Villaescusa rescata del olvido la última grúa de vapor Priestman

Operarios de las empresas que han colaborado en la restauración de la Priestman –Pinturas Sabi, Metálica San Felices y Jaap de Villaescusa– se afanaban ayer en la instalación de la vieja grúa en una base que emula una gabarra junto a la Casa Consistorial de un municipio de larga tradición industrial y minera. Esta será la última morada de una máquina que pesa alrededor de 17 toneladas y que se ha conservado a medias, estos años, resguardada en el Puerto de Raos, un lugar poco visible para el pasado glorioso de este ingenio a vapor. La intervención de la Red de Patrimonio Industrial de Cantabria ha sido vital para ponerla en valor. Sus integrantes iniciaron hace más de un año las gestiones oportunas para pedir a la Autoridad Portuaria su cesión y que pudiese ser restaurada y expuesta en un lugar más accesible. Esto ha hecho posible su vuelta a la vida, esta vez desde un lugar donde se puede apreciar más su historia. Y es que su traslado a Villaescusa no es casual, ya que el municipio está enclavado en el entorno de la bahía y es patente y conocida su actividad minera e industrial, a través de la ría de Solía.

Además, el Ayuntamiento de Villaescusa ha puesto su granito de arena para que así sea y la grúa pueda lucirse ahora en el entorno del Consistorio, en la localidad de La Concha.

La grúa formó parte de la Draga Priestman número 3 de la Junta del Puerto de Santander desde 1894 y trabajó hasta sus últimos días (años setenta) manteniendo el «sistema de vapor», explica desde la Red de Patrimonio Industrial, su presidente, Víctor Moreno. Se trata de una pieza «única» ya que es una de las pocas, «sino la última», de su serie que existe. Fue fabricada en Inglaterra en 1883 y tenía otras dos hermanas gemelas en la Junta del Puerto de Santander. Además, las Priestman tuvieron actuaciones destacadas «como rescates de pecios o asistencia en naufragios», explican desde el colectivo. Una de esas intervenciones «memorables» fue la de la catástrofe del vapor Cabo Machichaco en el muelle de Santander. En aquellas operaciones se perdió una de las tres grúas y su draga, además de las vidas de varios tripulantes.

Según recuerda ahora Moreno, la primera vez que se restauró esta máquina fue en 1995. En esa fecha, un grupo de amantes del patrimonio como el inolvidable director del Museo Marítimo de Santander, José Luis Casado Soto, colaboraron en una «magnífica» recuperación de este ingenio a vapor ubicado entonces en el Dique de Gamazo. Tras la intervención, la grúa se retiró a Raos, donde ha permanecido hasta la fecha.

Además, la instalación de esta pieza en la localidad «engrandece» aún más el rico inventario de inmuebles y vestigios industriales, mineros o prehistóricos que ya tiene este municipio ubicado en el entorno de la bahía.

La impresionante máquina ya restaurada será presentada en sociedad este sábado, a las 12.00 horas. En el transcurso de la inauguración, la Red de Patrimonio Industrial de Cantabria entregará sus premios anuales por la labor de personas, entidades y colectivos en pro de la conservación.

En esta ocasión, la directiva ha acordado premiar la labor realizada por Ricardo Pons, antiguo responsable de la Textil Santanderina, que tras su jubilación, puso en marcha el Museo de Arte Textil de Cabezón de la Sal, haciendo honor a una industria que fue muy potente en Cantabria.

También se concede el galardón al Ayuntamiento de Villaescusa por su sensibilidad y apoyo para la conservación del patrimonio y la historia local.