Secciones
Servicios
Destacamos
Al párroco de Liérganes, Hilario Obregón, se le llevan 'un poco' los demonios cuando tiene que oficiar una misa y pedir desde el altar a sus acólitos que lo dejen «sólo» ante el «peligro». Es algo que le pasa desde hace ya más de «dos ... años» y que le quita el sueño. Y es que, por aquellas fechas, el Cristo de madera maciza del XVII, una talla de grandes dimensiones (más de dos metros de alto por uno y medio de cruz), se precipitó al presbiterio haciéndose añicos. La fortuna o la intervención divina quiso que todo pasase de noche, por lo que no hubo daños personales, aunque el retablo mayor quedó tocado, ya que su caída se debió a la rotura de la peana del retablo mayor, quedando la estructura dañada.
«La caída del Cristo desde la peana no nos mató de milagro, porque en ese momento no estábamos, pero el riesgo sigue ahí », afirma ahora Obregón visiblemente enfadado por lo que vendría después del susto. Ese fue sólo el primer capítulo de esta rocambolesca historia que tiene a la Consejería de Cultura como principal protagonista y a un Bien de Interés Cultural y protegido (la iglesia de San Pedro Advíncula y el retablo artístico de principios del XVII), como actor secundario, aunque tendría que tener el papel principal para la administración.
Tras el suceso, Obregón mandó poner un andamio para evaluar el daño en el retablo mayor y mirar si los anclajes a la pared de esta obra de estilo barroco clasicista –de gran tamaño, peso y altura– estaban correctos. Para ello, llamó a un experto: el doctor en Historia del Arte, Enrique Campuzano, que subió para mirar los daños y redactó un informe del estado de la estructura. En él se detallaba que se había desprendido la jamba y un arco decorativo de la hornacina donde estaba el Cristo de gran tamaño y valor artístico. También se apuntaba a que los restos rotos del retablo podrían quedar empotrados entre el muro, la parte posterior de del mismo y apoyados «en los anclajes de la estructura».
Con esta evaluación inicial, Campuzano acudió junto al Obispo de Santander, Arturo Ros y la exconsejera de Cultura, Eva Guillermina Fernández, a una reunión donde se habló de la necesidad de comprobar el desprendimiento y revisar dichos anclajes, reparando la estructura para evitar riesgos. Se solicitó entonces un simple permiso para ejecutar los trabajos y, en ese encuentro se les dieron buenas palabras y se les dijo que les tramitarían el papeleo para la intervención. Eso fue en julio de 2023 y, tras haber pasado mucho tiempo, viendo el silencio de la Consejería y que los permisos para la obra no llegaban, el propio Enrique Campuzano, a petición del párroco, volvió a preguntar por el asunto a la administración. La sorpresa llegó con la respuesta de Cultura. Según explican ahora el párroco y el restaurador, desde allí les comunicaron que el problema en el retraso era porque «no se había recogido la actuación en el acta de la reunión», aunque en ese mismo encuentro se tramitaron otras iglesias. Un 'olvido' que Campuzano trató de solventar redactando otro documento que complementara el acta y solventar así el asunto. ¿Y qué es lo que pasó después? «Pues que hasta hoy», clama indignado ahora Obregón a la pregunta de El Diario Montañés.
Hilario Obregón
Párroco de Liérganes
El religioso relata los muchos inconvenientes de tener «una espada de Damocles» detrás de él en cada oficio religioso o actividad que tiene lugar en la iglesia. Y es que desde que se produjo el desprendimiento, solo él se pone en el presbiterio junto al altar y hace bajar a sus ayudantes para ponerlos a salvo de la impresionante estructura del retablo, que llega hasta el techo. Le preocupa «mucho» ahora la situación porque llega el momento de comenzar las catequesis. «Con los niños no estamos dispuestos a asumir el riesgo de que mate a alguno», insiste el párroco, que solicita «urgentemente» el desbloqueo de esta situación y, por consiguiente, «que se nos facilite el permiso de obra». También matiza que no están pidiendo a Cultura «un duro», solo la autorización para solventar la situación «con el informe detallado de un experto», matiza. Y es que el párroco quiere dejar clara su «repulsa, indignación y estupor ante la dejadez flagrante de la Consejería de Cultura», en este tema. Por ello, invita directamente al nuevo titular del área, el consejero Luis Martínez Abad, a visitar el templo y comprobar por si mismo el problema. «Es que vienen los turistas a ver el templo y se lo tenemos que enseñar así desde hace dos años», lamentaba. «Algo así no se puede permitir», zanjaba.
Aunque en el informe inicial de 2022, tras la evaluación preliminar, el experto diagnosticaba que no había riesgo de que se desplomase el arco roto hacia el presbiterio –ya que había quedado empotrado contra la pared– Campuzano no descartaba esta semana que esa presión que están ejerciendo estos restos traseros contra los anclajes hayan podido dañar los mismos, dado el tiempo que ha pasado. «En mi opinión es totalmente urgente actuar, además se trata de un retablo histórico artístico, una obra muy importante y patrimonio de todos», valoró.
Lo que necesitan es un permiso para instalar el andamio, valorar y reconstruir, restituyendo las piezas a su lugar de origen de manera reglada, solo eso, la autorización que pidieron hace más de dos años.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos son los mejores colegios de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.