Vecinos de Loredo se quejan de los destrozos que ocasionan los jabalíes

Son las once de la mañana de un martes de febrero y hace mucho sol. En la finca de Mari Luz no hay ni un jabalí, pero sus huellas están por todas partes. «Ya verás», dice al tiempo que atraviesa el jardín hacia la zona del vallado de su propiedad. «Está lleno de agujeros, porque todas las noches se dedican a hozar hasta que logran entrar». Entonces se 'ceban' con el césped, las plantaciones e incluso los elementos ornamentales. ¿Y qué hace Mari Luz? Pues tapa los agujeros cada mañana con lo que tiene a mano, «tablones de madera, tierra, hasta un palo de escoba». No importa. Nada de esto sirve. Los animales «acceden a la noche siguiente haciendo otro agujero a un metro del anterior». Y vuelta a empezar. «He utilizado hasta orina de lobo para ahuyentarles», asegura. Incluso una radio ha colocado la mujer en su jardín, «porque dicen que si les voceas se van». Lo sabe porque una madrugada se encontró seis jabalíes en la puerta de casa. «Pité y grité y se marcharon», recuerda.

Los animales, indica, «vienen del bosque que hay al lado de la finca, que lleva años sin limpiar». Quizá, baraja, «huyen de los lobos». Puede que sí o puede que no. La cosa es que la propietaria ha remitido un escrito al Ayuntamiento de Ribamontán al Mar contando lo que le sucede. Además, el problema no es nuevo. «Llevamos así años». Hasta unos huéspedes se toparon con los animales una vez. «Y eran grandes ¿eh? No te creas». Mari Luz lo solucionó y consiguió echarles enseguida, pero «si les digo a los clientes que hay jabalíes, no vienen», afirma.

La vecina de enfrente, Carmen González, posee una estabulación ganadera a la que estos 'intrusos' acceden con frecuencia. «Lo desgracian todo», resume. Y alerta del peligro que supone que crucen la carretera. «Mi hijo se chocó con un ejemplar hace unos años y le destrozó el coche». El «bicho» murió. Al hijo, afortunadamente, no le pasó nada.

Un poco más allá siguiendo la travesía vive Luis Ignacio González. Tiene dos perros que no dejan de ladrar. A simple vista, no parece que haya hendiduras en el jardín. «Los jabalíes están todas las noches al otro lado de la finca, pero no llegan a entrar», asegura. Cree que es por los perros. El problema es que sus dos canes ladran -y mucho- cuando los cerdos salvajes merodean «y las noches son moviditas». Dice Luis Ignacio que estos jabalíes «ya están acostumbrados a los humanos, te ven y se quedan tan tranquilos». ¿Y cuál es la solución? «Eso depende de las administraciones -responde-, pero deberían controlar la reproducción del jabalí en zonas concretas y habitadas».

Desde el Ayuntamiento de Ribamontán al Mar confirmaban ayer que ya se habían mandado algunos escritos, el último a la Dirección General de Montes, y se había mantenido una reunión con la Sociedad de Caza Los Ribamontanes de cara a «adoptar medidas» disuasorias para que estos animales no se acerquen tanto a las viviendas. «Ayuntamiento y cazadores nos hemos puesto a disposición de la Consejería -de Desarrollo Rural- para prestarles el apoyo que necesiten y esperamos una actuación en breve», exponen.