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«Mi pequeño gran luchador». Así se dirige el expresidente Miguel Ángel Revilla a su hombre en Villaescusa, el alcalde Constantino Fernández (Liaño, 1959). Un apelativo que le viene como anillo al dedo y, no por su estatura, sino porque, mandato a mandato, el regidor ... no ha hecho más que crecer. Desde que en 2015 se alzara con el bastón de mando en un peculiar escenario por el cual terminó gobernando en minoría pese a que la suya era la lista menos votada, hasta ahora, dos legislaturas después, cuando goza de una generosa mayoría, con un concejal más que los que obtuvo en 2019.
–¿Cuál es la clave de su gestión?
–Destacaría la cercanía con el vecino, estar 24 horas permanentemente pendientes. El 95% de los vecinos tiene mi teléfono. Y ese concejal más que hemos obtenido refrenda el trabajo que hemos venido haciendo estos años.
–¿En 2015 se habría imaginado un respaldo como el que ha tenido en estos últimos comicios?
–No (lo repite cinco veces). Pensábamos que podríamos mantener los que teníamos e incluso barajábamos perder algún edil aún manteniendo la mayoría porque quien gobierna paga peaje.
–En el escenario regional el dato del PRC estuvo lejos del apoyo en Villaescusa. ¿Temía que la marea azul les afectase?
–No esperaba esa marea azul. De hecho, creo que los alcaldes somos los que hemos salvado un poco la situación, porque aquellos regidores con mayoría no solo han aguantado sino que prácticamente han subido, como en Puente Viesgo, Reocín o Ribamontán al Monte, donde han aguantado el tirón de la marea azul.
–Esta legislatura no tendrá sus siglas apoyándole a nivel regional. ¿Le preocupa?
–Por supuesto, pero yo espero que no haya problema. A mí me consta que mis consejeros (los del PRC) en la anterior legislatura no fueron demasiado discriminatorios donde no gobernaba el mismo color político. Espero que los consejeros y la presidenta actuales sigan pensando en Villaescusa. Yo siempre he sido muy crítico con el exvicepresidente de Cantabria, Pablo Zuloaga (PSOE), porque pese a que gestionaba una Consejería tan importante como Cultura y Deporte (entre otras) no se dignó a recibirme en toda la legislatura y a darme un solo céntimo. Y eso que cogobernaba con mi partido.
–¿Seguirá llamando a la puerta igual que lo hacía con el PRC?
–Lo primero que hice en cuanto supe quiénes eran los consejeros fue mandarles una felicitación y pedirles una primera entrevista de trabajo y alguno ya se ha puesto en contacto conmigo. No atenderme sería un castigo a los vecinos, no a mí, porque yo no gobierno sólo para mis votantes, lo hago para casi 4.000 habitantes. Sean del color que sean.
–¿Está satisfecho del resultado de la pasada legislatura?
–Mucho, mucho. Estamos hablando casi de diez millones de euros de inversión, de los cuales 2,5 han sido aportados por el Ayuntamiento y el resto por el Gobierno de Cantabria. El colegio es una inversión de 1,5 millones de euros que ahora está parada pero la previsión es, o así me consta, que sea una de las primeras obras que va al Consejo de Gobierno, lo que supondrá un retraso de unos siete meses.
–¿Qué retos tiene por delante en estos cuatro años?
–Sacar adelante aquellos proyectos de inversión que ya estaban iniciados, como terminar de arreglar los problemas de inundaciones de Navalín y El Henar. También continuamos con la idea de enlazar el carril bici a la altura del parque de Cabárceno con Penagos. Luego sustituiremos el alumbrado público a tecnología led y crearemos el gimnasio municipal. Además de finalizar la carretera que quedó paralizada entre el consultorio de Liaño y San Juan.
–De no cobrar en la legislatura de 2015, a comienzos de la pasada se aprobaron unos emolumentos de 28.000 euros anuales que incrementó en 2021 hasta los 42.000, una cantidad que ahora ha vuelto a aumentar a 46.200 euros. ¿Cómo justifica estas subidas?
–Independientemente de que en 2007 el entonces alcalde ya cobraba 3.000 euros y se aprobó sin problema, hemos crecido en dimensión, población, en presupuestos y estructura organizativa. Mucha gente no conoce mi labor. Yo vengo todas las mañanas a las ocho y soy de los últimos en salir, y por las tardes, si no estoy aquí, estoy en mi casa trabajando o resolviendo problemas. Aunque tengo una estructura de nueve concejales solo el alcalde tiene dedicación exclusiva. Yo cojo hasta los avisos de las ratas, las farolas fundidas o que las carreteras están sin limpiar... Avisos de todo tipo. Mi teléfono es un hervidero constante a todas horas. No me da tiempo a respirar, así que yo no considero que 46.000 euros sea mucho sueldo por el gran trabajo que hay en este municipio.
–También han subido las dietas: 400 euros por asistir a juntas de gobierno cuando antes eran 150. Y por plenos se ha pasado de 75 a 125 euros.
–Los miembros de la Junta de Gobierno van a tener más competencias, antes estaban más limitadas, y, por tanto, recae más responsabilidad. Y respecto a los plenos, lo que he hecho ha sido ajustarme a lo que veo alrededor.
–Pero Villaescusa y El Astillero son distintos...
–También ellos tienen los plenos cada mes y nosotros cada dos meses. Hay ayuntamientos con juntas de gobiernos cada 15 días o cada semana y aquí son cada mes o mes y medio.
–¿Se ve muchos años más siendo alcalde?
–(Silencio prolongado). Me veo esta legislatura y ya está.
–¿Cree que va a ser la última?
–(Asiente con la cabeza).
–Lo dice con pena en los ojos...
–Quema mucho este trabajo. Yo creo que el vecino no valora suficiente la dedicación, el esfuerzo y la responsabilidad de un alcalde.
–Pero siempre ha parecido que usted disfrutaba mucho...
–Sí, pero quizá he disfrutado más de lo que disfruto ahora, porque en estos momentos tengo mucha presión... Yo sé que por los vecinos me podría tirar aquí 20 años más, pero no lo voy a hacer.
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