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La vía ferrata de Liérganes ha sido diseñada para que sea accesible para todos los públicos. Fotos: A. Aja | Vídeo: P. Bermúdez/A. Aja/R. Torre

Turismo vertical en Liérganes

El Diario Montañés recorre antes de su inauguración la vía ferrata instalada en el Pico Levante

Rafa Torre Poo

Liéganes

Domingo, 26 de noviembre 2017, 07:47

Un primer vistazo puede dar lugar a equívocos. La verticalidad de sus paredes la convierte, a priori, en una cima inexpugnable. Pero no lo es. Si se observa con atención, sobre todo en un día soleado, se perciben los destellos metálicos de sus peldaños y cables. Es la nueva vía ferrata que el Ayuntamiento de Liérganes ha instalado en el Cueto Calgar, más conocido como Pico Levante. Muy cerca de sus archiconocidas ‘Tetas’ (los picos Cotillamón y Marimón). Un trazado zigzagueante, de baja dificultad, que EL DIARIO ha visitado antes de su inauguración.

Las vías ferratas permiten acercar a todos los públicos las emociones que siente un escalador cuando se enfrenta al reto de ascender una montaña. Verticalidad, altura, descarga de adrenalina, superación personal... pero con mucha más seguridad y sin necesidad de poseer un exigente nivel físico y técnico. Es el secreto y el porqué del auge de esta modalidad de ocio.

La de Liérganes viene a cubrir una vieja demanda. «En Cantabria no había vías ferratas de iniciación. La mayoría son de un nivel medio o alto. Lo que hemos hecho aquí es diseñar un trazado con zonas de escape, otras preparadas para ‘rapelar’ (descender con cuerdas de escalada) y que también sirven para practicar posibles rescates», explica Jaime Navedo, responsable del Centro de Actividades Alto Miera, que se ha encargado del diseño y la instalación.

A la vía se llega tras caminar apenas cinco minutos desde la carretera que sube a las ‘Tetas’, donde se puede aparcar el coche. Un ligero sendero nos conduce hasta el punto de partida. Un reguero de grapas y cables facilitan el ascenso. «Hemos colocado los peldaños a treinta centímetros unos de otros. Esto permite, además de un ascenso fácil, que los usuarios puedan sujetarse cómodamente con un mosquetón y una cinta de descanso», subraya Navedo.

Las vistas desde la cima de 435 metros son espectaculares. Alberto Aja

Un gran peñasco de cuatro metros de altura junto a una cueva da la bienvenida. Esta zona, salpicada por simas y cavidades, sirvió a los maquis para guarecerse durante la época de represión tras la Guerra Civil.

Una vez puestos correctamente todos los elementos de seguridad (casco, arnés y cinta disipadora de energía), ya estamos listos para afrontar el reto. El ascenso se convierte en una especie de danza, en el que los movimientos se acompasan como si de un baile se tratase.

Superada esta primera dificultad, hay que atravesar una pequeña terraza marcada por los cables de acero que guían al montañero durante el camino. Es nuestra ‘línea de vida’. A ella debemos ir anclados en todo momento con la cinta disipadora. Un nuevo muro vertical permite ganar altura o ‘patio’, como llaman los escaladores a la sensación de vacío bajo los pies.

En una escala que va del K1 al K6, esta nueva instalación está homologada como K2

Llegados a este punto aún se puede decidir. Al ser una vía ferrata de iniciación , en caso de no estar seguros, o si la sensación de vértigo es acuciante, se puede abandonar a pie cómodamente el camino con solo desviarse a la derecha.

En este punto comienza una estética travesía, de derecha a izquierda, que nos deja en la base del gran torreón final. Es el último punto en el que se puede abortar la aventura. Pero es necesario tener conocimientos de escalada para poder descender desde allí con cuerdas. «Este punto de ‘rápel’, además de para aprender las técnicas de descenso en espiral, lo hemos puesto para facilitar los trabajos de los servicios de rescate en caso de accidente», recuerda el responsable del montaje de la instalación.

El premio final

Es a partir de este punto donde los más avezados disfrutarán con mayor intensidad. Una gran pared de 37 metros, con algún desplome que exige una mayor destreza, nos deposita directamente en la cima de 435 metros de altura que marca una cruz hecha con ferralla. No es el final de viaje. Aún queda el descenso, que en los pasos más difíciles está cosido a peldaños y marcado por un grueso cable de acero en las zonas más peligrosas.

