La tradición de los reyes cantores de Pedreña

«De casa salimos con mucha prudencia, con mucha prudencia», empieza el salmo propio de los de Pedreña y que cantan si los Reyes «les dan licencia». Es la letra con la que han crecido todos los niños en Marina de Cudeyo cada 5 de enero desde hace varias generaciones. Ha sufrido a lo largo de su historia algunas variaciones, porque al principio la transmisión de la canción fue de forma oral. Pero la esencia no ha variado. «Yo y mi primo de toda la vida dormíamos la noche de Reyes en casa de mis abuelos y recuerdo que estábamos nerviosos esperando a que llegaran a nuestra casa mientras escuchábamos cómo iban pasando por las de alrededor», recuerda Raúl Tricio, uno de los componentes del grupo, que también rememora que «hasta que no llegaban y cantábamos con ellos no dormíamos».

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Ahí reside el truco de magia para que esta tradición vaya sumando generaciones. En que los niños ven a los mayores y algún día quieren tomar su relevo. «Los jóvenes sólo nos juntamos dos veces, en esta ocasión y en las fiestas y es una forma muy buena de hacer piña», dice uno de los más veteranos, Alejandro Escagedo, mientras uno de sus compañeros, Kevin Ruiz, incide en que «te conoces de antes pero aquí coges confianza con todos». Y es que son muchos cantes juntos. Salen sobre las nueve de la noche, pasada la cabalgata, y en tres grupos abarcan todo el pueblo hasta altas horas de la madrugada −también cantan en la misa del día 6−. Casa por casa, bloque por bloque y escalera por escalera recorren Pedreña cantando en prácticamente cada puerta su salmo por los 'Santos Reyes'. Ahí los vecinos que saben de esta tradición −inciden en que cada vez hay más gente de fuera que la desconoce− les acogen y les dan roscón, tortilla, embutido y bebida −muchas veces alcohol por eso decidieron que no aceptarían componentes menores de 18 años−. «Es un día en el que la gente te abre las puertas de su casa y te trata como a un familiar más», destacan.

Antiguamente, también se les daba un aguinaldo para los pobres. Además, se tiene constancia de que en origen tres de los componentes iban ataviados como sus Majestades de Oriente y el resto como pastores. Ahora todo el grupo va vestido igual, con su poncho 'reglamentario' que muchas veces es heredado de algún familiar, un sombrero y un palo que usan como instrumento de percusión. Ese sigue inalterable, aunque año tras año cada una de esas varas se va abriendo más por abajo de tanto golpe contra el suelo. También perdura la canción, que no tiene visos de dejar de sonar −esta vez lo hará por tres miembros y amigos recientemente fallecidos: Roberto Carriles, Manuel San Emeterio y Jose Miguel Bedia−. «Cada año se suma algún nuevo integrante», dice el grupo y Escagedo añade al respecto que:«Espero que mis hijos les canten a los Reyes Magos y sino ya me encargaré yo de que lo hagan».