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Mari Carmen Pérez, tras ser avisada por la llamada de unos vecinos, encontró días atrás en la finca donde trabaja como guarda a «siete» de sus ovejas muertas. No era la primera vez que encontraba ese escenario, porque «esto lleva sucediendo desde hace más de diez años», y los culpables, según explica, «son los perros de un vecino». La mujer afirma haber denunciado de manera formal hasta en «nueve ocasiones» la situación en los últimos años, sin conseguir que los ataques frenen. Esta vez, «harta», decidió exhibir durante el fin de semana los cadáveres de los animales asesinados en la puerta de su finca con una pancarta.
«Espero que al dueño del perro le de vergüenza. ¿Cuantas van ya? Más de 20», se leía en el trozo de tela que colgó Pérez de su muro de piedra. A sus pies, se encontraban seis de las ovejas sin vida, «a las pocas horas murió otra más», concreta. Además, hay una octava que «no encontramos, debe estar por algún hoyo», supone ella al tiempo que incide en que «otras dos están heridas y morirán».
El pasado sábado, Pérez sacó y colocó en fila los cadáveres de las seis ovejas fallecidas en ese momento en la entrada de la finca. La grotesca imagen generó quejas entre los vecinos que pedían su retirada tanto a Pérez como al Ayuntamiento. «La Policía Local me dijo que si no las movía me tendrían que multar, pero yo me mantuve porque ya no encontraba otra manera para llamar la atención y las había exhibido con todas las consecuencias». Desde el Consistorio confirmaron que el lunes «antes del mediodía» los cadáveres fueron retirados por el camión de Tragsa.
La primera denuncia que interpuso, explica Pérez, fue en 2010, cuando el vecino al que ella señala sin dar nombres, «finalmente asumió que sus perros eran los culpables». No obstante, «luego el seguro le dijo que era mejor que no lo reconociese y se retractó». Añade que «a la Guardia Civi ya le constaba la primera versión y en el juicio le hicieron pagar una limosna por las ovejas».
Desde entonces la jauría, de «entre tres y cinco perros», han seguido «sueltos», y terminan por «escarbar por debajo de la red y hacer un boquete para pasar por debajo» y luego viene el ataque al rebaño, «que se suele producir cada cuatro meses». Luego, ella denuncia a la Guardia Civil, pero «no me hacen caso». Pérez tiene a las ovejas en el terreno que cuida para «limpiar la finca», que hasta el viernes eran 22, a las que hay que restar las ocho ya sin vida.
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