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Construcción del puente que une Somo y Pedreña, salvando la desembocadura de la ría de Cubas, 1975.

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Construcción del puente que une Somo y Pedreña, salvando la desembocadura de la ría de Cubas, 1975. DM

Somo hace memoria en el confinamiento

Historia ·

Al comienzo del estado de alarma, la Junta Vecinal animó a la gente a desempolvar sus álbumes de fotografías para hacer un archivo con todo el material reunido

HÉCTOR RUIZ

Ribamontán al Mar

Lunes, 1 de junio 2020, 07:45

Aunque cueste imaginarlo, hubo Somo mucho antes de que los jóvenes decidieran surcar sus olas sobre tablas y hacer de su arenal la capital del surf en que se ha convertido. Un pasado que huele a salitre, pero también a ganadería. «La zona de abajo que ahora está llena de apartamentos era todo playa y campos, sólo había un par de negocios, un chiringuito y dos casas de familias muy pudientes», rememora Almudena Esteban. Ella es una de las nostálgicas que ha vivido toda la vida en el pueblo costero y que, en respuesta a un llamamiento de la Junta Vecinal, ha aprovechado la cuarentena para desempolvar sus álbumes y compartir antiguas instantáneas a través de redes sociales.

Esteban, que ahora tiene 57 años, era muy pequeña en la fotografía que acompaña estas líneas en la que se ve a su familia ante un copioso mostrador de productos. Ella es la benjamina de los seis hermanos, así que alcanza a recordar con dificultad cuando «jugaba a las cocinas» tras aquella barra de la tienda de ultramarinos y posada Vélez que regentaban sus padres, Luis y Leonor, y donde ella «literalmente» nació.

Pero ahí está su hermana mayor, Mercedes, para arrojar algo de luz sobre el incipiente Somo de aquella época. «Todavía bajaba poca gente a la playa y como había escasos bares, ponían chiringuitos de madera y nuestro padre trabajaba en uno de ellos», explica la mujer. Su progenitor supo ver que «había negocio» y que Somo no se quedaría ahí, así que decidió arrendar la pensión Vélez. «Acertó», resume Mercedes.

A través de redes sociales se han reunido cerca de 600 fotografías que reflejan la evolución del pueblo en el último siglo

Corrían entonces los años 60, y se popularizó en la terraza del Vélez «el baile», al que vecinos del municipio asistían junto a gente de Santander «que cruzaba la bahía en las lanchas». Era una fiesta con orquesta que se celebraba semanalmente y, según explica Mercedes, «en verano tenía mucho ambiente, en dos o tres horas se hacía mucho dinero».

Fue entonces cuando todo despegaba. O así lo recuerdan la mayor y la menor de las Esteban. «Somo creció a partir de los 70 en muy poco tiempo». Y si hubo un ingrediente que fue esencial en el impulso definitivo fue la construcción del puente que salva los 320 metros que durante siglos separaron a Pedreña y Somo, y que unió todo el arco de la bahía con Trasmiera.

Durante las obras del viaducto (inaugurado en 1977 y que se emplazó donde estaba el desaparecido malecón que se ve en la imagen de la Fonda Villa Matilde de 1923) nació Sergio Maza, sobrino de Mercedes y Almudena. Él también ha vivido toda su vida en Somo, y ahora dirige el restaurante Euromar, restaurante que sus abuelos abrieron tras terminar el alquiler del Vélez. «La gente piensa que el turismo llegó con el surf, pero cuando yo era niño esta playa ya era mítica». Maza se remite a la fotografía de 1970 con El Puntal a rebosar de veraneantes a los pies del antiguo chiringuito.

El pasado, un pasatiempo

Maza es la persona que ha aportado la mayoría de fotografías que se han seleccionado para este reportaje. «Me las facilitó hace años un veraneante de Somo que las reunió», explica. Pero desde entonces al hostelero le picó el gusanillo y también se dedicó a esta labor. «En este municipio es algo que ya se movía en redes, pero ahora con la cuarentena muchos vecinos se han unido», dice.

El presidente de la Junta Vecinal, José Ramón González, señala que en el aislamiento se han reunido «600 documentos». Sobre todo han servido de mucha ayuda las familias con negocios como los Esteban o los descendientes de Pepe Diez e Irene Sainz, que abrieron el Café sol y mar en el 69 y el Bar Pepe en el 77. La pareja ya tienen casi 90 años, y su nieto, Juan José Diez, ha dedicado varias tardes de confinamiento a digitalizar las fotos de los álbumes y cajas familiares, además lo ha hecho con la inestimable ayuda de Pepe e Irene. «Ellos siempre han sido muy del pueblo, y todo lo que sea para remar en favor de Somo lo hacen encantados».

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