Es el momento de disfrutar del tesoro que esconde esta vía ferrata: sus vistas. En los días despejados, los aventureros pueden entretenerse con las imágenes que ofrece. Al fondo, hacia occidente, se pueden distinguir los Picos de Europa, que estos días lucen un manto blanco que contrasta con las elevadas temperaturas. El valle que desemboca en Liérganes desciende parsimoniosamente por detrás nuestro. Santander y su bahía, que con el reflejo del sol de la tarde hace de espejo, dominan la mirada más al norte. Incluso Meruelo, al este, nos despide. Un placer para los sentidos.

La idea es equipar una escuela de escalada de iniciación en las paredes anexas de este monte

«El Torreón de Liérganes. Me gustaría que lo llamaran así. Por las panorámicas. Desde aquí se puede contemplar todo», cuenta Navedo, que también es guía de montaña. Su empresa tendrá un puesto en Liérganes y otro en La Cavada donde podrá alquilarse el material necesario y contratar el servicio de acompañamiento.

El turismo de escalada, como se ha denominado al auge de estos deportes de aventura, es una de las apuestas de los pequeños ayuntamientos que ven como, con una pequeña inversión, el retorno económico y la puesta en valor de lugares desconocidos son casi inmediatos. En la actualidad existen en Cantabria ocho vías ferratas. Solo la de La Hermida recibió el año pasado 12.000 visitas. En ese momento, el municipio de Peñarrubia pasó de ser un punto de paso en el desfiladero hacia Potes oUnquera a un lugar de parada obligatoria. Es lo que algunos llaman turismo vertical. Los usuarios de las vías ferratas no solo acuden para disfrutar de la aventura. Muchos, una vez terminada la actividad en la cima, visitan los bares y restaurantes de la zona y los pueblos más cercanos.

Los peldaños, por seguridad, están situados a 30 centímetros de distancias entre unos y otros. Alberto Aja

Es una de las bazas que quiere jugar Liérganes. La nueva vía ferrata sirve de complemento al gran foco de atracción que ya tiene el municipio de por sí desde que entró en el club de ‘Los pueblos más bonitos de España’. A partir de ahora, además de por la escultura del Hombre Pez, el puente Romano, la Casa de los Cañones, su bello casco histórico o el Balneario de Fuensanta, el municipio atraerá visitantes en busca de emociones fuertes.

14.000 euros de inversión

La vía ferrata de Liérganes ha sido diseñada para todos los públicos, lo que abre el abanico de potenciales visitantes. La recomendación de los expertos es siempre la misma: ponerse e manos de profesionales. «Todos tenemos amigos ‘montañeros’, pero no todos tienen los recursos necesarios cuando surge un imprevisto», explica Jaime Navedo.

«La idea de instalar una vía ferrata nos la dio el año pasado nuestro concejal Ramsés Arco, que además de maestro es bombero y muy aficionado a estos deportes», explica Santiago Rego, alcalde de Liérganes. Enseguida encontraron la mejor localización, en terrenos de propiedad municipal, y se pusieron manos a la obra con una única condición. «Tenía que tener un trazado apto para los menos expertos, que sirviera de iniciación y de escuela», insiste Rego, que explica que el Ayuntamiento se ha gastado «14.000 de los 88.000 euros que aportan al municipio los fondos Feder». Las ayudas europeas obligan ahora a que este dinero se invierta en proyectos sostenibles, preferiblemente que no tengan impacto medioambiental y que ayuden a la puesta en valor de zonas hasta ahora poco conocidas.

Con esta misma filosofía, el Ayuntamiento de Liérganes baraja otra idea que, de momento, ni siquiera está plasmada en un proyecto. «Queremos complementar la vía ferrata con la apertura de una escuela de escalada», explica Rego. La empresa que ha instalado este camino de heirro ya tiene ojeadas algunas paredes que podrían equiparse con varías vías de ascenso de graduación media o baja, ideal para los principiantes. La intención es tener en Liérganes un centro integral que sirva de complejo de iniciación para los amantes de los deportes verticales, que cada día son más numerosos en la región.

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