidas oportunas. Para Díaz Cano el acto vandálico guarda un trasfondo directamente relacionado con el papel que juegan los agentes para que se cumplan las medidas sanitarias obligatorias. «Tener que realizar una labor de presión como estamos haciendo la Policía por el tema del covid produce miles de problemas». Tanto que tilda el trabajo de «complicado» y «desagradable» al tener que estar llamando la atención «continuamente» como si estarías tratando con miles de niños. Se refiere sobre todo a la obligación de llevar las mascarillas. «Hemos hecho una función informativa pero en algunos casos ya no queda otra que multar». Entre avisos, seguridad ciudadana, y denuncias, «no paramos ni un minuto y psicológicamente llegas cansado y afectado a casa porque percibes odio en la gente».
Unas sensaciones que no circunscribe a la plantilla de Noja sino que las extiende a los policías de toda la región «que están pasando por lo mismo». Su tarea se ha intensificado aún más desde que el Gobierno regional fijara el cierre a la 01.30 de la madrugada de los locales de ocio nocturno. «Desde que se ha decretado esto, en cuanto cierran los bares los chavales se dispersan en grupos por las calles y playas de Noja haciendo botellones. A algunos les levantas y no hay problemas, pero la mayoría responden con vandalismo. Y hay botellones todos los días».
En Noja, remarca, este control «requiere de un esfuerzo aún mayor por la masiva afluencia de turistas». Un aumento de población que choca con una plantilla mermada de personal. «Hemos pasado de 17 agentes para la calle a 11 y 12». Díaz Cano aclara que mantienen «buena relación» con el Ayuntamiento y sabe que «está intentando paliar esta situación». De hecho, apunta, «ha convocado la pasada semana dos plazas por movilidad y van a cubrir más pero con lo del covid se ha retrasado todo». Hasta que lleguen esos refuerzos, «estamos redoblando turnos» y se sienten «muy desbordados». «Es una locura la gente que hay en Noja. Uno de los fines de semana hemos tenido que cortar unas horas la calle desde la rotonda de Helgueras hasta el Brusco, junto a la playa, por la cantidad de coches que había aparcados».
La merma de las plantillas, denuncia, afecta a la mayoría de Cuerpos de Policía de toda Cantabria y reclama al Gobierno regional que acelere los trámites necesarios para cubrir las plazas porque «estamos bajo mínimos». El coordinador regional también echa en falta una reconocimiento público a este Cuerpo en particular, porque «han hecho una labor encomiable».
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